¿TRANSPORTE PÚBLICO?

arquero3ESE Trans-450, financiado por organismos internacionales de crédito, se presumía que sería transporte público. Un sistema operado y manejado por la municipalidad del Distrito Central. Se vio con buenos ojos la iniciativa, cuando dijeron que haría competencia con el sistema actual, controlado por propietarios del transporte. Como opción a lo que ya hay, ya que los usuarios se quejan por lo caro, lo inseguro y, a veces, lo deficiente. Sin embargo, virtud de una concesión que está en vías de autorizar la municipalidad, pareciera que se trata del mismo mico con distinta cola. Los ediles que se opusieron a la aprobación del contrato se mostraron alarmados de conocer que la concesión es por 18 años, a una empresa constituida por los transportistas, para operar el sistema. Y se otorga sin haberse sometido a licitación.

Los que votaron contra el cuestionado contrato infieren que se trata de patada y mordida ya que el sistema contempla “que debe de movilizar 112 mil personas diariamente, pero si no se cumple el objetivo la alcaldía asume la responsabilidad de compensar a los transportistas, por la diferencia”. Después que la municipalidad pasó por todo ese dolor de cabeza, gestionando la obra, el financiamiento, construyéndola, “a la alcaldía apenas le quedará un líquido 5% para gastos operativos de la unidad gestora del programa”. Agregan que todo lo que falta por construir “las terminales, los puentes peatonales, las unidades del sistema de cobros, los talleres de mantenimiento”, entre otros, corren por cuenta del gobierno central. El exalcalde y ahora designado, se mostró en desacuerdo que “la alcaldía asuma la diferencia en caso que el metro bus no cubra la expectativa de movilizar 112 mil personas diarias”. “Cada quien tiene que asumir sus riesgos –acota– y yo eliminaría esa cláusula”.

Uno de los ediles expresó que “se le está dando la exclusividad a los transportistas para que solo ellos operen, sacando de la ruta todo tipo de bus, a pesar que ellos no invirtieron ni un cinco en la obra, y –para colmo de males– hay que subsidiarlos”. El cálculo que saca es que si no hay subsidio “los capitalinos van a tener que pagar no cuatro, como hasta ahora, sino que veinte lempiras, aparte que las unidades solo llegan hasta el estadio Nacional”. ¿Y no era que este novedoso sistema de transporte era para competir con lo que hay actualmente, tanto en precios como en calidad del servicio? Hasta ahora, la razón que ofrece el jefe de Infraestructura es que “la obra comenzará a funcionar como un transporte cómodo, moderno, económico y seguro; el criterio de la Casa de Gobierno y del alcalde es para beneficiar a los transportistas locales en vez de dárselo a extranjeros”. Tal vez nadie explicó esto desde un inicio. La impresión que dieron cuando anunciaron la viabilidad del proyecto, fue que sería un sistema de transporte público operado por la municipalidad.

¿Cómo, de allá para acá, resultó la necesidad de ceder la obra a una empresa privada de transportistas? Eso requiere una explicación. El amable público demanda que se aclaren todas estas dudas que acaban de aflorar. Para que la gente sepa que el proyecto se ha manejado en forma transparente, para beneficio de los capitalinos y nada más. Es necesario que el alcalde –de quien tenemos el mejor concepto por trabajador y servicial– salga al frente de esta polémica para dilucidar todas estas conjeturas que se formulan. Hasta ahora lo que dice el vicealcalde es que “los hondureños no deben de tener dudas por Trans-450”. En esto no bastan las afirmaciones de fe, se ocupa de razones que expliquen, que aclaren, que convenzan, para enterrar cualquier sospecha.