PERIODISTAS

Este mes ha sido lamentable para el gremio de los periodistas por la muerte de su colega Herlyn Espinal, un joven que trabajaba para Hoy Mismo en San Pedro Sula.

herlin-espinal-bitacoraLos comunicadores no terminan de salir de la conmoción por la pérdida de uno de los suyos, de un muchacho lleno de sueños, que amaba su trabajo, que era muy jovial y soñaba con hacer muchas cosas por él y por su querido pueblo, Santa Rita de Yoro, a juzgar por amigos suyos que lo describieron.

Las verdaderas causas de la muerte de Herlyn Espinal la saben únicamente los criminales que le arrebataron la vida de cinco balazos, según lo que dijeron los técnicos de medicina forense.

La irracionalidad del hombre lo ha llevado al extremo de no entender que nada justifica la muerte de otra persona, aunque la víctima sea un criminal, pues para eso están los tribunales de justicia.

Obviamente, cuando se trata de criminales, su única «justicia» es el arma con la que matan, sin importarles la tragedia que le causan a los familiares de las víctimas.

Por las declaraciones que dio el pasado lunes el ministro de Seguridad, Arturo Corrales, el asesinato de Herlyn Espinal no ha sido por el ejercicio de su profesión, con lo que también coinciden las publicaciones que han hecho los medios de comunicación.

Se ha informado que asuntos relacionados con una herencia o de carácter pasional serían la causa de la muerte del joven Espinal, lo que tampoco justifica la forma cobarde en que le han quitado la vida.

Le corresponde a las autoridades investigar, capturar y remitir a los tribunales de justicia a los autores intelectuales y materiales del periodista Espinal, lo que también debería de ocurrir con todos los crímenes que se dan todos los días, pero sería demasiado pedir en un país como el nuestro, donde la impunidad campea.

Durante la semana que hoy termina también trascendió que un nieto del periodista Jesús Vélez Banegas murió de forma violenta en San Pedro Sula, lo que también lamentamos.

El veterano periodista Vélez Banegas es columnista de esta casa editora. Nuestra solidaridad con Jesús y su familia.

Otro periodista, en este caso de la capital, estuvo en peligro esta semana al ser asaltado por delincuentes que le robaron su vehículo, el que después apareció abandonado.

Nos referimos a Jeovanny Castro, quien durante algún tiempo fue redactor de La Tribuna.

Afortunadamente el periodista Castro pudo salir sano y salvo de la acción delictiva en su contra.

TOLERANCIA

La tolerancia es lo menos que practican muchos periodistas en los medios para los que trabajan o desde los que dirigen programas en espacios pagados.

Algunos conductores de esos programas, entre los que hay noticieros formales de emisoras, quieren imponer su verdad y cuando le abren micrófono a los oyentes que llaman para opinar sobre algo, expresando un punto de vista contrario, se vuelven unos energúmenos.

Personas que no son capaces de respetar la opinión de los oyentes, a los que interrumpen y responden de manera alterada solamente porque alguien piensa diferente a ellos, no deberían de conducir espacios de noticias o de opinión.

Hay un conductor de un programa de cinco a seis de la tarde, que es periodista y se identifica como analista político, que a veces no respeta las opiniones de sus oyentes cuando éstos no están de acuerdo con sus puntos de vista.

Igual actitud asume, aunque un poco moderado, cuando el que no está de acuerdo con él es su compañero en cabina, quien no sería extraño que se vaya del programa por la intolerancia de su director.

Los conductores de programas de opinión no pueden pasar por alto que se deben a los oyentes, que sin ellos no son nadie.

Deben saber, incluso, que sin un oyente les llama un poco alterado porque no está de acuerdo con lo que están diciendo en el programa, hay maneras de responderle sin ofenderlo, sin gritarle, sin decirle que está equivocado o cualquier otra cosa.

Al oyente hay que dejarlo hablar, no importa que se ponga pesado, y si llega al extremo de expresar frases irrespetuosas, con un vocabulario soez, entonces se le interrumpe y se le dice que es política de la emisora no permitir ese tipo de expresiones, precisamente por respeto al público que les escucha.

En los programas de opinión, las diferencias de criterios sirven para enriquecerlos más, pero si su director o conductor es un pedante, que solamente acepta elogios, como suele ocurrir con el personaje al que hoy nos referimos, mejor que no abra los teléfonos al público y que haga de su espacio un monólogo. Y es que, además, se molesta cuando algún oyente le recomienda que lea o se documente más sobre el tema que está hablando porque no lo maneja bien, como sucedió en uno de los programas de esta semana.

Hay conductores de programas de radio que por su mala manera de conducirlo, por su soberbia y prepotencia, literalmente le imploran al oyente que cambie de emisora.

Eso deberían saberlo todos los dueños de medios, por pequeña o «grande» que sea su radio.

Saludos mis siempre caros y fieles lectores, y hasta la próxima.