Del Seguro a Hondutel

Por: Amílcar Santamaría*

Amilcar-SantamariaUn nuevo escándalo, esta vez de impresionante volumen, ha surgido a la luz pública. En efecto, los medios informativos han dado a conocer un hurto de veinte millones de lempiras, realizado por los gobiernos sucesivos de don Ricardo Maduro, su seguidor Manuel Zelaya y, más recientemente, el tristemente célebre Porfirio Lobo, quien dejó huellas imborrables en los fondos de la administración pública.

La denuncia ha sido hecha por el general (r) Romeo Vásquez, quien fue gerente de la Empresa Hondureña de Telecomunicaciones, y quien -hasta hoy- tiene un récord de honestidad en el manejo de los dineros de Hondutel, hasta el punto que el subsecretario de Finanzas del anterior gobierno, y aún del actual, ha sido calificado como un funcionario de quien se afirma que no robó en el cargo, lo cual verdaderamente se sale de lo común.

Sobre el abuso de los fondos de Hondutel hay algunas contradicciones, hasta el punto que se afirma, por parte de autoridades de posiciones muy altas, que lo desaparecido puede haber llegado a los 47 millones de lempiras, suma impresionante y que, sin embargo, podría ser menor que la realidad.

El tamaño de esta atrocidad es moderado si se compara con todo lo que se acostumbra. Para nadie es un secreto que algunas de las figuras más altas del régimen que acaba de concluir, hicieron compras abrumadoras en Miami, Florida y en Nueva Orleans, Louisiana. Muchas viviendas muy costosas fueron compradas en esas regiones, y habría que realizar una investigación muy profunda para saber exactamente a cuánto llegó “el tren del dinero”.

En muchos lugares de Honduras no hay agua, no existe la electricidad, se sufre de una aguda falta de escuelas, medicinas y otras severas necesidades. Hablar de la severidad de la pobreza en distintos ámbitos es agobiante, y para nadie es un secreto que la pobreza es atroz y que el llamado plan contra la pobreza fue un fracaso, que consumió millones de dólares y alejó del país a varios países ricos que dejaron de proveer alimentos y otros requerimientos al darse cuenta que mucho de lo que donaba a nuestra nación se iba en manos de políticos inescrupulosos y de bandoleros de toda laya.

La corrupción en América Latina pero, especialmente, en Honduras ha llegado a límites que no conocen frontera. El actual gobierno ha prometido realizar cambios profundos, pero hasta la fecha no se ha notado el fruto de la acción correctiva.

De hecho, la aludida corrupción solo se compara con los crímenes con la atrocidad de los asesinados, robos, extorsiones, chantajes y otras  atrocidades parecidas.

Las atrocidades que se dieron en el Instituto Hondureño de Seguridad Social siguen en la impunidad y nadie sabe cuál será el final de este monstruoso crimen ni si habrá, algún día, castigo severo basado en la ley y la justicia.

Entre tanto, los seguidores del actual Presidente insisten en que el actual gobierno durará cincuenta años. ¿Tendremos un régimen corrupto de esa calidad moral? Ojalá que no, porque si tal fuera el caso, la nación desaparecerá…

* Periodista y profesor universitario