TÓPENLOS

arquero3TIENE que ocurrir una calamidad para que el público preste atención a la noticia. Como este trágico accidente automovilístico acaecido en la carretera CA-5 que quitó la vida a 11 compatriotas, entre ellos10 integrantes de la Escuela de Capacitación de Mandos Intermedios de la Fuerza Aérea Hondureña. El grupo de caballeros cadetes venía de recibir un curso de la escuela de capacitación de La Ceiba, a bordo de un microbús, cuando fueron embestidos aparatosamente por un pick up a exceso de velocidad. Cada 8 horas muere una persona en accidentes viales. En lo que va del año se han reportado 6,225 accidentes viales a nivel nacional, originados por diferentes causas.

Las estadísticas reflejan que “2,867 accidentes se originaron porque los conductores no estuvieron atentos a las condiciones de tránsito y 1,051 porque no acataron las distintas señales de tránsito. Por exceso de velocidad ocurrieron 904 accidentes, 281 por andar en estado de ebriedad, 186 por la imprudencia del peatón y 5 por la imprudencia del pasajero, 141 por fallas mecánicas y 790 por el estado de la calle”. “Esa cantidad de accidentes dejaron en el primer semestre del 2014, un total de 396 decesos, entre ellos 357 adultos y 39 menores de edad, pero cabe señalar que esa cifra de muertos, no incluye los que se han registrado en el mes de julio, por lo que se estima que la cantidad de fallecidos se acerca a casi 500 víctimas. Esas personas han fallecido en colisiones, choques, volcamientos, caídas, despistes, por aplastamiento y atropellados, en los que se incluyen todo tipo de vehículos, desde gigantescas rastras hasta motocicletas”.

Las autoridades de Tránsito señalan que “muchas de esas muertes podrían evitarse si los conductores se mantuvieran alerta a las condiciones del tráfico vehicular y su entorno pero, como a veces la gente no toma conciencia de la responsabilidad que se asume al estar frente al volante, suceden tragedias”. “Al final quien decide a qué velocidad conducir somos nosotros, si respetamos las señales de tránsito y evitar todas aquellas variables que pongan en riesgo nuestra vida, como ir chateando, hablando por teléfono, comiendo o no respetando las señales de tránsito”. Lo anterior es una realidad, pero hace falta agregar otro factor. Ello es que la ley debe ser aplicada por la autoridad. Es sobre lo que hemos insistido en repetidas ocasiones. La cosa no consiste en dejar que la gente, en su mayor parte choferes manudos –que a saber cómo sacaron licencia– manejen a su gusto y antojo. Eso es lo que sucede a diario porque no hay autoridad que sancione la falta.

La ciudad capital es un endemoniado hormiguero donde los motoristas –sobre todo de taxis, buses y “rapidolocos”– manejan a la diabla, se meten por donde quieren, paran donde mejor les convenga bajar y subir pasajeros, no respetan las escasas señales de tránsito que están a la vista, sin que haya un solo agente de tránsito que los detenga y les imponga la multa que manda la ley por la infracción cometida. Esto parece potrero donde descarriados andan sueltos atropellando al que se les ponga enfrente. Si hubiese castigo por violar la ley, por conducir ebrio, o chateando con la boca abierta, distraído platicando por el celular, sin los cinturones de seguridad, no les quepa la menor duda que no solo habría menos accidentes de tránsito sino que, poco a poco, se iría infundiendo la costumbre de respetar la ley. Tópenlos y se darán cuenta que poner orden es rentable y salva vidas.