Galel, Cárdenas, “Con el alma de tintero”

CON EL ALMA DE TINTERO

El lenguaje poético es un patrimonio colectivo. Una pintura esbozada con los colores de la diversidad. Sin embargo, cada libro, cada poema es como una ventana abierta a la conciencia del escritor o la escritora; es la copa en donde se mezclan las percepciones del que escribe con la realidad social y espiritual de la época.

galel1En esa construcción se hacen evidentes las vivencias del escritor o escritora y el oportuno incidir de los estímulos que cada quien recibe; así que, la cultura, al igual que la lengua resultan manifestaciones, y que responden por la propia naturaleza de ambas, a las necesidades de cada momento.

La literatura, entonces, nacida en ese incienso, siempre ha manifestado en su devenir histórico esa riqueza de lo plural, el desborde de lo conectivo. “No existe una deriva única de lo poético. Nunca se produjo una voz homogénea para toda nuestra tradición.

Las tentativas de encerrar el lenguaje literario dentro de límites inamovibles han dado como resultado estructuras cerradas de pensamiento que trabajan en contra de la propia y esencial condición de la palabra. “El escritor es pues, en medio de este andamiaje, una especie de constructo de las relaciones sociales manifiestas y de las circunstancias especiales de su cultivo.

Hoy nos encontramos ante el más reciente aporte literario de Galel Cárdenas, que titula PAJARO LIBERTARIO y aquí como en sus obras anteriores, además del mágico respeto con que maneja la palabra desde siempre, nos muestra una de las tantas facetas con que se manifiesta el intelectual que es.

Quien las ha leído habrá descubierto que, unas veces, puntual hubo un Galel rotundo con adarga y rodela para enfrentar las injusticias y a los injustos: “Ya que estamos acá/Tomemos esta hostia/de verso y comunión/partamos en fragmentos/la dulzura de su harina/la sal de su esperanza/la pimienta de su fuerza/el picor de su batalla/el aliento de su abrazo•. Es decir combatamos, que ha sido, desde que lo conozco, su pan de cada día.

Aquí en PÁJARO LIBERTARIO, profundiza un tema casi constante en todos sus libros y escandaliza de amor que es la frecuencia con que entona un conversatorio con la patria.

Da la sensación de que un joven, un niño y un hombre adulto platican con la madre-patria: le cuentan “Madre/nos escondemos en refugios/donde no entra el sol,/en lugares escabrosos/donde sólo llega la luz/cuando abrimos el portillo”. Le piden “Madre,/socorre nuestra piel/que se desangra,/no nos desampares en esta angustia/sobre humana”, pues en la lucha contra los enemigos, casi al oído, “patria, a solas te confieso/que la muerte/posee máscaras extrañas”.

Que provoca impotencia “Hoy la venganza/ha sido una flor marchita/que yace descompuesta/entre ruinas y cenizas polvorientas”, razón por la cual “En el árbol de tu sombra/los combatientes toman air,/yacen descansando” como si fuese un elixir no la sombra de tu árbol, sino el árbol de tu sombra, para los que “traen olor a pólvora retenida”.

En esta forma sencilla donde transparenta su amor el choque del lenguaje con la realidad vuelve complejo el ritmo poético, porque ambos, lenguaje y realidad en ciertos enfrentamientos duplican su complejidad, pero las figuras, es decir, el lenguaje poético tienen por el manifiesto juego de las palabras, la transparencia del agua cristalina.

“Mi señora, parece que los enemigos/de antaño y hogaño/ahora quieren tomar el sol y venderlo/sólo para sus bestias de carga y de leche/que sirven de alimento a su conciencia”. Pues como dice Edgar Morín “la realidad no es legible de manera evidente” y que “las ideas y teorías no reflejan sino que traducen la realidad”, que sólo el artilugio del poeta puede precipitar las imágenes en un especie de catarata ritual.

Pues hoy se ha descubierto que cada quien efectúa su lectura partiendo de su carga cultural.

