La decadencia social y el irrespeto a la ley

Por Aldo Romero
Periodista y catedrático universitario@aldoro

aldo-romeroLa tarde es intensa, mucha agitación en las calles, vehículos y peatones van y vienen, es común que los conductores no respeten las señales de tránsito, se pasan los semáforos en rojo sin importarles que en la otra vía, otra cantidad importante de personas y vehículos espera con igual o mayor ansiedad la señal de avanzar.

Los peatones arriesgan su vida transitando en medio de la vorágine vehicular, los motorizados se suben a las aceras para circular más rápido sin importar a quiénes encuentren por enfrente, lo importante es llegar y no importa cómo.

Allí, en medio de ese ambiente me sorprendió un hombre de unos 60 años, barbudo y bastante cansado, seguro por los años y el trabajo diario, su semblante es de malestar, hace sonar con insistencia la bocina de su automotor y grita una serie de improperios tratando de avanzar a “la brava” en medio de las angostas y deterioradas avenidas capitalinas, “señor por favor respete” le dije en tono educado pero sin mayor complicación me respondió “no me j……, si los grandes no respetan por que yo sí?

Reflexioné entonces que a menudo nos encontramos en esas circunstancias, queremos todo a nuestra manera sin importar la forma en que debamos actuar para ello, es común encontrar gente que es enemiga de la ley, que no respeta las filas y se molesta con el orden, quieren ser los primeros en ser atendidos aunque hayan llegado por ultimo, desean ser respetados pero no están dispuestos a respetar, gente que quiere hacer prevalecer a la fuerza sus derechos con actuaciones contrarias a las buenas costumbres y a las normas de convivencia ciudadana.

Estamos ante una sociedad en decadencia en donde importan muy poco los valores cívicos,  morales y culturales, sin darnos cuentas estamos llegando a niveles en donde prevalecen como normales las conductas agresivas e irrespetuosas, el menosprecio a la ley y a las personas es ya una práctica habitual, vivimos hoy en medio de una sociedad acostumbrada a maltratar a sus semejantes y a cuestionar antes que a construir.

Nuestra sociedad parece estar en sala de emergencia, al borde de la muerte por que fomentó y practicó los vicios en lugar de alejarse de ellos, porque adoptó como norma de conducta la astucia, la injusticia, la maldad, el engaño y el fraude y dejó de lado la bondad, la solidaridad, los valores y principios cristianos, la honestidad, el amor al trabajo y otros que elevan la autoestima  y fortalecen relaciones.

Pero las normas de conducta y comportamiento no deseado no solo han contaminado a la sociedad, primero llegaron al gobierno, la política, el sector justicia y las comunicaciones, la empresa privada, el comercio, los centros educativos y en la misma familia, generando lo que hoy conocemos como decadencia social.

Una sociedad sin ley vive en desorden, pero un país en donde hay leyes y no se respetan está en crisis, es tiempo de devolver a la nación la honra y el respeto, es tiempo de ponerle un alto al deterioro social que nos está destruyendo, si deseamos que muchas cosas cambien en el país, debemos cambiar primero nosotros mismos.

Es tiempo de soñar con una nación en donde prevalezca el estado de derecho, que fomente una sociedad justa en lo político, lo económico y lo social, que como dice nuestra constitución, “propicie las condiciones para la plena realización del hombre como persona humana dentro de la justicia, la libertad, la seguridad, el pluralismo, la paz, la democracia representativa y el bien común”.