Ultiman a coronel retirado de Marina norteamericana

Un coronel retirado de la Marina de Estados Unidos, originario de Chile, pero residente hace años en Honduras, fue ultimado ayer a tiros por varios hombres en el interior de una llantera, situada cerca de la colonia Cerro Grande de Comayagüela.

Andrés Arcaya era ciudadano americano, nacido en Chile y residente hace unos años en Honduras.
Andrés Arcaya era ciudadano americano, nacido en Chile y residente hace unos años en Honduras.

La víctima fue identificada como Andrés Arcaya, de 75 años, ciudadano americano de raíces chilenas, residente en la colonia Villa Elena de Comayagüela, quien recibió al menos ocho impactos de bala y su cadáver quedó tirado boca abajo en medio de varias hileras de llantas que estaban adentro del negocio.

Según se conoció, cuando estuvo activo en el ejército estadounidense se desempeñó como agregado militar en la embajada norteamericana en Honduras y actualmente tenía un hotel en la isla de Roatán.

El crimen se registró a las 9:30 de la mañana, minutos después que el extranjero, junto a su hijo de 18 años, llegó a la llantera a bordo de su vehículo, un pick up Mazda BT-50, azul, para reparar una de las llantas.

Después que los empleados del local le arreglaron la llanta y Arcaya estaba a punto de marcharse, llegaron al lugar tres hombres y lo encañonaron junto a su hijo, al tiempo que lo amenazaban con matarlo.

El cuerpo del extranjero quedó adentro del local, tendido boca abajo en medio de varias hileras de llantas.
El cuerpo del extranjero quedó adentro del local, tendido boca abajo en medio de varias hileras de llantas.

Según las investigaciones preliminares de la Policía, los pistoleros tomaron por la fuerza al hijo de Arcaya, al tiempo que le gritaban que le quitarían la vida sino hacía lo que ellos decían.

El oficial retirado al ver la acción de los delincuentes les pidió que soltaran a su hijo y que les iba dar lo que quisieran, pero que no le hicieran daño.

En ese momento uno de los maleantes revisó al chileno de pies a cabeza, despojándolo de una pistola marca Glock, calibre 9 milímetros, de igual forma le quitó la cartera y al ver sus documentos se enteró que era extranjero y que era militar.

ERA EXCELENTE PERSONA

De inmediato el facineroso les gritó a sus compañeros: “hay que matarlo porque es policía” y acto seguido le dispararon a quemarropa, quitándole la vida al instante y luego huyeron del lugar.

Los parientes y amigos del inversionista extranjero se llamaron al silencio, lamentando entre ellos el crimen.
Los parientes y amigos del inversionista extranjero se llamaron al silencio, lamentando entre ellos el crimen.

Los empleados del negocio expresaron no haber visto a los maleantes, porque estaban compenetrados haciendo su trabajo y debido a que hay un compresor que hace mucho ruido, no escucharon el sonido de las balas.

Al lugar llegaron varios familiares y conocidos del extranjero, quienes no brindaron ningún tipo de declaración, pero lamentaban el alto nivel de criminalidad que hay en Honduras.

Entre sus amigos estaba el exjefe de las Fuerzas Armadas de Honduras, Mario Hung Pacheco, quien lamentó el desafortunado hecho violento.

“La realidad es que los índices de criminalidad están sobrepasando a los entes gubernamentales, encargados de mantener el orden y la seguridad de los ciudadanos en el país”, expresó muy compungido el general en calidad de retiro.

Dos horas después del crimen, el cadáver fue retirado de la llantera y trasladado a la morgue capitalina.
Dos horas después del crimen, el cadáver fue retirado de la llantera y trasladado a la morgue capitalina.

Manifestó que Arcaya era una excelente persona, quien además de invertir en el turismo tenía una cría de caballos pura sangre.

Agentes de la Sección de Homicidios de la Policía Nacional ayer mismo levantaron todos los indicios y pormenores del hecho, que ayuden a esclarecer el crimen, para luego dar con los homicidas.

Hasta ayer se manejaban varias hipótesis sobre el violento hecho, entre ellas que el chileno fue confundido por antisociales con el dueño de la llantera, al momento que cobraban el denominado “impuesto de guerra”.