Otro nombramiento atípico

Se eligió al nuevo Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas. Aunque se quiera dorar la píldora, no se cumplieron definitivamente con los requisitos exigidos por el estamento militar de escoger entre la Junta de Comandantes al nuevo capitoste de la institución militar.

La creación del cargo de Jefe de las Fuerzas Armadas para la toma de posesión del mismo el 21 de diciembre de 1957 y a lo largo de su historia con su “reingeniería” actual de Jefe del Estado Mayor Conjunto, NUNCA se ha cumplido con lo establecido en la Ley Constitutiva en términos de requisitos, antigüedad y cumplimiento ordenado del período legal. El general Oswaldo López Arellano, al tomar posesión del cargo como primer jefe de las Fuerzas Armadas en la fecha anteriormente señalada no cumplió con la entrega del mismo fijado para el 21 de diciembre de 1963 porque justamente el 3 de octubre de ese año derrocó al doctor José Ramón Villeda Morales. Al desempeñar los cargos de Jefe de Estado y Jefe de las Fuerzas Armadas, el general López Arellano entregó la jefatura de la institución militar hasta el 6 de junio de 1965 en que fue electo presidente de la República por un período de seis años. Al efecto y contra todo pronóstico, los diputados nacionalistas con mayoría en el Congreso Nacional y con la influencia del general López Arellano seleccionan como Jefe de las Fuerzas Armadas al coronel Andrés Ramírez Ortega dejando en la lona al coronel Armando Flores Carías, un oficial considerado como el favorito y de mayor profesionalismo para ocupar tal posición pero no influenciable en las decisiones políticas que podría pergeñar López Arellano como presidente de la República. Ramírez Ortega cumple, de acuerdo con la Ley Constitutiva, su período legal de seis años pero López Arellano de nuevo ocupa el cargo de Jefe de las Fuerzas Armadas el 6 de junio de 1971 para un período de seis años que culminaría en 1977 pero que no se cumple porque el 4 de diciembre de 1972 derroca al doctor Ramón Ernesto Cruz y repite la historia de ocupar simultáneamente los cargos de Jefe de Estado y Jefe de las Fuerzas Armadas hasta el 22 de abril de 1975 en que es defenestrado por el Consejo Superior de las Fuerzas Armadas (CONSUFFAA).

Para no hacer larga esta historia de violentar los términos legales de antigüedad y período en el ejercicio del mando de la jefatura de las Fuerzas Armadas mencionaré que los generales Juan Alberto Melgar Castro, Walter López Reyes y Arnulfo Cantarero López fueron defenestrados sin cumplir con su período legal.

Con la nueva “reingeniería” de Jefe del Estado Mayor Conjunto, se inicia otra etapa de irregularidades en el cumplimiento del período legal, que en este caso ya es de tres (3) años, ya que el general Romeo Vásquez Velásquez es reelecto para otro período de tres años por el ex presidente José Manuel Zelaya pero no los cumple ante los sucesos de la sucesión constitucional del 28 de junio de 2009 y el período legal restante para la entrega del cargo lo asume el general Carlos Cuéllar quien debió haber fungido hasta el 10 de diciembre de 2010, día consagrado al Ejército, y no el 28 de enero de 2011 como sucedió recientemente por una decisión política del actual Presidente de la República.

El nombramiento del general René Osorio como nuevo Jefe del Estado Mayor Conjunto es atípico porque se escoge a alguien que no es considerado como miembro de la Junta de Comandantes, aunque haya sido nombrado por minúsculas dos horas para taparle el ojo al macho y “reunir” los requisitos de ley exigidos. El cargo de Jefe del Estado Mayor Presidencial es honorable y de gran responsabilidad porque implica salvaguardar la seguridad física del Presidente de la República pero dentro del estamento militar nunca ha sido considerado que un miembro de esta posición, por no pertenecer al engranaje de la Junta de Comandantes, sueñe a ocupar la Jefatura del Estado Mayor Conjunto.

Esperamos que el general Osorio cumpla con su período legal de tres años, que no sea reelecto y que se deje ya de jugar con el proceso ordenado del mismo.

César Augusto Bonilla Ochoa
Tegucigalpa, M.D.C.