Alianza política o juego de oportunistas

Por Marcio Enrique Sierra Mejía

marcio-enrique-sierra-2¿A qué quieren llegar los liberales de clara postura capitalista conservadora con los socialistas que políticamente van luchando por una sociedad socialista? Se percibe que ambas fuerzas políticas lo que buscan es controlar el rumbo legislativo en favor de propios intereses. Empero, cuáles son los intereses en común que puede tener un socialista como Rafael Alegría y un liberal como Mauricio Villeda, o una liberal como Waldina Paz con Esdras Amado López. ¿Acaso los liberales estarían de acuerdo en apoyar una Reforma Agraria de carácter socialista en la que el Estado establece a quién le pertenece la tierra y cómo distribuirla? ¿Qué interés político mueve a los socialistas para acercarse a los liberales y no a los nacionalistas? ¿Será que los socialistas asumen que pueden influir en los diputados liberales para promover sus intereses en el Congreso Nacional? Más allá de estas interrogantes la realidad es que no hay elementos para pensar que se pueda concretar una alianza política que gire alrededor de objetivos de transformación social profundos en común, lo que existe, es un juego entre oportunistas políticos que buscan espacios electorales más sólidos.

El surgimiento del político nacionalista Juan Orlando Hernández Alvarado, crea una alteración ideológica en el movimiento social no socialista, que pone en jaque, tanto a los liberales conservadores como a los socialistas radicales, dado que el nuevo enfoque político de los nacionalistas, demanda una transformación social, que ataca los cimientos del capitalismo neoliberal y empuja cambios hacia un modelo de desarrollo de nuevo tipo, que los socialistas aún no aceptan porque se han estancado en un planteamiento ortodoxo de corte marxista. Siguen calificando al gobierno como si fuese una dictadura represiva y antipopular porque aprovechan que las condiciones sociales y económicas están bastante deterioradas, no por culpa del gobierno actual, sino que por años de conducciones gubernativas desordenadas, corruptas y populistas que no contribuyeron en mucho a cambiar el curso de la historia. Hay que reconocer, que el actual presidente, demuestra un enfoque político económico y social diferente: muy comprometido con políticas de desarrollo inclusivas. Mismas que ocasionan malestar en los tradicionales grupos económicos que han venido controlando los hilos del desarrollo capitalista, asociados orgánicamente con influyentes empresarios liberales que apoyan a Mauricio Villeda. La verdad, es que los acercamientos entre los melistas y los villedistas, son para asegurar que el Presidente Juan Orlando, no logre cimentar una popularidad que les afecta electoralmente. Por una parte, porque le quita la bandera de lucha política a los liberales, y por otra, porque los socialistas pierden posicionamiento electoral.

Llama la atención que mientras socialistas como Daniel Ortega y Rafael Correa aceptan realizar acercamientos políticos con el Presidente Juan Orlando, los socialistas en Honduras, prefieran acercarse a los liberales conservadores que no proponen el cambio de la actual estructura de dominación que privilegia el desarrollo económico excluyente. Se produce un juego político que se percibe oportunista, dado que, quienes encabezan los diálogos, están más enfocados en pretensiones políticas individuales y económico oportunistas de corto plazo, que en establecer acuerdos de desarrollo económicos estratégicos, que impulsen la estructuración de un nuevo orden social y económico. Los liberales no tienen una plataforma de lucha política muy bien definida, y mucho menos, un plan económico de largo alcance que demuestre una posición político económica eficaz para lograr un nuevo tipo de desarrollo económico inclusivo. Por su parte, los socialistas, nadan en aguas sucias y turbulentas porque están con Dios y con el diablo. Libre está pasando por una crisis interna porque han comenzado a aflorar intereses contrapuestos que tienden a desestabilizar el control político de los genuinos socialistas. En tanto que sean los melistas quienes manejen la dirección de ese partido, los auténticos socialistas tendrán que ejercer una contraofensiva táctica, que les permita jugarretas con el Partido Liberal pero también con el Partido Nacional. No todo lo que brilla es oro.

Esos acercamientos entre melistas y villedistas son débiles y muy emotivos. Probablemente, el caso de Comayagua, les ha creado un espejismo político que les obnubila la mente y les hace creer que el Partido Nacional anda torcido. Lo cual no es exacto. Ahora bien, los nacionalistas tienen el deber patriótico de profundizar el cambio socioeconómico en Honduras. Los pobres la claman y los dirigentes de la sociedad civil también. Asimismo, los empresarios honestos ya están cansados de vivir en medio de tanto descalabre económico. Empero, no hay que buscar acercamientos solo con las fuerzas liberales honestas, también hay que acercarse a los socialistas sensatos porque a la larga, para lograr los cambios socioeconómicos y la justicia, se necesita del concurso de todas las fuerzas comprometidas con el desarrollo económico inclusivo de Honduras. El líder actual del Partido Nacional, es sin duda alguna Juan Orlando. Su filosofía política es tolerante para impulsar el cambio social bajo una estrategia de desarrollo de economía social de mercado y claramente determinada para evitar la dictadura socialista radical que promueva la violencia y el odio de clases. Las fuerzas progresistas que no comulgan con las políticas radicales que propugnan los socialistas; ni tampoco, con las fuerzas de la derecha extrema que insisten en privilegiar el orden capitalista excluyente y generador de pobreza e injusticia, merecen un nuevo tipo de capitalismo que dé orden, cree relaciones de producción solidarias y cambie las condiciones que impiden el bienestar social general de la población.