Vacío político

Por: Juan Ramón Martínez

JUANRA-70Durante y después de la crisis sucesoria del 2009, anticipamos que los resultados negativos para la institucionalidad y la vida política, tendrían efectos nefastos. En lo que nos equivocamos, es que en la restauración del ordenamiento de las cosas, la recuperación de la conciencia colectiva y la cercanía de los políticos con la población, produciría un vacío  político como el que estamos apreciando. Libre, primer partido de la oposición no democrática -inmediatamente ocurridas las elecciones del 2013-, un año después, está en el segundo lugar; y en un acelerado proceso de desmembramiento de su unidad interna. Nasralla, la  sorpresa electoral de aquel proceso comicial, no ha podido abandonar sus aficiones artísticas para adoptar la postura de estadista. Y  Villeda ha sido incapaz de desarrollar, alrededor de su persona, un liderazgo que provea confianza en el levantisco Partido liberal. Pese a que tiene las oportunidades, no se pronuncia sobre la cuestión política y las necesidades de la ciudadanía, como si no percibiera la realidad que tiene enfrente. Elvin Santos, le teme a Zelaya.

Por vacío político, queremos decir falta de liderazgo que pueda sustituir al actual Presidente JOH, al frente de la titularidad del Ejecutivo si, las elecciones fuesen el próximo domingo. De repente, se puede argumentar que es muy pronto. Que no ha empezado la campaña, que las fuerzas políticas no se han sosegado; y que, de las necesidades, es que nace el liderazgo. Pero la verdad es que, no es muy pronto como parece. Estamos cerca de un año de las pasadas elecciones, en que el Partido Nacional derrotara sorpresivamente a Libre. La candidata de este partido contaba inicialmente con el respaldo de la ciudadanía, especialmente cuando inteligentemente empezó a hablar de reconciliación nacional. Sin embargo, en la medida en que su esposo Manuel Zelaya intervino, el respaldo electoral se redujo. Cosa que, se aceleró cuando el Partido Nacional, con mucha habilidad exageró los errores tácticos de Xiomara Zelaya, especialmente  el referido al tema de la seguridad ciudadana, que se volvió central de la campaña. Ahora, Libre ha iniciado un proceso de dispersión. Esdras Amado López y otros dirigentes más, quieren alejarse de Zelaya. Le han conocido el “pulso” de perdedor. Y no se equivocan. Porque Zelaya, aunque apoye la reelección para ser candidato, provocará que las mismas fuerzas que lo echaron de la Presidencia, se le interpongan tercamente, en su regreso al Ejecutivo.

Los liberales, todavía no se aglutinan alrededor de un liderazgo moderno, abierto a la juventud, que atraiga a los independientes; y le dé confianza al electorado enemigo de Zelaya, que al llegar al poder le controlara y, le dominara definitivamente. Más bien, en la medida en que hablan de unidad con Zelaya, el Partido Liberal se degrada. Y le abre el paso al Partido Nacional que, pese a que está por cumplir un año en el poder, en vez de desgastarse, más bien mejora su posición. Y JOH está en unos niveles de popularidad que, solo son comparables con los que su primer año exhibía Carlos Flores, inmediatamente que nos abatiera el huracán Mitch. Por su parte, Nasralla, aunque todavía no hay que descartarlo, es difícil que pueda  volver a sorprender al electorado, porque no ha hecho nada políticamente sólido, que haga creer a la ciudadanía, que es una real alternativa. Apenas, por sus declaraciones en los últimos días, hay que tomar en consideración a Yani Rosenthal que, pese a sus méritos, no despierta confianza en todos los liberales, tanto por su cercanía a Zelaya como por su distancia.

Los vacíos no son duraderos. Ni en física y mucho menos en política. En esta circunstancia, alguien tiene que llenarlo. Especialmente, cuando en el Partido Nacional no surge una figura que pueda superar la confianza popular que despierta JOH. Es decir que, no hay que contar con Ricardo Álvarez; muy afectado por la crisis del Seguro Social; ni con Miguel Pastor, alejado por su propia voluntad del escenario político. Y mucho menos con Óscar Álvarez que teme hacerle sombra a JOH el que, por personalidad y  oportunidad, requiere todo el espacio necesario para consolidar su gobierno, de fuerte raigambre populista.
La pregunta que nos hacemos es, entonces ¿quién llenará el vacío? Un nuevo Nasralla. O nos embrocaremos en el inevitable tema de la reelección?