Los pobladores de varias comunidades del norte de la capital, no lo pensaron dos veces para desenterrar y consumir parte de unos 1,500 quintales de frijoles, supuestamente tóxicos, desechados por el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

Niños y mujeres se juntaron como zompopos para recoger el escaso grano enterrado en unos predios privados.
Agobiados por la crisis alimentaria, escasez y los altos precios del vital grano, los habitantes no repararon en el peligro que supone consumir el producto en mal estado una vez que se enteraron que estaban enterrados.
“Fuimos con alegría a traer los frijolitos porque el hambre es perra, hermano”, dijo Carlos Rodríguez, uno de los tantos vecinos de las aldeas localizadas en el kilómetro 9 de la carretera que conduce al departamento de Olancho.
“Parecíamos zompopos, todo mundo se llevó su saquito de frijoles”, agregó Roberto Reyes, quien se identificó como vecino de la colonia El Buen Samaritano. “Todo mundo se lo ha estado comiendo y hasta el momento nadie se ha enfermado”, agregó.
“Yo me los comí, son blanditos, es una desgracia que los hayan botado en vez de repartirlos entre la pobrería”, se quejó José Antonio Rosales, otro vecino del sector. “Están sabrositos, para qué le digo, y hasta el momento yo no siento nada”.
No apto al consumo
El grano fue enterrado por orden del PMA con la autorización de las autoridades del Ministerio de Salud, porque contenían un alto grado de toxicidad, aclaró la entidad internacional en un comunicado.
El organismo no explicó las causas de la descomposición del producto ni el monto invertido, pero fuentes de entero crédito confiaron a LA TRIBUNA que el producto estaba bajo custodia del PMA para la Merienda Escolar que reparte el gobierno entre los escolares hondureños.
Al parecer, según la fuente, el PMA habría comprado el producto húmedo y agarró hongo, lo que los obligó a desecharlos rociándolos con químicos para evitar el consumo humano. Otros expertos creen que no era necesario botar el grano sino someterlo nuevamente a un procesamiento de secado.
Los frijoles fueron enterrados a dos metros de profundidad en los predios de la empresa Aldesa, que le presta los servicios de almacenamiento al PMA.
Una vez que se supo que los aldeanos estaban desenterrándolos, las autoridades oficiales pusieron en resguardo el predio y levantaron muestras para determinar el verdadero estado del grano.
“Vamos a investigar verdaderamente este caso, haremos las pruebas necesarias para determinar si los frijoles se pueden comer, ojalá que así sean”, declaró el asesor presidencial en materia agroalimentaria, Julio Aparicio.
El PMA recomendó a los pobladores en poder de este producto destruirlo porque no es apto para el consumo humano ni animal, pero la gente insistió que no les ha pasado nada desde hace una semana cuando comenzaron a comerlo.
El gobierno enfrenta en estos momentos una crisis de frijoles dado el déficit de las cosechas de primera y el acaparamiento de los intermediarios, lo que ha incidido que el precio se eleve hasta en cien lempiras la medida de cinco libras.
En las últimas horas acaba de llegar de Etiopía el primer cargamento de una compra millonaria de frijoles de ese país africano.