EL ENCHUTE

TAL como vaticinamos en este espacio editorial, hace unas semanas atrás, la oposición le ganó al oficialismo en Francia. Esto fue lo que decíamos ayer: “Las crisis económicas están tumbando gobiernos por todos lados. Recordamos que la “Primavera Árabe”, que dio al traste con dictaduras y monarquías seculares, comenzó en Túnez por quejas económicas de desempleo y carestía. Las manifestaciones en las calles se tornaron en revueltas políticas contra el gobierno de turno. Aquello contagió a otros. Y unos tras otros fueron cayendo como fichas del dominó. Se fue Mubarak en Egipto y a los meses se volaban al coronel Muamar Gadafi en Libia. Cuando no es violenta la insurrección se traslada a las urnas. Los electores se van de un extremo al otro. Golpeados por la crisis, si el poder lo tiene la izquierda se lo quitan y se van con la derecha. Si es lo otro, sucede a la inversa”.

“Las crisis económicas, la bancarrota financiera y la exigencia de austeridad fiscal han hecho de las suyas en Europa. Tumbaron gobiernos en Grecia, en Irlanda, en Portugal, España e Italia. El italiano, auxiliado por las fiestas salvajes de Berlusconi, pero el principio y el fin fue la mala economía y las draconianas medidas de austeridad. Lo más reciente fue el descalabro de los socialistas en España y el triunfo resonante de los conservadores. Lo último, las elecciones de este fin de semana en Francia, donde el socialista ha puesto en jaque al gobierno del conservador Sarkozy, ganando la primera vuelta. Mantener el poder va a ser cuesta arriba. Los augurios son que, si no hay milagro, allá se avecina otra paliza”. Hasta aquí lo que dijimos.

En realidad, no fue paliza. El presidente conservador francés no pierde humillantemente. Obtuvo un 48% de los sufragios, por lo que se mantiene con una fuerza política importante. Sin embargo, esos benditos planes de austeridad de los gobiernos, para evitar la bancarrota económica, han hecho estragos políticos en cada caso. En Europa el término “austeridad” se ha convertido en mala palabra. Gracias a las duras medidas de austeridad tomadas por el gobierno socialista de España, los socialistas recibieron una heroica tunda en manos de los conservadores. Los partidos griegos que rechazaron las medidas extremas de austeridad a raíz de los rescates financieros internacionales, han sido los grandes gananciosos en la política. En Alemania, la canciller Ángela Merkel, ha recibido iguales reveses políticos. Y por supuesto, el último caso el de Francia, donde acaba de ganar un socialista, prometiendo “gasto gubernamental para estimular la economía”. “La austeridad ya no puede ser inevitable”, fue el grito que más aplausos recibió en su primer discurso, después de conocer los resultados de la elección.

Pues bien, qué encrucijada. ¿Qué hacer frente a estas crisis económicas y las crisis financieras? Si le hacen caso al FMI, que exige austeridad, reducción de los gastos y más impuestos, los pueblos a los meses botan los gobiernos, porque no pueden resistir, además del desempleo y la mala economía, socarse más la faja. La gente no entiende la razón por la cual la situación económica se salió del cauce. Lo que quiere la gente es recuperar su estado de bienestar anterior. Aunque este haya sido subsidiado. Pues bien, las economías se salieron de cauce, por los gastos oficiales, por la exageración de los beneficios sociales sin tener cómo respaldarlos. Pero el que ha tenido no quiere que le quiten. Y el que ya tiene quiere más. Así que si enchutan pierden el poder y si no enchutan pierden el país. Aquí en Honduras, todas las medidas han sido contraccionistas, siguiendo las recetas del FMI. Más impuestos, más cargas, más devaluación, más “tasones” -lo que ha obligado a revolcarse en el suelo a la deprimida iniciativa privada- y menos gasto oficial. A ver cómo manejan el enchute ahora que, nuevamente, vienen esas aves agoreras del FMI.