Brasil ganó en la inauguración de su mundial, pero dejó muchas dudas acerca de su poderío.
Comenzó perdiendo con un gol en contra de Marcelo, pero después Neymar con dos goles, el segundo con un penal dudoso y otro de Óscar casi al final, cuando Croacia jugaba mejor, se impuso al final por 3 a 1.
Nervioso, sin fútbol en el medio, sin la proyección de sus laterales, con Neymar muy adelantado sin generar jugadas de peligro, le costó mucho empatar y luego ponerse en ventaja, frente a un equipo croata muy ordenado, que esperó atrás, que jugó bien al fútbol por largos períodos de tiempo, que estuvo ganando y que pudo haber empatado cuando estaba 2 a 1.
Mostró Brasil, a pesar de su triunfo, que al menos en este partido le faltaron figuras de categoría.
Que ya no es aquel Brasil lleno de estrellas, de fútbol fino, de juego bonito, que al parecer se le ha perdido para siempre. Tal vez le pesó a este equipo de Felipao la presión del debut, la exigencia de un país que no estará satisfecho si no se logra el campeonato, la prédica de una prensa y un pueblo que anticipadamente lo considera campeón.
Hay que verlo de nuevo para sacar conclusiones, no anduvo bien, pero ganó, y eso es lo más importante. El triunfo le dará tranquilidad, y con el ya no caben dudas que estará en la próxima ronda. Tendrá sin embargo que mejorar mucho, que generar más fútbol, que jugar más a lo Brasil. Lo salvó Neymar, que sacó de la galera el gol del empate y aumentó de penal, pero los que son exigentes saben que tampoco a pesar de las anotaciones el jugador del Barcelona tuvo un desempeño brillante en la creación que es precisamente lo que a su equipo le falta.
Pero ganó y se puso en marcha.
Fue un partido difícil, contra una Croacia que supo lo que estaba haciendo pero que no tuvo fortuna, y que mereció al menos empatar.
Contra Mexico y Camerun parecería que no va a tener problemas. Pero en los octavos la cosa puede ser diferente porque le puede tocar enfrentar a Espana u Holanda. Ahí vamos a saber verdaderamente que capacidad tiene.