Reminiscencias del mundial de fútbol

Por Dagoberto Espinoza Mura

DAGOBERTO-ESPINOZA-MURRA-70Durante la segunda quincena del mes de junio y la primera de julio del año en curso, la radio, la televisión y los periódicos nos mantuvieron informados de todos los detalles del campeonato mundial de fútbol que se celebró en Brasil. En lo personal, admiro sin apasionamiento,  los equipos  que además  de brindarnos un buen juego, nos dan la sensación que en el manejo de la pelota son tan útiles las extremidades inferiores como la inteligencia.

La selección hondureña despertó muchas ilusiones en el conglomerado nacional; desafortunadamente los resultados nos dejaron fuera desde la fase inicial. Y es que en los deportes, como en política, muchas veces no se logra lo que se desea. Ambas actividades requieren de práctica, estudio, serenidad de ánimo y un compromiso patriótico. El juego brusco y sin visión de conjunto puede malograr valiosas oportunidades.

Tengo dos cuñados aficionados al fútbol. En el plano internacional los dos han sido admiradores del juego brasileño y hasta aseguraban que en el campeonato que acaba de finalizar el equipo anfitrión agregaría otra presea  a sus históricos triunfos. Cuando les comenté que en un viaje a Sao Paulo (hace más de un año) había escuchado allá que la selección de ese país no estaba preparada para la competencia que se avecinaba, no dieron crédito a mis palabras.

Vino el primer encuentro del campeonato y todo mundo vio, sorprendido, cómo la selección croata puso en aprietos a la brasileña. Luego España cayó derrotada ante Holanda con una diferencia que nadie esperaba. Honduras desde el principio dio muestras que no estaba a la altura de la selección francesa. Vimos muchos partidos y aunque nuestro vaticinio era que Alemania u Holanda alcanzarían el primer lugar, nos impresionaron los ghaneses disputándoles a los alemanes y los mexicanos a los holandeses. Costa Rica se ganó la admiración y simpatía de millones de telespectadores y en los estadios donde le tocó jugar, los asistentes aplaudían frenéticamente cuando el guardameta Navas paraba en seco el balón impulsado por un atrevido delantero del equipo contrario. Colombia tuvo un admirable desempeño y hay quienes dicen que la reelección del presidente Santos se debió tanto a su apoyo al proceso paz en su país, como al triunfo de la selección el día previo a los comicios. La selección de Estados Unidos alcanzó con su portero Howard niveles envidiables y es posible que dentro de cuatro años, en Rusia, llegue a cuartos de final.

El menor de los cuñados (Carlos Ramón) quedó tan decepcionado que después de la derrota propinada por Alemania a Brasil ya no quiso ver los siguientes partidos del equipo de su predilección. El mayor (Octavio) me explicó que la falla fue del técnico, pues les impuso a los brasileños un estilo diferente al que han  jugado por décadas.

Volviendo al fútbol hondureño, Octavio me relató muchas experiencias de los equipos nacionales y se refirió con admiración a jugadores que las nuevas generaciones no conocen. Los hermanos Nayo, Cofra Caballero y la Cucaracha Fonseca formaron, dice, la  “Trinca infernal” que hizo historia en el Marathón de San Pedro Sula. A Clay Garbuth, le decían “Tenazas de acero”, por su desempeño como guardameta. Muchos hondureños, agrega, han sobresalido en el extranjero y citó a la  “Coneja Cardona” que jugó en varios equipos españoles, incluyendo el Atlético de Madrid. En la inauguración del estadio Azteca, reforzando a un equipo de España, hizo uno de los primeros goles  en el  evento. Calistrín  Suazo  y Gerónimo Yearwood también se lucieron en España. No olvidar, enfatiza, al Macho Figueroa como goleador también en España.

Por mi parte le mencioné algunos nombres: Furia Solís, Chula Gómez, Cayuyo Williams, Pipe Barahona, Zacarías Arzú, Pito Castro, Popo Godoy y el Pando Galindo. Ambos estuvimos de acuerdo que todavía no ha sido superada la encomiable labor del gran maestro Chelato Uclés cuando preparó la Selección Nacional que tantas simpatías captó en España en 1982.

Este dato, me dijo Octavio, de repente ni el acucioso Salvador Nasralla lo conoce: Se trata del equipo Lempira, de Las Guarumas, formado por jugadores de excelente calidad de los campos bananeros y que tuvo una lucida presencia, aunque fugaz. Allí se formaron el gran portero, la “Pantera” Velásquez, el delantero Emilio Peralta (Juan boy), también Jeremías Cruz y el “Tigre” Perdomo. Este equipo llegó a la primera división en la década del sesenta y frecuentemente rivalizaba con los Broncos de Choluteca. Participamos -él fue dirigente del equipo- en tres temporadas y luego desapareció, me dijo el cuñado con cierta nostalgia.