“Pavimentar calles en billetes de a cien”

El presidente de la Confraternidad Evangélica de Honduras (CEH), Alberto Solórzano, reaccionó indignado ante la crisis migratoria y la humanitaria que vive el país y reiteró el llamado que hizo en la Conferencia Internacional el pasado mes, urge una auditoría de la ayuda internacional que han recibido instituciones estatales y las ONG.

Alberto Solórzano.
Alberto Solórzano.

Lamentó que por la falta de tratamiento al problema, ahora con el éxodo de niños en busca del “sueño americano”, se está pasando la factura, “es evidente que si el país está viviendo esto es porque el esfuerzo hecho no ha sido efectivo, Honduras ha recibido millones y millones de dólares, yo creo que nosotros pudiésemos pavimentar calles en billetes de a cien con toda esa cantidad de dólares en millones”.

Al consultarle si existe molestia de su parte en torno al problema migratorio y el manejo que se está dando o que se ha dado, dijo que su estado es de “indignación”, porque lo único que él ha visto, al igual que la población en este tema y en el de la reducción de la pobreza, es que “la única reducción de la pobreza es la del bolsillo de algunas personas que se han quedado con ese dinero”.

“No solo yo (estoy enojado), yo creo que el pueblo hondureño; no solo yo, como ciudadano pagamos impuestos y uno busca que los fondos una vez puestos en manos del gobierno se manejen correctamente”, insistió con la esperanza de que sus declaraciones se hagan eco a nivel nacional e internacional.

En consecuencia, el también pastor del Centro Cristiano Internacional (CCI), hizo el llamado a nivel internacional para que esas ayudas sean más controladas, que los organismos internacionales “revisen a qué y a quienes les están dando el dinero que las ONG de maletín no piensen echar mano a fondos que gente con mucha responsabilidad los donan con la esperanza que son para los más necesitados”.

Aclaró que la tarea del gobierno será identificar a esas ONG de maletín, porque si han iniciado una tarea a beneficio de los migrantes y familias pobres, la misión debe ir más allá del discurso. (SA)