El 2015 y sus importantes efemérides

Por: Mario Hernán Ramírez

mario-hernan-ramirezEste 2015, se perfila como un año de muchas esperanzas, de grandes perspectivas económicas, culturales y sociales.

En medio del mismo, aparecen una gran cantidad de aniversarios, cumpleaños, y efemérides de alto valor histórico para la nación hondureña.

Por ejemplo, desde a inicios de diciembre de 2014, comenzaron las festividades del centenario del lujoso Teatro Nacional Manuel Bonilla (Casa de la Cultura), el que ha sido objeto durante su centenaria existencia, de unas cuatro o cinco restauraciones y remodelaciones, por lo que actualmente su fachada y algunos decorados del interior, no son los mismos que originalmente engalanaron este parnaso capitalino.

También, la docta Asociación de Prensa Hondureña, institución insignia del periodismo nacional, arribará a sus noventa años, en medio del júbilo de algunos periodistas que aún viven y que han pertenecido a su membresía, por cierto, muy pocos, entre quienes recordamos a Donaldo Castillo Romero, Andrés Torres h., José Domingo Flores, Miguel Osmundo Mejía, José Ochoa y Martínez, Fela Isabel Duarte, Martha Luz Mejía, Gloria Ludivina Díaz, Ney Edelmira Reyes, Elsa de Ramírez, Miriam Amaya, Liliam López Carballo, Luz Ernestina Mejía, Vilma Castillo y otras honorables y distinguidas damas de las letras hondureñas.

En San Pedro Sula, La Ceiba, Puerto Cortés, Trujillo, Olanchito, Comayagua, La Paz, Danlí, Choluteca y otras comunidades aún existen elementos valiosos que un día fueron miembros de la APH.

Hoy día la organización pionera, cuyo primer presidente aparece en la historia como Augusto Constancio Coello, y como vicepresidente, Paulino Valladares, es actualmente dirigida por el dinámico colega, Carlos Rubén Ortiz Ruiz, quien se ha preocupado tesoneramente por el mejoramiento intelectual de sus miembros, los que constantemente son sometidos a seminarios, talleres y cursos de capacitación, para ir mejorando su estatus profesional y por supuesto, laboral, sin pretender jamás, competir con el Colegio de Periodistas de Honduras, que acoge en su seno a todos los egresados de las diferentes universidades donde se imparte la cátedra del Periodismo o Comunicación Social; más bien constituye un apoyo para él mismo, ya que los pocos periodistas autodidactas que aún quedan en el país, tienen precisamente su refugio en la siempre bien amada APH, de la cual han surgido los grandes valores intelectuales que tanto lustre le han dado a Honduras en el pasado reciente.

Independientemente de lo anteriormente expresado, tenemos que resaltar una centuria, un siglo, un centenario del nacimiento de uno de los hondureños más preclaros que en el pasado han prestigiado tanto con su talento y servicio a esta patria que también fue de Morazán, de Valle y de Molina. Nos referimos al maestro, historiador, periodista, escritor y diplomático Víctor Cáceres Lara, originario de la histórica ciudad de Gracias, en el departamento de Lempira.

Don Víctor, un hondureño excepcional, de méritos indiscutibles, dejó una huella imborrable durante su dilatada existencia, ya que son grandes volúmenes los que logró escribir y editar y que se encuentran en los principales archivos como el del Banco Central de Honduras y las universidades, Nacional Autónoma y Pedagógica Francisco Morazán.

Este caballero de la pluma, también fue diplomático, diputado y ministro de Cultura y Turismo, cargos en los que siempre supo hacer honor a su elevada cultura, don de gentes y principios morales que nunca abandonó, por eso, muy respetuosamente invitamos a las autoridades correspondientes, emitir el acuerdo o decreto respectivo, declarando el año 2015 como año lectivo “Víctor Cáceres Lara”, y no solo eso, también es oportuna la sugerencia de una estatua de cuerpo entero, en bronce o en mármol, para perpetuar la memoria de este ilustre compatriota, considerado como un varón ínclito, egregio, íntegro y con un talento excepcional, fuera de serie, diríamos.

Durante fue ministro de Cultura y Turismo, tenemos una anécdota muy bonita, la cual compartimos con nuestros distinguidos lectores: Resulta, que en cierta oportunidad, como era costumbre de él, dispuso honrar la memoria del poeta y escritor trujillano, Martín Paz, para lo cual se formó una comitiva integrada por funcionarios de esa Secretaría, en la que participé como relacionador público de la misma.

Al acercarnos al puerto de Tela, decidió, don Víctor, ingresar a la reserva biológica de Lancetilla, que es todo un monumento a la consagración y defensa de nuestra flora nacional; un chane o guía al servicio de los visitantes nos iba explicando pormenorizadamente los valores de esa riqueza forestal que Honduras guarda para el mundo entero, y en una de esas, dijo que de vez en cuando, lo único malo era que aparecían una que otra barba amarilla, serpiente o víbora peligrosísima que con solo morder, mata, a lo que don Víctor y su séquito, detuvo el paso, dio media vuelta e ipso facto, más corriendo que andando, salimos de aquel emblemático y bellísimo jardín que realmente es un orgullo para nosotros.