En Casa de Las Velas llega el luto por encargo

Dos pistoleros esperaron ayer toda la mañana al propietario de un negocio de velas, solo para ultimarlo a disparos en una calle del barrio La Plazuela, contiguo al centro capitalino.

Ni bajarse del carro dejaron los sicarios al comerciante.
Ni bajarse del carro dejaron los sicarios al comerciante.

José Ricardo Molina Castillo (46), ayer a las 8:30 de la mañana, se disponía a abrir su negocio “Casa de Las Velas”, como lo hacía todos los días para ganarse honradamente la vida y la de su familia.

Bajándose de su automóvil estaba el comerciante, cuando a él se acercaron dos hombres portando pistolas automáticas, estilo cortas.

Sin mediar palabra, uno de los individuos comenzó a dispararle sin piedad alguna y matándolo al instante.

Cometido el crimen, los dos pistoleros se subieron a una motocicleta y emprendieron una veloz huida, introduciéndose por una angosta calle que da al barrio La Bolsa, por una empinada cuesta.

Por su parte, Molina Castillo yacía inerte y todo ensangrentado.

La víctima quedó tendida a un lado de la puerta delantera y del conductor de la camioneta Suzuki negra, supuestamente propiedad del fallecido.

Uno de los pistoleros descargó un arma automática en contra de José Ricardo Molina Castillo.
Uno de los pistoleros descargó un arma automática en contra de José Ricardo Molina Castillo.

Según otros comerciantes que tienen negocios en esa céntrica zona capitalina, la víctima hace dos años se había instalado con el negocio en ese inmueble.

La víctima residía en residencial La Cañada y de acuerdo a familiares no tenía enemigos establecidos.

Uno de los parientes aseguró que su ser querido no les había manifestado si recientemente había recibido amenazas a muerte, producto de las extorsiones que realizan varias bandas delictivas en el centro capitalino y otros puntos de la ciudad.

Sumamente consternados los dolientes, al ver a su pariente muerto, lamentaron que les estuviesen quitando la vida a personas inocentes, ya que su pariente era una persona servicial y que no se metía con nadie.

Antes de ser ultimado a disparos, el malogrado hombre anduvo dejando a sus hijos en los colegios donde los tenía estudiando y superándose.

En el sector hay una cámara de seguridad, la cual filmó el ataque armado. La filmadora ya fue decomisada por la Policía.

Luego del crimen el sector fue acordonado por agentes policiales y otros elementos anduvieron haciendo patrullajes, para ver si daban con el paradero de los pistoleros, pero estos ya habían huido del sector.