Los alcaldes

Por Benjamín Santos

benjamin-santos-new_70El involucramiento real o supuesto de alcaldes en actividades ilícitas ha causado preocupación en los últimos días, porque la tradicional ineficacia de las instituciones nacionales ha sido cubierta parcialmente por las corporaciones municipales y por el esfuerzo de cada familia por sacar adelante a su prole. La figura casi paternal del alcalde como representante de la Corporación Municipal ha estado presente en las buenas y en las malas al lado de su comunidad. Preocupa, entonces, que se deteriore el vínculo de confianza y solidaridad entre los municipios y su dirigencia.

El municipio como la división territorial más pequeña (aunque hay municipios grandes), nos llegó de Roma por medio de España en la época colonial. Los romanos fueron grandes administradores, guerreros, juristas, ingenieros, es decir grandes técnicos, al contrario de los griegos que se dedicaron a actividades ajenas a la técnica, actividad que por su carácter eminentemente práctica no era bien vista. Aunque con diferentes nombres, los municipios existen en todo el mundo: indiferentemente si se llaman comunas como en Francia, cantones como en Suiza y Costa Rica, los municipios desempeñan las mismas funciones.

En América Latina, por la influencia negativa del presidencialismo que conduce a la  personalización excesiva del poder, la figura del alcalde se ha distorsionado y en vez de ser el coordinador y representante de un cuerpo colegiado que se llama ayuntamiento, corporación, municipalidad, alcaldía o consejo, se le considera y algunos actúan a veces como si fueran presidentes de una pequeña república, es de decir por sí y ante sí. Afortunadamente la mayoría de las corporaciones municipales deciden y actúan como entes colectivos con las correspondientes consultas populares en cabildos abiertos como corresponde.

Las bases de la democracia y del desarrollo descansan en los municipios. La cercanía del pueblo con sus autoridades permite un conocimiento mutuo de manera que en las elecciones se rompen las lealtades partidarias y la gente selecciona al que considera mejor sin importar su filiación política. También es una ventaja que la misma cercanía permite una auditoría social, es decir un control más estrecho de los administrados sobre los administradores. No gobernantes  y gobernados, porque el municipio es una circunscripción administrativa y no política.

Hace bastante tiempo se viene diciendo que hay alcaldes involucrados en actividades de narcotráfico y lavado de dinero. A sottovoce se han mencionado nombres y lugares. Parece que ahora las autoridades del sistema de justicia han decidido aclarar esa situación y concretar de qué casos se trata. Nos alegra que eso sea así para que no se manche el nombre y la función de alcaldes que de buena fe y con la mejor intención se entregan al desempeño de su cometido.  Además de que nunca es bueno que paguen justos por pecadores, la tendencia a partirnos con la primera y a generalizar que es parte de nuestra cultura, no favorece a los municipios en este caso.

Hasta los años 70 del siglo pasado más o menos la gente al momento de escoger un candidato a alcalde fijaba sus ojos en los ciudadanos más honrados y había que rogarlos porque el sueldo era insignificante o sencillamente no había sueldo. Ahora las corporaciones municipales reciben más ingresos de tasas, impuestos y del subsidio gubernamental lo que permite que los ediles bajo el amparo legítimo de la autonomía municipal, se fijen los sueldos con mayor generosidad y la disputa electoral de los cargos edilicios se vuelve más apetecible. Pese a ese cambio, nunca los ingresos le permitirán a un alcalde volverse multimillonario y es fácil comparar los ingresos con los egresos, que están a la vista de todo el mundo por lo menos a juzgar por la apariencia. Los pueblos vía denuncia tienen en sus manos la posibilidad de cooperar con el sistema de justicia como veedores sociales a fin de evitar que el fenómenos que sirve de tema a esta columna aumente hasta volverse incontrolable. Luchemos porque la confianza en las corporaciones municipales se mantenga incólume.