Algo de historia de nuestra evaluación escolar

Por Jaime Martínez Guzmán

jaime_martinez-70Los sistemas de evaluación de los contenidos educativos han venido cambiando de acuerdo a las circunstancias de los tiempos, en ellos se han considerado aspectos no solamente cuantitativos, también cualitativos. Los primeros, referidos a las estadísticas e índices educativos, como los de deserción y promoción hacia niveles de ascenso y los segundos, relacionados con la pertinencia de los aprendizajes que promuevan en ellos, mejores medios para desenvolverse en la vida diaria.

Hasta antes de 1950 todavía los exámenes fueron orales. Los alumnos se presentaban ante una terna de examinadores, dos externos y el profesor de grado o de la asignatura, sometiéndose a las preguntas de ellos en el orden de la lista de asistencia. En educación media también se estiló que los alumnos entraran uno a uno al examen y escogían por sorteo los temas sobre los que tendría que versar su exposición.

Cuando la población estudiantil de secundaria creció considerablemente, ya no fue posible, por la temporalidad, seguir con los exámenes orales individuales y se adoptaron los escritos colectivos, en los cuales, también por sorteo se escogían, por lo menos cinco temas, que los alumnos tenían que desarrollar exhaustivamente. Fueron estos los llamados exámenes expositivos o de composición.

Tanto los exámenes orales y escritos referidos anteriormente, versaban sobre todos los temas  que el programa de estudio establecía para el año y los profesores tenían la responsabilidad de desarrollarlos a cabalidad. Los alumnos llegaban calificados del 1 al 5 y para poder aprobar tenían  que sumar y totalizar el número mágico de 8 ó 7 por aproximación. Los calificados con 1, de hecho  quedaban descalificados.

A partir de 1950, en el gobierno del doctor Juan Manuel Gálvez, se contrató la asistencia técnica de una Misión Educativa de Chile que, entre otras contribuciones pedagógicas, introdujo el sistema de exámenes escritos a base de pruebas objetivas o test, tales como pareados, enumeración, verdadero y falso, selección, respuestas breves etc., las que sustituyeron a los exámenes expositivos o de composición que favorecían el aprendizaje memorista de los alumnos y la apreciación subjetiva de los examinadores.

En 1960 se produce otro cambio en el sistema de evaluación a raíz de la reforma de la educación media conducida por el pedagogo, licenciado Manuel Antonio Santos, en el gobierno del doctor Ramón Villeda Morales, en la que se establecieron el ciclo común de cultura general para continuidad de la educación primaria y el ciclo diversificado para cursar carreras profesionales. Antes de esto, los alumnos tenían que iniciar una carrera, inmediatamente, al egresar del sexto grado y los exámenes se realizaban mensualmente.

En el nuevo proceso evaluativo se establecieron tres exámenes trimestrales. Con el  promedio de sus calificaciones, los alumnos se presentaban a un examen final sobre todos los contenidos desarrollados en el año, cuya prueba objetiva era preparada por el profesor de la asignatura, quienes alcanzaban un promedio mayor de 90% automáticamente tenían aprobada la asignatura y quedaban eximidos del examen final. Quienes en el examen no alcanzaban un 60% tenían que presentarse a los que se llamaron exámenes extraordinarios, los cuales se desarrollaban en la segunda quincena de Enero. La calificación trimestral se conformaba de un 80% de prueba objetiva y 20% de aspectos formativos, motivadores del cultivo de valores y actitudes deseables.

En las modalidades de evaluación antes reseñadas no solo era medido el rendimiento en el aprendizaje de los alumnos, el cual era favorecido con el estudio recapitulativo de todos los temas del programa. También, indirectamente, se evaluaba a los docentes que tenían que demostrar ante examinadores foráneos y ante las autoridades, que el grupo de alumnos a su cargo alcanzaba los objetivos educacionales en forma completa y efectiva. Era de mucho orgullo para ellos no tener alumnos aplazados y que muchos alcanzaran excelencia y distinción.

Para 1973, con una nueva reforma curricular se estableció la modalidad semestral que, no dando los resultados esperados fue abandonada, quedando con ella solamente las escuelas normales, dada la facilidad de la modalidad para introducir al pensum o malla curricular una variedad de asignaturas. Se estableció para dichas escuelas un examen de recuperación semestral, después aumentada, por presiones estudiantiles, a dos y luego, de la misma manera, extendidas para las demás modalidades de estudio.

Desde aquellos tiempos fue suprimido el denominado examen final de año lectivo, para el cual antes los estudiantes repasaban todos los temas programáticos de dicho período. El estudiante, hasta el 2013 ha obtenido nota promocional, simplemente con el promedio de los tres trimestres, de tal manera que pasado el primero y el segundo, el estudiante no vuelve a saber nada de sus contenidos. Quien no hubiere obtenido el 60%, de promedio ha tenido derecho a la primera recuperación y hasta una segunda, las que versan solamente de lo tratado en el tercer trimestre. Esta situación se quiso remediar en la administración del presidente Ricardo Maduro, con el establecimiento, para los reprobados, cursos vacacionales, los que versaron sobre todos los contenidos del programa. A pesar del boicot de dirigentes magisteriales, funcionaron con buen suceso por dos años. En la administración del presidente Manuel Zelaya fueron descontinuados, aparentemente, para “quedar bien” con dichos dirigentes.

Para el 2014 ha funcionado un sistema de evaluación continua que, en líneas generales, establece nuevamente los semestres de estudio, divididos en dos períodos. Se califica a los alumnos en base a 30% en una prueba objetiva y 70% para la apreciación de otras actividades curriculares formativas, unas dentro del aula y otra para asignaciones fuera de ella. Sus resultados todavía no los conocemos. Ojalá que sean los mejores está de por medio la dedicación de los docentes.  Oportunamente seguiremos con el tema.