¡Salgamos de la maldita miseria!

Por Óscar Antonio Oyuela Castellón

oscar-antonio-oyuelaAún cuando FAO reconoce que no será posible que para el 2015 se reduzca a la mitad los niveles de pobreza y miseria en el mundo, con las guerras que tienden a multiplicarse, corrupción en constante crecimiento, trafico de drogas, de gente, lavados de activos y terrorismo, sumándose a las aventuras populistas de gobiernos latinoamericanos que detienen el desarrollo, entonces, tendremos que esperar que hasta el 2150 disminuyan los indicadores de pobreza y miseria, según informes de la Conferencia Internacional Sobre Reforma Agraria y Desarrollo Rural, realizado en Porto Alegre, Brasil. Hay muchas causas pero la más poderosa de esta demora, es la monstruosa corrupción con mil cabeza en constante crecimiento que se registra a lo largo y ancho de América Latina y el Caribe.

En la reunión del Consejo de Gobernadores del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) realizada en Milano en el 2003, los delegados de los países opulentos y alguno de los países pobres, mostraron preocupación por el destino que se pueda dar a la cooperación internacional. Informes confidenciales pusieron al desnudo las argucias jurídicas y mecanismos administrativos amañados de los que se valen los políticos en el poder para manosear esas ayudas destinadas para sacar a millones de seres humanos de la ignominiosa situación de la pobreza y miseria. El programa más emblemático de la alta corrupción es el de la ERP en el gobierno liberal de Mel Zelaya, debidamente documentado por la Agencia de Cooperación Sueca a través de un centro de estudios especializados de La Haya, Holanda y los escándalos últimos del IHSS, INJUPEM, ENP, ENEE, etc. El BID ha sugerido a igual como lo ha hecho el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), se revisen las políticas de cooperación y se proceda establecer normas para asegurar que los gobiernos inviertan en programas y proyectos que beneficien a los pobres y que informen con transparencia. El BID conoce de la alta corrupción, politización de los programas de Estado, falta de controles, poca transparencia y rendición de cuentas. Considera necesario la participación de sus técnicos y demás organismos internacionales o donantes en las auditorías internas y externas, monitoreo permanente de los proyectos, compras del Estado y otros mecanismos de fiscalización, con el propósito que los recursos no se desvíen hacia destinos no deseados o incurrir en costos excesivos por sobreprecio y corrupción en las contrataciones del Estado.

En entrevista de prensa el que fuera embajador de Alemania, Paul Sep, en su condición de presidente del grupo de donantes del G-16, dijo que “la intención de los gobiernos y los pueblos de los países cooperantes que aportamos ayuda a Honduras esperamos que esta ayuda llegue a los más pobres”. El G-16, organismos internacionales y ONG están exigiendo la contraparte de los países receptores de la ayuda, espacio para vigilar los dineros destinados para los pobres que proceden de impuestos de los ciudadanos europeos, japoneses, holandeses, españoles, suecos, norteamericanos, canadienses, taiwaneses y demás cooperantes, que con justa razón piden explicaciones a sus respectivos gobiernos la manera cómo están manejando esos recursos para los pobres cuando nadie puede ocultar los informes que fehacientemente demuestran que son administrados discrecionalmente por los “mandamases” de estos países desgobernados, corruptos y podridos por los cuatro costados.

Igualmente el que fuera uno de los mejores embajadores norteamericanos que hemos tenido en los últimos tiempos, Chales Ford, en un encuentro de hombres de negocios dijo que los empresarios hondureños no debían ignorar la ética de los negocios y el combate a la corrupción, cáncer que daña a la sociedad, genera desigualdad, obstaculiza el desarrollo. “El abuso de poder impide no promover la libertad, la democracia para acabar con la pobreza”. Según uno de los expresidentes del G-16, el Fondo Monetario Internacional (FMI) entiende que es una mala inversión utilizar las condonaciones para subsidiar los precios de los combustibles, aumentos salariales. .. o “en otras cosas”, recordando que la mitad de la población no tiene energía eléctrica ni mucho menos vehículos automotores. Añadió, que lo que interesa a los donantes no son las retoricas de los burócratas (de aquel gobierno que nos desgobernó hasta condenarnos al aislamiento internacional) sino resultados concretos de todo cuanto están aportando para contribuir a que en Honduras se reduzca sustancialmente los pobres y se elimine la miseria.

¿Cómo recobraremos la confianza de los países amigos donantes después de la aberrante, espantosa o monumental corrupción a la que hemos llegados en Honduras?