Hacia dónde vamos

Por Carlos A. Medina R.

carlos-a-medinaEn las postrimerías del gobierno anterior, el Ejecutivo, según los medios de comunicación, ordenó la intervención en el Instituto Hondureño de  Seguridad  Social (IHSS). Cuando  la  noticia apareció, nos dijimos: Hasta cuándo es que el presidente Lobo se da cuenta de sus yerros, ignorando en ese entonces que quien había ordenado la auditoría administrativa había sido el Presidente electo, que seguramente estaba al tanto del desastre de dicha institución.

A estas alturas, lo importante es que esa corrupción tan descarada en contra de una institución tan noble se esté investigando; esperamos que los culpables de ese latrocinio sean juzgados y pasen algún tiempo detrás de las rejas, y además que los obliguen a devolver el dinero robado. Al respecto, me entristece enormemente que un profesional  de la medicina haya dirigido esa comparsa y que ahora se encuentre prófugo y no se presente ante la justicia.

En América Latina los gobiernos de derecha o  de izquierda por igual, han sido partícipes y responsables  en esos actos de corrupción que tanto han dañado nuestras economías, afectando a las poblaciones en general. Parece  ser que el poder los enloquece y embrutece, y que lo único que desean es llenar sus alforjas de dinero en forma grotesca y  despreciable, para después en la llanura gozar de amplia riqueza y vivir como potentados en diferentes lugares del universo.

La  gran ambición de algunos jóvenes profesionales es entrar a las filas del gobierno, no para servir a sus países, sino para hacer negocios desde el poder o meter sus sucias manos en las arcas del Estado. Y es que en nuestra América morena la manera más rápida para  enriquecerse es vivir succionando los pezones de la ubre nacional. Todas estas alimañas, con sendos  títulos pegados en  las paredes, no son más que sanguijuelas succionando la poca sangre que tienen nuestras pobres naciones.

Algunos de esos profesionales criticaron acremente mi artículo cuando escribí  «Tenemos Presidente». No obstante, creo que el actual mandatario está empezando con pie derecho, tratando de limpiar esa podredumbre del gobierno anterior, pero esperamos que también lo haga con los dos gobiernos precedentes  en donde se dilapidó el dinero del Estado y se robó de tal manera, que hasta en carretillas sacaron el dinero del Banco Central.

Todos los hondureños debemos quitarnos la toquilla que nos identifica como miembros de un partido político, y cooperar  con el mandatario para que este pueda limpiar todo ese pasado reciente que nos tiene sumidos en la pobreza, y en eso estoy de acuerdo con monseñor Emiliani, cuando asevera que la corrupción  es la madre de la pobreza y la  miseria. Y es que en nuestra patria,  tirios y troyanos son corresponsables de esa maldita corrupción.

Deberíamos construir una cárcel con paredes de vidrio grueso, meter allí  a todos los ladrones y exhibirlos,  aunque estén encaramados unos encima de otros, pues tendría que ser un aposento penitenciario sumamente grande para meter esa gran cantidad de ladrones que tienen  a nuestra población anémica y a nuestro país en harapos. Me  daría mucho gusto ver  a los que han construido palacetes en otros países con dinero del Estado, desfilando por todas las calles de nuestras ciudades con un cartelón colgado del pecho que diga: YO SOY UN LADRÓN, y todo esto para que las nuevas generaciones, ya que no reciben enseñanzas de ética en sus hogares, aprendan que hay que caminar en línea recta, y que los dineros del Estado son sagrados.

Yo tengo fe que el Presidente Hernández Alvarado si no acaba con los ladrones, que es una tarea casi imposible, comenzará en forma ejemplificante a sanear nuestras instituciones, y de esa manera dar a los presidentes que vienen detrás de él, una ruta de vida de cómo se debe gobernar una nación pobre, que si todos ayudamos, la podemos sacar del fango y de la miseria en que se encuentra. La tarea del Presidente no es solo de él, es de aquellos catrachos  que todavía sienten amor por su patria, y desean sentirse orgullosos de decir: ¡YO SOY HONDUREÑO!!!