Historia de una Europa desaparecida

Los quince reinos desaparecidos que repasa esta obra constituyen un antídoto de visiones sacralizadas de los pasados nacionales.

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XAVER CASAIS

El autor sostiene que todos los estados acaban desplomándose y que la escisión de Escocia será el primer acto del fin  de Gran Bretaña

Cuando España y Gran Bretaña afrontan sendos desafíos independentistas, el nuevo libro del historiador británico Norman Davies (Bolton, 1939), Reinos desaparecidos, constituye una lectura tan atractiva como oportuna. El autor (un premiado académico conocido por sus estudios sobre Polonia y Europa) reconstruye aquí la historia de 15 reinos desaparecidos del viejo continente: Tolosa, Alt Clud, Burgundia, Aragón, Lituania, Bizancio, Borussia, Sabaudia, Galitzia, Etruria, Rosenau, Chernagora, Rutenia, Eire y la URSS.

Con este fin, este voluminoso libro (850 páginas de texto y 50 de aprestadas referencias bibliográficas) organiza su información en breves ensayos autónomos. Cada  uno se  inicia con unas pinceladas descriptivas del territorio abordado en la actualidad, seguidas del relato de su historia que acaba con una meditación del autor sobre la huella del pasado. La obra, pues, no es una historia europea al uso, sino una aproximación caleidoscópica y singular al pasado, subjetiva en su enfoque, quizá discutible en algunos aspectos, pero globalmente enriquecedora y grada.

Una opción arriesgada y atractiva

¿Qué reservas puede suscitar el libro? Por una parte, que es muy diverso el tratamiento de los casos analizados. Así, el dilatado imperio de Bizancio (que abarca del 330 al 1450) tiene escaso peso (28 páginas) frente al de otras entidades: dedica 76 a la Corona  de Aragón y 14 a Rutenia, la Ucrania de los Cárpatos que apenas existió un día (del 15 al 16 de marzo de 1939). Asimismo, la trayectoria de la URSS no se narra desde Moscú, en clave interna, sino desde las vicisitudes que conoció Estonia al ser incorporada al conglomerado soviético.

Por otra parte, Davies expone continuidades seculares de los reinos (como el de Sabaudia, asociado a la monarquía de los Saboya,  y que abarca desde 1033 a 1946), sin entrar en matices cuando tal vez sería aconsejable acotar una definición de Estado, pues este concepto experimenta cambios sustanciales a lo largo de los siglos. Por último,  algunos de sus juicios –a menudo contundente- pueden sorprender al lector por ser  inusuales: a título ilustrativo, afirma que se  alude al militarismo prusiano como culpable de las miserias de Europa y se silencia el ruso (igual o más temible) o considera que “el concepto de una “Corona de Aragón’ plurinacional está claramente pasado de moda” en los territorios que la formaron.

Ahora bien, más allá de estas observaciones, el resultado es un ensayo de alta divulgación, inteligente y bien construido, cuyo  poliglota autor ha hecho un esfuerzo de síntesis tras bucear en una amplia bibliografía y recurrir a la consulta de expertos. La obra posee un buen tono narrativo y sus mapas, cuadros dinásticos e índices onomásticos ayudan al lector a no extraviarse ante matrimonios de  Estado, cambios de fronteras y otros avatares. Intelectualmente estimulante, satisface al lector curioso por su erudición y la presencia de anécdotas incisivas, como la táctica del conde de Cavour (artífice de la unificación italiana) para embaucar diplomáticos: “les digo la verdad y jamás me creen”.

Conocer el pasado no es fácil

Como es previsible, Davies muestra como la memoria histórica “desdeña la imparcialidad y expone manipulaciones del pasado. Tal vez el caso más llamativo de los incluidos es el de la Corona británica por su sofisticación y vistosidad. Y es que sus titulares han maquillado y ocultado con malabarismos genealógicos sus raíces germánicas, hasta el punto que es poco sabido que Lady Di fue la primera persona “de ascendencia principalmente  inglesa” cercana al Trono durante tres siglos.

Sin embargo, la obra plantea otros problemas importantes para acercarnos al pasado, como la dificultad de localizar archivos de países extintos, visible sobre todo en las vicisitudes de los fondos documentales del Gran Ducado de Lituania (vigente entre 1253 y 1795), que sufrió saqueos, destrucciones  y se dispersó. Asimismo, Davies advierte que los  tratados de referencia que empleamos pueden hacer simplificaciones engañosas. Lo acredita con el caso de Borgoña, en el que computa hasta 15 acepciones históricas distintas y tras comparar la información que ofrecen al respecto diccionarios enciclopédicos reputados con la de fuentes de  Internet concluye que las últimas deben “usarse con un ojo critico”, pero no son muy inferiores a las primeras (de hecho, en las notas finales consta información de Wikipedia).

Los Estados nacen, viven y… mueren

No obstante, el elemento más remarcable del libro es su tesis: “Tarde o temprano, todos los estados acaban desplomándose”. En este marco, Davies advierte que Gran Bretaña seguirá este patrón y su “último acto puede llegar más pronto que tarde”.

Su prospectiva apunta que primero podría producirse la escisión de Escocia (aunque aún no estaría lista para protagonizarla), que generaría tendencias emuladoras en Irlanda del Norte y Gales y el país podría quedar reducido al reino de Inglaterra, desde esta óptica, la ora constituye un antídoto de visiones sacralizadas de los pasados nacionales, demuestra que las fronteras son realidades elásticas, que la existencia secular de un Estado no impide  su disolución y que tampoco es fácil a los nuevos Estados alcanzar el horizonte feliz que auguran sus promotores.

Al contrario: en estos casos su éxito “es una rara bendición”, ya que requiere una conjunción de “prosperidad y vigor, buena suerte, vecinos benévolos y un rumbo que facilite madurar. En definitiva, las odiseas de estos 15 reinos extinguidos pueden antojarse extrañamente próximas al lector que actualmente contempla el debate secesionista español, cuya ausencia  del  texto debe obedecer a que la versión original inglesa se publicó en el 2011.

Norman Davies
Reinos desaparecidos, La historia olvidada de Europa
Traducción de Joan Fontcuberta y de Joan Ferrarons

Fuente Culturas, la vanguardia Barcelona Enero 2014.