La ultraderecha dividida y el centro camaleónico

Por Eduardo Enrique Reina García

“La gente nunca miente más, como después de una cacería, durante una
guerra o antes de una elección”.  Otto Von Bismark

La crisis generalizada que vive Honduras no tiene precedentes recientes, y este gobierno nos conduce a problemas cada vez mayores, dejándole al próximo gobierno y pueblo, una bomba de tiempo y  la peor herencia de la historia hondureña. Y lo que es más terrible, tratan de engañarnos diciendo que todo va bien.

La crisis, es financiera, de seguridad, de salud, de educación, de poderes del Estado, de derechos humanos, impunidad, pobreza extrema creciente, desempleo, falta de inversión interna y externa, de narcotráfico, corrupción, reducción de reservas internacionales y ni siquiera hay recursos para pagar sueldos. Y el gobierno, sin respuesta clara, crea comisiones y paralelas, las que no resuelven nada y solo demuestran su incapacidad de administrar la cosa pública. Por si fuera poco,  no hay recursos suficientes de la cooperación internacional, los donantes también tienen sus propias crisis o no confían plenamente. Las medidas son tan desesperadas que para obtener recursos la gran salida que se plantea es vender el país a retazos en la aberración de las llamadas ciudades modelo.

No es que viviéramos en el paraíso, pero ni siquiera cuando se han enfrentado tragedias como el Fifí o el Mitch, la desesperanza en el pueblo de encontrar soluciones y en el sistema es tan alta, esto lo confirman estudios del PNUD.

En el fondo el problema es estructural e institucional, e inseparable de la política. Hasta hace muy poco la política hondureña había transcurrido girando en torno a dos partidos históricos tradicionales, herederos de los conservadores y liberales de la época postcolonial y que germinaron por toda América Latina.

En Honduras la democracia ha sido muy básica con poca riqueza ideológica, esta ha transitado entre la ultraderecha, la derecha y un centro que ha tenido algunos impulsos progresistas. Los movimientos de izquierda que no descollaron completamente en su momento y fueron prácticamente clandestinos hasta la creación de pequeños partidos  que nunca lograron crecer para competir con los tradicionales. En pocas palabras, Honduras ha sido de las democracias más restringidas de América Latina, los grupos de poder nunca dieron un espacio real al pluralismo.

Tomando esto en cuenta, las elecciones del 2013 se salen del espectro político tradicional básico.  Por primera vez, participaran 9 partidos políticos y  las internas del 2012 contaron con un nuevo partido, LIBRE, que ya ha roto los esquemas y es opción de poder real, con una plataforma política concreta basada en el socialismo democrático, algo que los  radicales de derecha en su poca preparación política, no entienden o pretenden no entender.

La decadencia creciente y constante que viven los partidos tradicionales se manifiesta claramente. Las contradicciones se hacen cada vez más profundas, lo que ayuda a despertar a un pueblo, que vive diariamente en zozobra y crisis.

Prácticamente el PN y el PL representan lo mismo con diferentes actores, ya no existen diferencias. De forma risible, el candidato del PN ahora busca presentarse, sin éxito, como un candidato de centro, sus estrategas de campaña han de estar sumamente preocupados porque la derecha ya no es respuesta en Honduras y buscan achacarle al del PL, que es de ultra derecha y a LIBRE que es de izquierda radical.  La única diferencia entre los tradicionales es para qué grupo de poder operan. Los dos son agrupaciones políticas de derecha y de derecha extrema en su seno. En un movimiento camaleónico mediático y sin credibilidad por su desprestigio, la derecha quiere aparentar no serlo. Como no tiene soluciones a proponer, y buscan a toda costa preservar el sistema fallido,  quiere llevar la lucha al plano ideológico, y hasta allí, la tienen perdida, ya que su única ideología es el poder por el poder mismo.

El candidato del PN cree que olvidamos que su partido fue el de la dictadura de Carías, el que co-gobernó con los militares en las décadas perdidas para Honduras y que introdujo el neoliberalismo en el país, sistema de inequidad que no le trajo ningún beneficio al pueblo y solo creó más pobreza y desigualdad. La última gran hazaña del PN y su bancada fue aliarse con sus congéneres derechistas del PL y apoyar un golpe de Estado del 28/junio, y ceder ante la creación de un estado corporativo al servicio de unos pocos. En esta administración han seguido en  el proceso de debilitación del Estado, aprobando 8 paquetazos. El PN y el PL actual y sus candidatos,  son como dos bebidas de cola que saben amargamente igual, son versiones diferentes de la misma ultraderecha. El PL perdió su alma y vena progresista en el golpe de Estado. Y el PN con el Congreso Nacional caminan a un absolutismo legislativo.

La división entre la vieja oligarquía y sus operadores políticos, y sus luchas por los que quieren a toda costa manejar los despojos del sistema no les permite ver, que ya no se pueden ocultar sobre el viejo manto y velo de la democracia electorera y del control mediático.

Por su parte, LIBRE es hoy por hoy la fuerza política que revitaliza el espectro político hondureño, y lo pone a la altura de la realidad latinoamericana. Es la propuesta de salir del viejo sistema.  El pueblo hondureño decidirá en noviembre si todo este estado fallido que ya hace aguas por todas partes continúa. Estamos a escasos 10 meses de un proceso electoral completamente diferente. ¿Servirán las mismas tácticas, mentiras, engaños y maniobras de siempre? ¿El centro camaleónico servirá de algo? Por el bien de Honduras esperamos que el 24 de noviembre de 2013, el pueblo demuestre que sí ha despertado.