Pobladores de las colonia Ulloa y Nueva Esperanza, ubicadas en la salida al norte del anillo periférico, donde la vía se conecta con la carretera CA-5, claman a las autoridades competentes porque concluyan ese tramo de la obra que desde hace más de 15 años ha estado inconcluso.
Además, los conductores al igual que los residentes del lugar ya no soportan la polvareda que se convierte en especie de desierto en temporada de verano y laguna de lodo cuando llueve.
En tanto, las personas que caminan por allí deben cargar una bolsa con otro par de zapatos para no arruinar tan rápido con los que van a trabajar o a sus centros de estudios. Desde hace dos años el Congreso Nacional aprobó el contrato a la empresa Astaldi, ganadora entre 24 compañías para concluir el tramo del anillo periférico.
Pero la obra sigue inconclusa y los promontorios de desperdicio de materiales de construcción y basura están a lo largo y ancho de los casi dos kilómetros de vía que hacen falta pavimentar con concreto hidráulico.
Observadores indicaron que desde abril del 2012 se presentaron las garantías para terminar la última fase del anillo, pero las autoridades gubernamentales solo anunciaron el proyecto y quedó “a medio palo”.
El proyecto tiene un costo de 20 millones de dólares, recursos que son financiados en calidad de préstamo por el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). El año pasado, el tramo 1-B del anillo que consta de siete kilómetros fue concluido. Además, en los tramos ubicados entre la intersección a la carretera del norte hasta el puente de la represa Los Laureles se edificaron tres pasos a desnivel y una caja puente.
No obstante, la obra contempla la construcción de cinco pasos a desnivel a lo largo del corredor vial y diferentes trabajos complementarios y hace falta la construcción de casi dos kilómetros. (YLM)