Ancianos mendigos reciben cariño y solidaridad

La triste historia de los “tortolitos” ancianos, don José Gonzales y doña María Juana Paz, que deambulan por la plaza Central de Tegucigalpa mendigando para sobrevivir, conmocionó a los hondureños y algunos han mostrado su solidaridad.

Uno sampedrano de buen corazón se comunicó con el reportero de LA TRIBUNA, para hacerle llegar una colaboración a los enamorados ancianitos que cada día enfrentan tomados de la mano las injusticias de la vida.

Sus necesidades son muchas en la cuartería donde residen, porque solo tiene una estufa vieja, sus camas están deterioradas y ni cuentan con un radio para divagarse.
Sus necesidades son muchas en la cuartería donde residen, porque solo tiene una estufa vieja, sus camas están deterioradas y ni cuentan con un radio para divagarse.

“Asegúrese de entregarles la ayuda y no les diga quien se las envió”, dijo vía teléfono el señor, quien hizo un giro de una cantidad de dinero que no se menciona cuánto es por razones de seguridad, pero seguramente les servirá para descansar algunos días, comprar alimentos y medicinas, además pagar la mensualidad del cuarto que es de 700 lempiras y no 400 como habían dicho.

Debido a que no tienen un aparato celular, hubo que emprender una búsqueda para entregarles la ayuda, resultando fácil localizarlos, debido a que en el Centro de Tegucigalpa desde los canillitas, taxistas hasta los cambiadores de dólares les tienen cariño.

Uno de los cambistas comentó que ambos señores se habían introducido en el paseo Liquidámbar, no se caminó demasiado para verlos entre la muchedumbre. Don José estaba en la silla de ruedas y doña Juana en la entrada de una tienda sosteniendo una amena platica con las dependientas y administradoras.

“NIDITO DE AMOR”

Al ver al reportero de LA TRIBUNA, ambos se llenaron de alegría, “hola Dios me lo bendiga hijo” dijo la señora emocionada, quien se abrigaba con un suéter rojo. Después de una corta plática se les pidió ir a su “nidito de amor”, un cuartito ubicado en la colonia Nueva Santa Rosa, de Tegucigalpa.

viejitos-parque_3Los “tortolitos” accedieron satisfactoriamente al decirles que se les llevaba una gran limosna de un ciudadano de buen corazón. Minutos después el reportero dio unos pasos empujando la silla de ruedas y de pronto don José reaccionó asustado, ¿qué se me hizo Juana?, cuestionó.

La señora se había quedado unos metros atrás, debido a que por su avanzada edad los pasos los da lentos y cortos, por ello don Juan pide esperarla para llevarla a su lado y no perderla de vista.

Al subirlos al carro para transportarlos a su pequeña casa, varia gente los saluda con cariño, “ahí va la parejita del amor”, comentó una señora, y doña Juana le devolvió una sonrisa, “mire hijo, toda esta gente nos quiere porque nosotros nos portamos bien”, comentó al momento de emprender la marcha.

Sin alguien quiere colaborar con ellos pueden llamar a la cuartería donde viven, al teléfono 2220-5935 con doña Alejandrina López. (YB)

DATOS
Desde hace más de 15 años la pareja de ancianos viven en una cuartería, su “nidito” mide unos tres metros de largo por dos y medio de ancho, en la pared tienen una imagen del Sagrado Corazón de Jesús y dos viejas camas plegables, ya que no pueden dormir juntos porque el señor está muy enfermo y las literas son muy pequeñas.

FELICIDAD

viejitos-parque_1LLORAN DE ALEGRÍA  

Cuando recibieron la generosa donación, los ojos de ambos ancianos se humedecieron, “gracias a la gente que nos ayudó, que Dios los llene de bendiciones”, expresó la señora mientras abrazaba a don José quien tampoco ocultó su emoción y se dieron un tierno beso.

Con cariño ella le acarició la cabeza, “con esto lo voy a llevar al hospital y le voy a comprar sus medicinas”, dijo. Él se quitó la gorra y recordó que por mucho tiempo trabajó de peón y se golpeó la cabeza, últimamente ha sufrido varias caídas y pasa con dolor.

Su pobreza es extrema, por la mañana solo comieron camotes en azúcar y frijoles parados, “aquí nos dan comidita y así pasamos, pero nos gustaría una casita aquí cerca y una silla de ruedas, porque esa está podrida y los vecinos la arreglaron, pero es difícil empujarla”, dijo doña Juana.