Por Orlando Henríquez
Debe congratularnos el que nuestro secretario de Relaciones Exteriores haya encontrado en SICA, durante la XXXVI Reunión Ordinaria de Jefes de Estado del Sistema de Integración Centroamericana recién celebrada en Belice, a un entusiasmado José Miguel Insulza, secretario de la O.E.A., quien no pudo resistir a la tentación de afirmar, con careta, que estaba contento de estar participando en la reunión en la que están representados todos los integrantes del SICA y en donde deslizó, naturalmente que debe haber sido aviesamente, que sentía que Honduras debería tener respaldo de los países de la región. Y es casi seguro que se le deben haber aguanoseado los ojos ante la desventura haciendo a un lado toda la fuerza anterior que ha hecho para que nuestro país entre a O.E.A. con el máximo de humillación. Y afinó que tenía que hacer un trabajo donde nosotros manejáramos la iniciativa para lo que era el retorno de Honduras a la O.E.A. Ante lo anterior, es de imaginar que el acomodo de nuestras leyes no es suficiente aunque de paso al dry cleaning de la conciencia putrefacta de Mel, para que salga por el lado contrario ya purificada; y sabe Dios con qué más condiciones tendremos que tocar la puerta de esa organización ya casi en los brazos totales de Hugo ante el peso de sus desaciertos. Así que no sería de extrañar que tras recibir a Mel como a un triunfador, nos ensarten otra penitencia para poder reconocer, a manera de castigo dentro del ensamble del sistema democrático, la voz del pueblo hondureño al haber electo, masivamente a nuestro candidato presidencial.
Así que falta por ver qué más habrá de inventar Insulza, en obediencia a sus amos de la bolivariana, pues se comprometió “a seguir trabajando para buscar las alternativas, para buscar las avenidas de manera que en el menor tiempo posible podamos tener ya una respuesta favorable con respecto a la reincorporación de Honduras a la O.E.A.”. Y da frío pensar que la libertad de un delincuente presidencial haciendo trizas las leyes nuestras, con ayuda impúdica de países hermanos, no sea suficiente para humillar a una nación y que, además, se tengan que buscar nuevas rutas para demostrar nuestra debilidad e incluso la norteamericana, en cuya política navegamos.
Mientras tanto, debemos esperar el nuevo año para que el Presidente Lobo comience a desenvolver sus proyectos de progreso. Todo este período se ha dedicado a normalizar las relaciones con diversidad de países del mundo que en su mayoría tenían un concepto equivocado de nuestra democracia y creían que un buen presidente había sido derrocado y llegado al solio un candidato sin arraigo popular, sin darse cuenta real que los hondureños habían separado a su más alto personaje político por corrupto comprobado y por tratar de anular, a propia voluntad, para quedarse en el mandato presidencial unos años más, las leyes del país.
Nunca, nadie, había arribado al poder de la nación con tan hermoso caudal de votos obtenido a su favor en campo democrático. Lobo lo logró y no dejó de atender los difíciles problemas internacionales que lo mantenían aherrojado cerrándole las puertas del reconocimiento, de los préstamos y regalías, lo ubicaban como presa fácil del grupo de Chávez, de Venezuela, mientras contemporizaba con grupos adversos para lograr la unidad básica como medio de poder resistir los embates de los países empeñados en que debía restituirse al depredador que intencionaba unir nuestro destino con el de Chávez y desligarlo del campo democrático de Norteamérica. Tenemos, actualmente, un gobierno intencionalmente integrado para que, conforme lo deseado por Pepe Lobo y en un ensayo primigenio, los hondureños pudiésemos avanzar como hermanos en la conquista de nuestras libertades y logros; ello ha disminuido la marcha del gobierno pues cada sector diferente y embutido dentro de la maquinaria del Estado tiende a halar por su lado, llevando agua a su molino, para no desaprovechar la ocasión y todavía no se ha dilucidado si el plan funciona o, por el contrario, tiende, por obra de los integrados no triunfantes en las elecciones, a minar la marcha estatal, para consolidar posiciones a futuro, defraudando así las esperanzas que mantuvo Lobo, a despecho del nacionalismo, que insistía en sostener el triunfo le correspondía, al igual que la integración del conjunto direccional, a excepciones limitadas. Es de esperar que el intento unitario no sufra descalabro con el ingreso de Mel, aún cuando la nueva posición de este tendrá que ser angelical pues que tras tener alas de demonio, depredador y salteador de caudales públicos lo santificarán ante la ley. Lo que no impide el que tan pronto como reciba las aguas bautismales de la vuelta y desaparezca, ya con pasaporte en mano, yéndose a otro país y alegando que aquí lo quieren asesinar y que en el extranjero bien pueden planear, sin peligro, el descalabro de su benefactor.
Entonces, Mel no aprovechará el momento y morderá la mano piadosa. Se puede apostar.