La Honduras de hoy

A qué extremo de dominio ha llegado el mal a Honduras. Si no lo leo, escucho y veo en las noticias, me resultaría difícil creer lo que sucede en mi patria. Porque yo viví parte de mi infancia, adolescencia y parte de mi vida adulta en la segunda ciudad del país. Conocí una Honduras más pobre pero la ciudadanía vivía en paz y con más seguridad. Era un paraíso para los que tenían abundancia de recursos económicos.

En las dos principales ciudades, San Pedro Sula y Tegucigalpa, caminé por sus calles a diferentes horas de la noche y madrugada y nunca me sucedió nada. Nunca cargué en mi bolsa un arma blanca ni mucho menos un revólver. Porque nunca pasó por mi mente ser asaltado o perder la vida, como sucede ahora.

Don Armando, no permita que esos maleantes le roben su entusiasmo. Aunque como usted dice: estoy «viejo, tunco, ciego y tuerto» mientras su mente no sufra algún daño, usted sigue siendo el mismo Armando Cerrato, para que siga ilustrándonos con sus artículos y experiencia de un excelente comunicador.

Alexis
La Tribuna Online