Educación preventiva de riesgos en la escuela hondureña

Por: Fredis Mateo Aguilar Herrera

Fredis-Mateo-Aguilar-HerreraLos seres humanos estamos expuestos permanentemente a riesgos tanto naturales y humanos, no importando la clase social o lugar donde vivimos, ya que nos desenvolvemos en un mundo de inseguridad. Dichos riesgos se convierten en desastres cuando los mismos atentan contra los bienes económicos y la vida humana. Cada vez la sociedad hondureña se vuelve más vulnerable debido al incremento del flagelo de la pobreza y la indigencia, mayor concentración de población urbana, deterioro ambiental, destrucción de la capa de ozono y calentamiento global e inseguridad social.

Los riesgos, desastres y vulnerabilidades por sí mismos no generan ningún tipo de daño, es decir deben existir humanos para que se produzcan y se perciban estos efectos. Por consiguiente la escuela hondureña no escapa de esta realidad, ya que no solo son centros de albergues temporales, sino también espacios proclives a una situación adversa, por lo que es necesario que las autoridades educativas orienten sus políticas hacia la reducción de riesgo tanto en la comunidad educativa en general como en su contexto que le rodea. Actualmente una gran cantidad de centros educativos en Honduras son de alto riesgo, ya sea porque están instalados en zonas de inundación, derrumbes o fallas geológicas, obsoleta infraestructura física o el creciente flagelo de riesgo social que azota tanto a lo interno de las instituciones educativas como de su entorno y que en muchos de ellos se puede ocasionar un determinado desastre.

En la generalidad de los casos, por falta de información o sensibilización no sabemos dónde se encuentra ubicado el centro educativo, es decir desconocemos las condiciones del entorno tanto físico y social, por otro lado ignoramos hacia dónde ir en situación de alarma, lo que genera más desastre, porque no siempre “escapar es ventaja”. Por tal razón es necesario que los centros educativos reorienten su educación hacia esta problemática, para poder proteger la vida de sus huéspedes. Por otra parte ninguna de las instalaciones físicas de los centros educativos están construidas para enfrentar cualquier tipo de riesgo. Sería importante que los que dirigen la educación nacional realicen un inventario o mapeo de los centros educativos del país, para determinar las condiciones en que se encuentran y dónde se han instalado y poder así ofrecer soluciones de mejoramiento de infraestructura física, seguridad social o de buscar espacios alternativos para su respectiva reubicación si el caso lo amerita.

Lo ocurrido en los centros educativos, es “normal” y por supuesto común en la sociedad en general, por la falta de la operatividad de una actividad planificadora de las instituciones gubernamentales del Estado, fue cometen este tipo de errores como lo visto en el edificio del propio Ministerio de Educación Pública, que se encuentra instalado en la planicie aluvial del río Choluteca, zona de alto riesgo que no debe ser ocupada a nivel institucional, residencial y comercial, sino declarada área inhabitable.

Con el paso del huracán y tormenta tropical Mitch, quedó demostrada tal vulnerabilidad al dañar por completo varios expedientes de estudiantes, de maestros e información administrativa y financiera, misma que fue irrecuperable. Estas situaciones de fragilidad tanto física como social debe ser de interés para los que rectoran la educación, ya que no debemos olvidar que lo que sucede una vez en la naturaleza puede repetirse con igual o mayor intensidad en el futuro, con la diferencia que su recurrencia nada más es postergable, ya que puede suceder inmediatamente o en miles de años.

Por tal razón es necesario que en el país se asuma la difusión de una cultura preventiva en materia de riesgo, ya que permitirá la sostenibilidad de cualquier proyecto, ya sea este desde la planificación de la construcción de edificios escolares, diagnósticos de la situación de los mismos, participación organizativa para prevención de riesgo planes de emergencia a nivel institucional, realización de brigadas y formación de comités de emergencia, señalización en materia de riesgo, investigación en gestión de riesgo, establecer redes interinstitucionales de gestión de riesgo, realización de simulacros, monitoreo y compromisos institucionales en lo económico y sensibilización para dar vida a este tipo de estrategias. Todos los centros escolares deberán incorporar en sus planes operativos anuales el proyecto de “Prevención de Riesgo Escolar” y que puede ser ejecutado desde la incorporación a los planes y programas de estudio como un eje temático o lo ideal sería la aprobación o incorporación en la malla curricular de la asignatura de Gestión de Riesgo, con el propósito de contribuir con los educandos todos sus niveles con un aprendizaje que se convierta en estilo de vida, que permita resolver los eventos adversos, ya que la educación de hoy y del mañana debe apuntar a su aplicabilidad.

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