La familia y la lealtad

Por Patricia D´Arcy Lardizábal

patricia-darcy-2Cuando a una le toca analizar lo bueno, lo malo y lo feo de lo que prevalece en el mundo, tiene que remontarse a la más antigua de todas las sociedades y la única existente: “La familia”. Es la relación padre, madre e hijos, el núcleo que, posteriormente se convierte en sociedad y en el elemento básico que con el devenir del tiempo viene a componer la base de la nación; de allí la importancia de los principios que nos inculcan nuestros padres y que, a nosotros nos obliga a transferir a nuestros hijos.

Esos principios se llaman asimismo “los valores” que como su nombre lo indica es lo que le da valor y el verdadero justiprecio a la persona. La amistad, la lealtad, la solidaridad, la bondad, la compasión, el respeto, tienen a su vez varios componentes que los regulan como la moral, la religión, la propia ley y todas ellas son las que limitan o nos modulan para actuar en sociedad.

La familia es la primera escuela que nos dicta aquellos procedimientos con los cuales debemos comportarnos, algunos de ellos físicos; nuestros padres nos enseñan a lavarnos las manos, a comportarnos en la mesa, la manera cómo debemos comportarnos con nuestros semejantes y a sentirnos libres o menos esclavos de este mundo donde para algunos lo que prevalece es el dinero, la ropa de calidad, el automóvil que conducen, el collar que se ponen, el solitario que llevan en el dedo izquierdo, más que el anillo de compromiso que antes se respetaba que era la antesala del matrimonio.

No hay lugar a duda que en este mundo en que prevalece el capital más que el trabajo hay personas que cuando tienen algunos o muchos centavos acumulados y otros que han amasado cuantiosas fortunas, no reparan en la forma de adquirirlas, lo importante para ellos es “tener”, y como dicen “les vale charra” que sus maridos, sus padres o sus esposas los hayan extraídos de los fondos nacionales robándose sin escrúpulo las medicinas de los hospitales para ejemplo el robo y fraude del Instituto Hondureño del Seguro Social. Esto sobresale aún más en el sector público, donde a nivel nacional y al aprobar el presupuesto, los diputados pueda que lo hagan pensando en el pueblo, pero la realidad es que, días después ochenta centavos de cada lempira aprobado según las propias autoridades que manejan el presupuesto, solamente le quedan veinte centavos del peso para hacer obras en beneficio de la comunidad y de este pobre pueblo pobre.

Pero no importa para algunos y algunas de dónde provenga el dinero que ostentan y dilapidan, lo importante para los hombres públicos es tener “una coronela” o una Land Cruiser último modelo  para que les dé “status”, y con el precio de la gasolina de hoy en día, más de Lps.100 el galón, todavía no se quedan allí sino que andan rodeados, el esposo y la esposa de “guaruras” que también tienen sus propios automóviles pagados por el Estado, pero de este el único elemento sensible es el pueblo que es aquel que siente en su viva carne el abuso del empleado público de turno. Las revistas de sociedad dentro de la mercadotecnia promovida por los medios de comunicación le rinden culto a la mujer mejor vestida, a la que tiene la última cartera y zapatos Jimmy Choo, y las pudientes agrupadas como las abejas se sonríen o se ríen de los tontos.

Pocas de ellas y de estos sujetos temporalmente privilegiados, piensan en los valores entre ellos, la bondad y el desprendimiento. Nos sorprende, sin embargo, y nos impacta ver los que verdaderamente ricos como Bill Gates y Carlos Slim, regalan miles de millones de sus fortunas para tratar de matarles el hambre a los pueblos desvalidos de África y a los más pobres de Latinoamérica. Pareciera que entre más dan DIOS los premia dándoles más e incrementando sus capitales, pero hay una medición que el SEÑOR que es justo y la moral compensa para aquellos que saben valorar lo que tiene el mejor precio. Por algo hace dos mil doce años, vino un hombre hecho DIOS que a veces olvidamos cuál fue su actitud y mensaje personal que cada día tiene más vigencia y presencia: “El dar”.

Un ser con sandalias de peregrino que no vino a recibir aplausos ni a sacarse fotografías ni a usar la ropa de última moda, este hombre que hizo de su vida y de su ejemplo la humildad como valor fundamental dio todo por nosotros inclusive su propia vida por el perdón de nuestros pecados.

En lo social deben haber lealtades -lealtad entre hijos y padres, entre amigos y amigas, entre socios y correligionarios; la libertad para hacerlo y la escogencia para poder hacerlo, depende de los valores morales, existen algunos que su objetivo fundamental es el pisto, la comodidad y el lujo, en vez de buscar la seguridad y la realización.

Entre todos los seres la unión permanente es una forma voluntaria, y la familia misma no subsiste más que por acuerdo, esa libertad común de escoger es consecuente con la naturaleza del hombre. Una vez que el niño llega a la edad de la razón y alcanza la mayoría de edad se convierte en dueño de sí mismo, y es allí donde también es dueño para escoger esos valores inculcados en su hogar, es en ese momento donde llega a darse cuenta: Que solo lo barato se compra con el dinero.

(El que es leal eleva su mirada con humildad, y el que es desleal con soberbia) Raimundo Lulio – Libre de mil proverbios.