“El hombre no es completo”

Por Carlos A. Medina R.

carlos-a-medinaLos hondureños en nuestra manera de hablar el español, tenemos frases y oraciones específicas para designar situaciones especiales. Por ejemplo, si a un hombre “le falta un tornillo en la cabeza”  decimos que “no es completo”, y no nos referimos a su masculinidad, sino a su manera sui generis de actuar en relación al conglomerado en que vive. Un colega pediatra de gran prestigio, se refirió a un expresidente hondureño y me dijo “ese hombre no es completo”.

Pues bien, viendo en la televisión la noticia sobre Venezuela y la versión del Padre Nuestro, oración única que Jesucristo nos dejara, transformada en una plegaria burda impregnada de fanatismo y dedicada al difunto expresidente Chávez,  defendida y aplaudida por el presidente Nicolás Maduro de esa nación, inmediatamente me vino a la mente la expresión “este hombre no es completo”, especialmente por el objetivo final de querer santificar al creador del Socialismo del Siglo XXI.

Nicolás Maduro ha contado que Chávez se le ha aparecido en forma de un pajarito, y desde el cuerpo celestial en donde él se encuentra, le manda  “un saludo a su querido  pueblo venezolano, especialmente a sus correligionarios y camaradas, de aquí y de allá”. Ese culto a la personalidad  nos recuerda frases como esta: “Viva Dios en las alturas y Carías en Honduras”, copia que se derivó del culto a la personalidad del dictador dominicano Rafael  Leónidas Trujillo, así como también a Benito Mussolini en Italia, Somoza en Nicaragua y Mao Tse-Tung en la China Comunista.

Estos dictadores y sus adláteres en su proceso de mantenerse en el poder, eliminan la libertad de prensa y martillan a la población diariamente para que el pueblo sin otra salida, continúe como borregos el camino que marcan esos gobiernos dictatoriales. Creemos que es primera vez que se usa la oración que Jesús el Cristo nos dejó para recordarnos siempre que el cristianismo es básicamente dos cosas: amor y perdón. Utilizar dicha oración para “santificar” a un dictador latinoamericano, no solo es una falta de respeto a los cristianos del mundo, sino que también una locura producto del fanatismo.

El colega pediatra que tanto me ayudó junto con otros excelentes galenos en la década del 70  a manejar en forma ejemplar el Hospital Materno Infantil y establecer la especialidad de Pediatría en Honduras, no se refería necesariamente a Nicolás Maduro, sino que a uno de sus amigotes catrachos, el expresidente Manuel Zelaya Rosales cuando se refirió a sus casi cuatro años de gobierno, y su intento de quedarse en el poder a través de la cuarta urna, ahora doblemente manchada por el latrocinio a los dineros del Estado para llevarla a cabo.
Con su peculiar manera de hablar, nuestro querido amigo se refirió a los dos olanchanos expresidentes y me dijo: “¿No cree usted que ponerles un yugo en la nuca sería loable para que los dos bueyes dieran vueltas y vueltas como en las moliendas de antaño, para que jamás se les ocurriera volver a pisar la Casa Presidencial, y se quedaran para siempre y no salieran de su Olancho”? Yo le sonreí y le contesté que posiblemente “los dos no son completos”…

Dios quiera, que esa página gris de nuestra historia no vuelva a ocurrir y que los hondureños despertemos para que tratemos de llevar al solio presidencial a las personas más preparadas, más inteligentes, con un rigor ético ejemplar y un verdadero amor a la Patria. Aunque no se crea, sí  existen esos personajes y hay que entusiasmarlos para que sean nuestros futuros líderes, los hombres iluminados que han de conducirnos por mejores caminos y enseñarnos que verdaderamente “la Patria es ara y no pedestal”.

La mejor manera de formar ciudadanía es educar a  nuestro pueblo, no solamente para que pueda escoger los mejores hombres que la Patria tiene, sino que también enseñarles que el fanatismo es obscuridad mental, y si hemos de emular a un José Trinidad Cabañas, hay que hacerlo, porque la nación necesita de muchos Cabañas, que fue un  guerrero de la honradez y un apóstol de virtudes ciudadanas.