¿Se les podrá llamar grandes hombres?

Andrea Lucia Rodríguez (16 años)

Una de las líneas más recordadas de Thomas Carlyle es aquella que dice  “Ningún gran hombre vive en vano; la historia del mundo no pasa de ser la biografía de grandes hombres.”   ¿Entonces, por qué seguimos llamando a los políticos grandes hombres? Esto puede sonar muy crítico y generalizado, ya que aún existen unas pocas personas que mantienen sus convicciones y no se dejan llevar por el envolvente mundo de la corrupción, pero no encuentro ningún argumento válido que pueda contradecir  mi pregunta. Podrán formar parte de la historia pero muy pocos logran contribuir  a esta como se debe.

En mi opinión estos “memorables personajes” que durante sus campañas se presentan ante la población como caballeros viniendo al rescate en sus corceles ya sean azules, rojos, verdes, amarillos o negros son los más grandes maestros de la mentira y el engaño. Ofrecen promesas de sacar al país de la pobreza, disminuir el analfabetismo, liquidar al lobo feroz llamado delincuencia; pero al final muy pocos nos damos cuenta que al llegar al poder todo esto se tirará, terminará en una caja que poco a poco se llenará de polvo y telarañas en el ático de alguna casa, la casa de las falsas promesas y vencida voluntad de la población.

Creo que solo aquellos que la conozcan podrán entender mi dolor, impotencia y rabia al encontrar a lo largo de la historia de Honduras tantos “líderes” que nunca supieron ser lo que se supone eran, líderes. No vale la pena siquiera mencionar sus nombres, me parece que basta con mencionar sus “hazañas”.  Entre estas hazañas encontramos como se malbarató el territorio hondureño en los tiempos aquellos en que las compañías extranjeras ofrecían el cielo y la tierra, la magia negra que hacía que en aquellas primeras obras de infraestructura en Honduras sólo apareciese un cuarto del presupuesto original, la represión a la opinión pública, las negociaciones bajo la mesa que por tantos años se han mantenido ocultas del pueblo, los saqueos hechos a instituciones públicas de las cuales millones de hondureños dependen, como dejar por fuera los múltiples golpes de Estado que sólo se ejecutaban para que un líder predilecto tomará el poder y sumiese al país cada vez más en el terrible mar del atraso. Espero que el presente gobierno no caiga en los mismos errores, espero que de una vez comiencen a hacer las cosas bien.

¡¿Qué pasó con los valores, qué pasó con la moral, qué pasó con aquellos que valientemente defendían los derechos de los ciudadanos que los llevaron al poder?¡

Una vez incluí en mi lista de sueños: Llegar al poder y sacar a Honduras de la situación tan lamentable en la que se encuentra. Lastimosamente este sueño se quebranta día a día, cada vez que veo como la corrupción se come a todo el gobierno, al saber que en ese sistema oligárquico que nos lidera si uno no roba, si uno no cede no prospera y se le amenaza por el simple hecho de querer que las cosas se hagan de acuerdo a la ley. Lo único que mantiene mi sueño en pie es el amor que le tengo a Honduras, saber que no el país no es el malo ni el rufián,  aquí la culpa radica en esos despreciables seres que primero piensan en sus cuentas de banco, sus lujos y por último en las misión que se les dió: cumplir la voluntad del pueblo y servirle a este.

Los valores como la honestidad y el nacionalismo poco a poco están desapareciendo. Se supone que en el pasado existieron y muy pocos los llevaron a la práctica, se imaginan lo que pasará de aquí a unos 10 años cuando estos se hayan extinguido totalmente. Como se escucha en aquella famosa canción “A dónde vamos a parar”.

Es triste escuchar a los padres decir que no quieren que nosotros sus hijos vivamos en este país que los vio crecer, este país cuya riqueza excede los límites, este país que orgullosamente puedo llamar mi patria. Es aún más triste saber que su deseo de que algún día nos vayamos de aquí para  no volver se debe a ese grupo en el que con mucha ilusión le depositaron su fe en las urnas, los políticos.

Señores políticos, no serán ustedes los delincuentes que asaltan en las calles, los que atentan contra una vida inocente por un celular, pero son ustedes los que permiten que esto ocurra. Son ustedes los que impiden que las noticias de importancia duren más de una semana en Honduras ya que saben el costo que esto le traería a su reputación. Cada vez que a su bolsa llega un billete que debería ser para obras públicas ustedes cometen un crimen imperdonable, les roban a aquellos que en ustedes confiaron, a aquellos que tanto necesitan. Yo les pregunto, ¿alguna vez se tocan el corazón y piensan en aquel niño que desea ir a la escuela pero por carencias no puede, en ese anciano que busca ayuda para pagar sus medicamentos, en ese padre de familia que tiene hasta tres trabajos para poder darles a sus pequeños una vida digna? Creo que yo misma les puedo contestar esto, NO LO HACEN. Son tan sínicos, insensibles y egocéntricos que sólo piensan en ustedes y su bienestar, en sus 10 casas, sus carros de último modelo y su ropa de diseñador. Lo peor de todo es que sus crímenes permanecen impunes, sus juicios, si es que llegan a hacerles uno, son comprados, y luego andan por las calles con la frente en alto y se golpean el pecho como grandes héroes cuando no son más que unos animales carroñeros que poco a poco le extraen la vida a la llama de la democracia y le quitan a Honduras lo que de ella es.

Les agradezco profundamente y le expreso mi más grande admiración a aquellos funcionarios que si cumplen sus obligaciones, que no roban al pueblo, que piensan en el prójimo y cumplen con la constitución, ojala algún día existan más como ustedes. Su trabajo es el que mantiene a Honduras viva,  sus acciones generan un cambio aunque este se vea a veces opacado, recuerden que para ver un arcoíris hace falta un poco de lluvia, pero cuando este brilla no hay nada que lo pueda opacar. Honduras los necesita, por favor no la abandonen. Luchen hasta el final para que por fin salgamos de este abismo en el que estamos. Se los pido de todo corazón.

Sigo esperando el día en que un hombre o una mujer con las misma valentía y honestidad  del famoso “caballero sin tacha y sin miedo”  llegue al poder.  Me pregunto si entre nosotros aun vaga errante el espíritu de José Trinidad Cabañas, uno de los pocos lideres hondureños que en mi opinión merece respeto, admiración y honor. Cabañas reflexiono “No se trata de fundar la República de algunos, sino la República de todos”. Que diría Cabañas si escuchará de las ollas de corrupción que se destapan día a día, creo que al pobre se le caería la cara de vergüenza al ver en lo que han convertido a su país. En una piñata donde solo aquel que es fuerte o tiene contactos recibe dulces.

¿Después de leer esto, aun consideran que los políticos son grandes hombres?

* Para mí un gran hombre es aquel que es coherente, aquel cuyas acciones semejan sus ideales, aquel que vela no solo por su bienestar sino también por el de los demás. Jamás podrán los malos políticos hondureños llegar a ser grandes como lo fue por ejemplo Juan Pablo II. Este hombre, que ahora es un Santo, dedicó su vida al servicio de los demás, a dar desinteresadamente, a buscar un cambio pacífico en el mundo. El si es digno de ser llamado un grande y creo que no existe ninguna palabra en el mundo que pueda describir su enorme corazón.

cintillo1