Detroit en bancarrota

La ciudad de Detroit declaró la mayor bancarrota municipal de la historia estadounidense tras ser incapaz de mantener una década de deuda creciente y población menguante en medio de la profunda crisis industrial que atraviesa.

La población de Detroit se ha reducido y de 1.8 millones en 1950 pasó a 700.000 habitantes y tiene 78.000 edificios vacíos.
La población de Detroit se ha reducido y de 1.8 millones en 1950 pasó a 700.000 habitantes y tiene 78.000 edificios vacíos.

Kevin Orr, nombrado por el estado de Michigan como el gestor externo de la ciudad, fue el encargado de solicitar este viernes la protección por quiebra bajo el capítulo 9 de la ley de bancarrotas de Estados Unidos.

Ahora la Justicia debe decidir si acepta la petición de suspensión de pagos y reestructuración de la deuda por valor de 18.500 millones de dólares, aunque desde junio varios bancos habían acordado con Orr una quita de hasta el 75%, según el diario Detroit News.

La declaración de la bancarrota de Detroit, conocida como «Motor City» por ser el centro del sector del automóvil de Estados Unidos desde hace más de un siglo, no afectará a los tres grandes fabricantes estadounidenses, General Motors (GM), Ford y el Grupo Chrysler.

Los tres fabricantes han emitido comunicados en los que, además de expresar su apoyo a la ciudad que los acoge, han dejado claro que la quiebra de Detroit, que posee una deuda de 15.000 millones de dólares, no afectará sus operaciones.

«GM ha valorado las potenciales implicaciones de la bancarrota de Detroit y no anticipamos ningún impacto a nuestras operaciones diarias o perspectivas de negocio», dijo General Motors.

«Sin embargo, nuestros primeros pensamientos son para nuestros vecinos de toda la ciudad. GM está orgullosa de considerar Detroit su hogar y la declaración de bancarrota es un día que deseábamos que no se hubiese producido», dijo el fabricante. Ford y el Grupo Chrysler se expresaron en términos similares.

«Creemos que un Detroit fuerte es crítico para un Michigan fuerte y nuestro sector. La ciudad tiene un difícil trabajo por delante y somos optimistas que los líderes gubernamentales tendrán éxito en fortalecer la comunidad», dijo Ford.

Por su parte, Chrysler aseguró: «Creemos en la ciudad de Detroit y su gente. No solo seguimos invirtiendo en la ciudad y sus residentes al añadir nuestra presencia a Detroit, también estamos comprometidos a jugar un papel positivo en su revitalización».

Lo que resulta paradójico es que aunque la vida de Detroit está íntimamente ligada al mundo del automóvil y su declive es en parte consecuencia de la crisis de los fabricantes estadounidenses, «Motor City» no parece que se haya beneficiado del buen momento por el que atraviesan General Motors, Ford y el Grupo Chrysler.

El año pasado, General Motors ganó 4.900 millones de dólares y sumó su tercer año consecutivo de abultados beneficios. En 2011, el mayor fabricante estadounidense, cuya sede es un complejo de torres de cristal junto al río Detroit en el centro de la ciudad, ganó 7.600 millones de dólares.

Por su parte Ford ganó 5.670 millones de dólares en 2012. El año anterior la cifra había sido de casi 6.000 millones de dólares.
El Grupo Chrysler, el más pequeño de los tres y el que se encontraba en peor situación tras la crisis de 2008, tuvo unos beneficios de 1.700 millones de dólares en 2012.

A pesar de estos significativos beneficios, Detroit no está ni cerca del esplendor que se vivía en la ciudad tras la II Guerra Mundial, cuando los fabricantes de automóviles necesitaban mano de obra cualificada para sus factorías y atrajeron a miles de personas a la ciudad.

Para la mayoría de analistas, los problemas que hoy vive Detroit se gestaron en la década de los años setenta cuando las marcas japonesas empezaron las exportaciones masivas de automóviles a Estados Unidos, luego la primera crisis del petróleo.

Según un estudio de 2010 del Centro de Investigación Económica Aplicada, en vez de adaptar sus vehículos y procesos para mejor competir con los fabricantes japoneses, la industria estadounidense buscó la protección de su gobierno para evitar una reestructuración.

El informe indicó que «al exprimir a componentes como los proveedores y concesionarios, y lograr eficiencias de coste tomando atajos, Detroit se ocupó de cambiar la percepción del público sobre sus productos. Los años de edificar la reputación se disiparon en una década». Washington (EFE).