Estos veintisiete poemas se disuelven en tres formas de amor: el fanático amor por la patria “Estas en mí, patria/jamás vencido o aniquilada/aunque los perros teladren/como a una intrusa./Por eso no te digo/mi pequeña,/si no mi gigantesca/alondra recobrada”; el amor y el respeto por los próceres: “Dice Fidel que el Che Guevara/conjugaba en sí mismo/todas las virtudes más altas/de un revolucionario imposible de superar.

“Es el acicate de la lucha sin fin/contra los enemigos del pueblo/es además la sangre derramada/del hombre que todo lo mide con justicia” o “Maestro con nombre de santo/y apellido de escritor glorioso/guerrillero interminable de la vida”… “Obstinado Tomás Borge”. Y además, “Los albañiles hacen crecer los altos edificio”.

Para exaltar a los trabajadores, o a Erick Martínez, a quien “La muerte y sus capataces, mandaderos y sicarios”, quitaron la vida y al final el más profundo razonamiento donde mezcla la historia de esta patria nuestra con sus héroes y sus mitos: pues “Y así fue nacida esta tierra”/como un ramaje de látigos/Oh paraíso de llagas implacables”/Así naciste la tierra de este Ulúa inmarcesible”.

Por eso no cabe duda que este es un libro de amor escrito poniendo el alma de tintero.

Roberto Zapata Varela*
Roberto Zapata Varela es un escritor de narrativa, crítico literario investigador de lingüística y cultura nacional, docente de la UNAH, por más de tres décadas. Fundador de la licenciatura en Letras de la Universidad Nacional. Actualmente milita en LIBRE en el Movimiento Resistencia Progresista (MRP-LIBRE), pertenece como instructor a la Escuela de Capacitación Política “Mártires de la Resistencia”.

CUCHILLOS FULMINANTES EN LA ARTERIA

A Erick Martínez

Y es que la muerte ronda

Con su guadaña de oscura caverna

Anegando con sangre la tierra prometida.

Ronda con sus jinetes apocalípticos

Sonando sus trompetas de pólvora

Y sus cuchillos fulminantes en la arteria.

La muerte y sus capataces, mandaderos y sicarios

Ronda por las casas y por  las calles

Como una sombra enorme que se diluye

Solamente cuando su designio se ha perfeccionado.

Los hombres de máscaras que la noche oculta

Vienen sonando sus escudos metálicos

Llenos de furia y plenos de una sed sin límite

Vienen decapitando la voz, la luz y sus coriferos

Vienen royendo los cueros cabelludos

Como enfermos patógenos que odian

El sol y sus auroras, el sueño y sus distancias,

La fresca lozanía del jardín que eleva

Sus corolas hacia el cielo inmarcesible de la patria.

La muerte tiene rostro frío y tenebroso,

Rostro de rabia compulsiva

Rostro de furia lúgubre

Rostro de cólera ensangrentada.

Nadie sabe del día y su momento crucial

Cuando las máscaras inhumanas

Apresen la ternura y su sueño utópico sin medida

Nadie sabe del segundo y sus manecillas flotantes

Nadie, nadie, nadie…

ERES HOSTIA COMULGADA

Y dice la canción

Que eres consuelo en el llanto

Consuelo de la pena que no redime su horizonte

Consuelo de la faz que no desmaya

En la flor eterna del camino.

Y dice que eres árbol en este bosque

Donde el hambre sigue siendo

La mano que se extiende hacia la noche

Pero, eres además abrigo y esperanza

En este sendero donde a su orilla

Crece la hierba pisoteada por jinetes

Que destruyen el rocío de sus hojas diminutas.

Y si eres perdón y si eres hostia comulgada

Y si eres el abrazo que siempre florece en la desgracia

Y si eres el beso puntual en la herida del costado

Madre, patria, hermana, territorio, aurora,

Eres entonces la mano de la visa que nos roza

Con su  rayo divino en el poro mismo de Dios

Que construye piedra a piedra,

La vida  inconfundible de lo justo y verdadero.

Galel Cárdenas

galelReconocido poeta hondureño, es además narrador y ensayista.

Ha obtenido varios galardones internacionales como el Premio “Rubén Darío” a nivel latinoamericano, otorgado por el gobierno sandinista en 1986, por su obra “Pasos de animal grande”.