Reputación y legado político

Por Marcio Enrique Sierra Mejía

marcio-enrique-sierra-3-NEWConstruir una reputación positiva es una misión que toma años. Y requiere de acciones coherentes para lograrla. En el contexto político de Honduras la reputación que tienen los partidos políticos, sus dirigentes y los militantes no es del todo favorable. Los partidos políticos enfrentan una atmósfera impregnada de comentarios venenosos contra ellos porque en su quehacer partidista y del control del poder del Estado a lo largo de los años, sus acciones equivocadas, generaron una imagen que no contribuye a crear una identidad nacional. Y todo ello porque ven el Estado como si fuese un trofeo botín que da la oportunidad al enriquecimiento ilícito y a la acumulación de riqueza. De ahí, es que ciertos segmentos oscuros de la sociedad acostumbrados al chantaje político y a negocios bajo la mesa, aprovechan dicha debilidad, para mantener una intencionada estrategia de descrédito con un doble propósito: disuadir al partido y al gobierno que controla la administración de turno a seguir una ruta corruptiva y controlar posiciones del gobierno claves para realizar negocios turbios. Esa doble expectativa de “los corruptos en la sombra” dificultan el proceso de formación de la identidad nacional sustentada en una reputación política positiva.

La reputación, es la imagen que se forma en la conciencia social de los individuos, un producto creado y acumulado de forma colectiva y que de manera inevitable, tiene efectos positivos o negativos sobre el despliegue social, económico con evidente connotación pública. No existe una contundente definición sobre reputación política pero puedo inferir una basado en lo definido por Fombrun y Van Riel (1997). Entiendo por reputación política, al conjunto de acciones y resultados pasados y presentes que los partidos políticos a través de sus dirigentes y militantes con relativa influencia colectiva, ejercen para lograr resultados políticos valiosos que contribuyen a dar una imagen a su quehacer. En Honduras, la reputación política de los partidos y de sus dirigentes no necesariamente es un activo que le favorece a los que militan en política. A pesar de que en la cabeza de los ciudadanos hondureños la reputación política es cada vez más importante para lograr triunfos electorales, en el devenir de la política hondureña, se constata que la reputación, es cada vez menos cuidada y cada vez más descuidada. Lo cual, es un patrón de comportamiento que afecta a nuestra democracia porque la sociedad civil y los ciudadanos, que ahora han cobrado una mayor influencia y relevancia en el desarrollo de Honduras, van perdiendo la confianza en ellos. La ciudadanía percibe que en los partidos políticos, y en muchos de sus dirigentes, la reputación política que les precede o que les caracteriza en el presente no es objetivamente buena ni sana. La reputación política, se ha convertido en un factor negativo que influye fuertemente en los ciudadanos y que los políticos deben anticipar contribuyendo a mejorarla en una dirección correcta. Hay que escuchar lo que piensan los ciudadanos al respecto, participar con ellos en debates, no solo dando un punto de vista sino que acelerando los mecanismos de participación ciudadana en la toma de decisiones, que contribuyan a generar reputación política positiva. Hay que crear una atmósfera apropiada para que la reputación política negativa cambie y la ciudadanía les favorezca con grados mayores de confianza. Precisamente, la hipótesis que planteo en este articulo, es que en la actual coyuntura política, se está observando una línea de acción promovida por el gobernante y su equipo de gobierno, que contribuye a crear una reputación política positiva. No se puede ser necio y negar la evidente demostración de cambios que ahora se están emprendiendo para mejorar la reputación política en el campo de la administración gubernativa. Se aprecia la aplicación de normas para eliminar o evitar la intensificación del patrón de conducta corrupto. Las acciones encaminadas a detener la corrupción son manifiestas. Una de ellas, es la firma con la organización alemana Transparencia Internacional que preside Huguette Labelle. Esta Organización Internacional va a apoyar a los hondureños a lograr resultados satisfactorios con el “Plan de Gobierno Abierto” que promueve el actual gobernante (La Tribuna, 7 de noviembre, 2014). También, es importante la decisión de promover la “cultura de la denuncia” que está emprendiendo el Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) y Counterpart Internacional, por medio del programa Impactos, al firmar el convenio de apoyo técnico financiero para crear una campaña que fomente la cultura de la denuncia entre los hondureños (La tribuna, 9 de noviembre, 2014).

De igual manera, son expresiones de mejoramiento de la reputación política las acciones ejecutadas para desmantelar carteles del narcotráfico y desenmarañar las vinculaciones con políticos y empresarios corruptos. Así mismo, el encarcelamiento de funcionarios públicos que se les ha comprobado una participación en procesos de corrupción. Ahora bien, no solo se debe mejorar la reputación política; hay que dejar un legado político, lo que es una condición necesaria para lograr confianza en la sociedad. En principio, el legado político indiscutible que un presidente debe dejar, es una democracia muy bien cimentada. Pero aún más deseable es heredar una concepción muy clara de cómo debe construirse la alternativa para salir de la barbarie capitalista que impera en nuestro país. En esto, el enfoque de la economía social de mercado debe servir como semilla para hacer crecer un desarrollo nacional inclusivo. Dando un discurso transformador y alternativo, aplicando concretamente mecanismos internos democratizadores con acercamientos a las corrientes políticas reformadoras y promoviendo la participación en procesos de coaliciones, cuya acción política, sea de oposición al neoliberalismo boyante que solo favorece a un reducido segmento de la población. Cambiando el entramado económico institucional que propende a la concentración de capitales, la desigualdad social y la pobreza material de muchos hondureños.