“Cosas veredes…”

Por Roberto C. Ordóñez

roberto_c_ordonez_mew-70En los últimos minutos del segundo tiempo del partido de la vida, creí que mi capacidad de asombro estaba agotada. Que ya nada me asustaba y que estaba curado de espantos y fantasmas como los que perturbaban el sueño de mi niñez. Pero no.
En nuestro país de Jauja todo es posible. Los hondureñitos, como nos dice mi amigo Jonatán, no tenemos compostura.

Casi me caigo de la silla cuando oí la noticia de que el “comandante vaquero” y sus aleros presentaron una demanda contra Honduras para sacarle al Estado una indemnización por los daños que sufren en su triste peregrinar, derivados de los acontecimientos de junio de 2009 que ellos mismos provocaron.

Además de las carretilladas de billetes que esperan recibir, quieren que se les perdonen los delitos cometidos, incluyendo el pecado mortal de traición a la Patria y otros que van desde la malversación de caudales públicos hasta los de abuso de autoridad; violación reiterada de las leyes; desobediencia a la autoridad y un rosario interminable de delitos graves y pecados mortales de todo tipo.

De “chascada” quieren una Asamblea Constituyente para reformar a su gusto la actual Constitución que quisieron volarse con la cuarta urna.

¡Vaya por Dios! Nada les pide el estómago. Quieren como quien dice borrón y cuenta nueva para seguir haciendo pillerías. Una bandada de pájaros disparándole a las escopetas.

No les basta con esparcir por el mundo una sarta de mentiras sobre la realidad de los acontecimientos. Dicen que aquí las víctimas suman millares; que las cárceles están a reventar de miembros de la “Resistencia” y que en los hospitales no cabe un alma debido a los heridos causados por las fuerzas militares y policiales.

Ahora que están de moda las comisiones y los comisionados, estos pobres y sufridos mártires errantes son candidatos idóneos para integrar la “Comisión de la Mentira”, en la que nadarían como peces en el agua.

Ahora que Zelaya es empleado de Chávez debería tranquilizarse y dejar en paz a su país.

El asunto de la invasión de tierras de propiedad privadas en el Valle de el Aguán me sacó otro susto. Desde que pusieron a un conejo a cuidar las lechugas la cosa era de esperarse. Quién sabe en qué estaría pensando don “Pepe”.

Los mismos campesinos que vendieron las tierras que les habían regalado, ahora las invaden, dañando inversiones millonarias y privando de trabajo a más de ocho mil personas.

Han incendiado instalaciones y plantaciones. Van más de veinte muertos. Si no se frena a tiempo, la cosa puede convertirse en polvorín. La mecha está encendida.

La señal que se manda al mundo empresarial es peligrosa, sobre todo cuando aparece en la prensa nacional e internacional la fotografía del delegado del INA vestido estrafalariamente con retratos del “Che” Guevara y Sandino pegados a la ropa.

Don Miguel Facussé, uno de los hondureños más emprendedores de todos los tiempos, ya anunció con tristeza que si la invasión sigue y sus empresas se paralizan, cinco bancos hondureños tendrán problemas porque no podrá pagarles los millones que les debe.

Al “Tío Mike”, como le dicen cariñosamente sus amigos, hay que creerle y hay que ayudarle porque se lo merece. Pocos hondureños han creado tantos empleos y contribuido al bienestar de tantas familias como don Miguel.

Los medios difundieron a los cuatro vientos la noticia de cheques por 18 millones falsificados a INJUPEMP. Se publicó la fotografía de los imputados esposados; copias de los cheques y hasta oímos la confesión de los reos y de repente ¡zas!, otro susto. Una jueza los deja libres como inocentes pajaritos, porque no encontró pruebas suficientes para enjaularlos.

Por último, y esto no asusta a nadie porque es una promesa reiteradamente incumplida por los políticos, muchos ciudadanos por los cuales votamos para diputados aparecen como ministros, mientras el partido que ganó las elecciones no tiene “chamba” para los que sudaron la gota gorda para ganar. O sea que jugaron al “gana pierde”.

Por otro lado, hay familias enteras “mamando” en HONDUTEL, ENEE, COPECO, etc. como decía Cervantes: “Cosas veredes, Sancho, que harán templar las paredes”.