Los líderes nacen, no se hacen

Por: Óscar Antonio Oyuela Castellón

Oscar-Antonio-Oyuela-newHonduras ha tenido gobiernos de todos los colores, incluyendo verde olivo, con resultados malos, regulares, y más o menos buenos. Unos impuestos desde afuera y otros implantados por la oligarquía criolla, con presidentes cultos, ligeramente educados y unos pocos casi analfabetas. Con una democracia frágil, alta corrupción, atraso, pobreza y miseria.

¿Inspira confianza el recién electo Presidente Juan Orlando Hernández? Los dirigentes empresariales e industriales de San Pedro Sula han manifestado que “una vez disipadas las dudas” que tenían del nuevo inquilino de Casa Presidencial, pueden hoy decir, sin temor a equivocarse, que “Honduras se ha convertido en el país que vale la pena invertir”. Dan la bienvenida a las Zonas de Empleo y Desarrollo de acuerdo al plan de Michael Strong “respetuoso de la autonomía local y soberanía del país”, distinta a la de Paul Rommer que comprometía la soberanía nacional. También es alentador el anuncio oficial de la creación de bancos para otorgar créditos a la MIPYMES, apoyo a los productores agrícolas y a las cooperativas con la participación de BANRURAL de Guatemala y BANADESA.

Juan Orlando Hernández no es un aristócrata, es oriundo del olvidado departamento de Intibucá que figura en el mapa de pobreza de la FAO. Es un joven político experimentado, conocedor de la realidad nacional. Hoy, como Presidente Constitucional de Honduras, está tomando valientes decisiones para cumplir las promesas de campaña y lograr firmar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para tener acceso a fuentes de financiamiento y aprovechar los programas de cooperación internacional.

El éxito o fracaso de cualquier gobierno, depende, de las fortalezas y decisiones de un presidente valiente e inteligente, pero sobre todo, de los funcionarios responsables de la ejecución de las políticas nacionales.

JOH, tiene un equipo de colaboradores que son más técnicos que políticos. Para solo citar a uno de ellos, Jorge Ramón Hernández Alcerro que carga con la responsabilidad de coordinador del gobierno, es un académico, diplomático, vinculado a organismos financieros internacionales, quien demostró su capacidad de estadista cuando se desempeñó en importantes cargos en la administración Maduro. Y en el gobierno de Lobo Sosa, desde la embajada en Washington, contribuyó a crear condiciones diplomáticas para la suscripción del Acuerdo de Cartagena que permitió a Honduras retornar al sistema interamericano.

Además de un Poder Ejecutivo integrado por hombres y mujeres de reconocida trayectoria profesional y capacidad en toma de decisiones en momentos de crisis, tenemos un Poder Judicial, que progresivamente se va depurando y nombrando jueces y magistrados de reconocida trayectoria de honorabilidad; un Poder Legislativo, bajo la responsabilidad de un destacado líder político de la zona sur del país. En el juego de pesos y contrapesos, el Legislativo es determinante para la estabilidad política y el fortalecimiento de las instituciones democráticas. El actual presidente, Mauricio Oliva, cirujano, ex director del Hospital del Sur, próspero empresario, socio de varias empresas familiares, reconocido como un “cholutequense” ejemplar, de buenas costumbres y valores, lo que le ha permitido desde el 2002 ser reelecto cuatro veces como diputado, y ahora, en su condición de titular del Legislativo, ha manifestado, que respetará el espacio y las decisiones de las diferentes bancadas del Congreso Nacional, esperando, se unan en la toma de decisiones trascendentales para el bienestar general y la prosperidad del país.

Con todo lo antes dicho, nos preguntamos: ¿Este gobierno dejará la mesa servida”, como la dejó el gobierno nacionalista de Maduro?, ¿los hondureños estamos dispuestos acompañar este proceso de modernización y fortalecimiento democrático? ¿la oposición será constructiva, con criticas positivas y aportando soluciones a los grandes problemas de nuestro país?