Arrestan informante de Policía al salir de clínica

Bajo fuertes medidas de seguridad, fue capturado el lunes en una clínica privada de San Pedro Sula un informante de la Unidad de Análisis de la Policía Preventiva, donde permaneció hospitalizado por más de 15 días, luego que fuese atacado a balazos por varios sujetos, en la 33 calle de la colonia San José V, frente al Instituto Nacional de Formación Profesional (Infop), cuando se conducía junto a su familia en una camioneta blanca, donde murió una hija de dos años de edad.

Mario Moisés Irías Rivera fue apresado en la clínica donde permaneció unos días, tras sufrir un atentado.
Mario Moisés Irías Rivera fue apresado en la clínica donde permaneció unos días, tras sufrir un atentado.

Mario Moisés Irías Rivera fue arrestado por agentes de la Unidad de Localización y Capturas de la Dirección Nacional de Investigación Criminal (DNIC), ya que en su contra pendían varias órdenes de aprehensión.
De acuerdo a las autoridades de esa dependencia policial, a Irías Rivera se le vincula con varios homicidios, por lo que se le libró la orden de detención.
Sin embargo, Irías Rivera asegura que es inocente de las acusaciones que se le hacen, pues las autoridades deben de investigar bien.
En una corta entrevista, el hombre señaló a dos agentes de la DNIC como los responsables de un crimen, pero que a él se le acusa falsamente.
“Me están acusando falsamente de un homicidio y le hago un llamado a la Fiscalía; hemos presentado un escrito y no ha querido acceder. Hay dos agentes que sí están vinculados en ese crimen y pido a las autoridades del Ministerio Público, especialmente al fiscal general, que vengan y conozcan el caso y se den cuenta de la corrupción que hay dentro de la Policía”, expresó Irías Rivera, tras su llagada a las instalaciones de la DNIC.
Señaló que hay casos en los que los agentes ponen testigos falsos para incriminar a una persona, “como en mi caso, que están poniendo testigos falsos, pero eso se lo voy a explicar a las autoridades correspondientes por seguridad, pero hago el llamado al fiscal general para que conozca los actos de corrupción que hay aquí en San Pedro Sula, al igual que al general Juan Carlos Bonilla y al director de la DIECP (Dirección de Investigación y Evaluación de la Carrera Policial)”.
El pasado 4 de noviembre, Irías Rivera se conducía en una camioneta blanca, matrícula P CS 7431, en compañía de su esposa Jacqueline Gonzales (25), su hija de dos años de edad y uno de sus cuñados de 16 años.
Cuando se desplazaba frente al Infop, fue interceptado por desconocidos que se transportaban en un pick up 3.0, quienes comenzaron a dispararle.
En un intento por salvar su vida, este siguió la marcha hasta refugiarse en la Gran Terminal de Transporte, pero de nada le sirvió porque los “gatilleros” lo siguieron para continuar disparándole.
Producto de las descargas de plomos, Irías Rivera resultó gravemente herido, al igual que su compañera de hogar, su hija y su cuñado, por lo que fueron auxiliados por miembros de la Policía Militar (PM), quienes los trasladaron a un centro asistencial privado.
Desafortunadamente, la pequeña murió al poco tiempo de ingresada, a consecuencia de los impactos de bala que recibió, mientras que su progenitor, su madre y su tío fueron intervenidos quirúrgicamente.
El carro en el que se conducía la familia presenta múltiples perforaciones, especialmente en el lado del pasajero, lo que hace presumir que la intención de los matones es dejar una grave secuela psicológica en la vida de Irías Rivera.
En otra ocasión, el informante había sufrido otro atentado, cuando presuntos mareros que andaban con el rostro cubierto con pasamontañas intentaron raptarlo al momento que se encontraba en su apartamento de la colonia Costas del Sol.
Unos 15 presuntos integrantes de la MS, que portaban chalecos antibalas similares a los que usa la Policía Nacional y que se transportaban en dos turismos y un pick up, quienes vestían de civil, pero usaban armas policiales y fusiles R-15, llegaron a la casa de Irías Rivera, donde se hicieron pasar como agentes de una unidad especial de Tegucigalpa, por lo que procedieron a colocarle aros de presión.
Algunos pobladores que vieron la acción un tanto irregular, dieron aviso de inmediato en ese entonces al 199 de la Policía, que desplazó dos patrullas, cuyos efectivos lograron rescatarlo, pero antes había sido golpeado por los captores.
En medio de la confusión, los malvivientes escaparon dejando los automóviles abandonados, tras saltar un muro que da acceso a un taller donde se robaron una camioneta que minutos después dejaron abandonada en el bulevar del este.