COMENTANDO

El presidente Barack Obama ha vuelto por sus fueros en su campaña porque le aprueben la reforma al sistema de salud.
El presidente Barack Obama ha vuelto por sus fueros en su campaña porque le aprueben la reforma al sistema de salud.

La semana pasada me tocó brindar en la Florida tres conferencias sobre temas de actualidad y eso incluyó comentar acerca de la situación política que se vive en Estados Unidos, sobre todo lo que se refiere al aparentemente renovado Barack Obama, que por lo visto ha decidido dejar de ser el presidente cerebral y analítico para nuevamente asumir el rol que le vimos en años atrás cuando motivó a las masas y derrotó a sus rivales, tanto en las elecciones internas de su propio partido para obtener la nominación presidencial como también durante la peleada campaña del 2008 por obtener la Casa Blanca, en la que terminó derrotando fácilmente a su adversario, John McCain.
 
El fogoso y altamente motivado Obama pareció cambiar apenas fue juramentado el 20 de enero del 2009, pues creyó que siendo un político sumamente ponderado que buscaba ser bipartidista se le facilitaría el poder trabajar armoniosamente en la parte interna con sus rivales políticos, los republicanos, mientras también le tendía la mano, en asuntos internacionales, a los muchos gobiernos rivales de este país, algo que resultó infructuoso.

Es obvio que se tardó bastante en percatarse, pero con el paso del tiempo y después de una serie de reveses y contratiempos, Obama se fue convenciendo que ser buena gente y creer en la bondad de todos no necesariamente le brindaba resultados positivos, mientras que su pasividad y extrema paciencia terminaron llevándolo a una situación en la cual su popularidad iba descendiendo y descendiendo.

Le tomó casi un año aprender la dolorosa lección de que un presidente que quiere lograr cosas en este país tiene que meterse de lleno en el fragor de la batalla y dejar de ser un «santo patrón» para todos. Y es así como la enconada lucha por lograr que le aprobaran su plan de reformas al sistema de salud finalmente nos ha mostrado a un nuevo Obama, alguien que se arremangó la camisa, que dejó de ser «Mr.nice guy» (El señor «buena gente») y que empezó a volarle «leña» y fuego nutrido a sus adversarios republicanos y a los grupos de poder que lo adversan al mismo tiempo que también comenzó a «apretarle las tuercas» a aquellos legisladores que militan en su propio partido político y que no apoyaban sus planes de gobierno.  

Lyndon B. Johnson
Lyndon B. Johnson

No me cabe la menor duda que Estados Unidos tiene un largo trecho que recorrer para sobreponerse a los numerosos problemas económicos, políticos y sociales que está enfrentando.

Todos sabemos sobradamente que Obama no es Dios ni es mago y que debido a ello no puede resolver de la noche a la mañana todos los retos que le toca enfrentar. Pero por lo menos ya era hora de que Obama despertara de su pasividad y se convirtiera en el político de antaño, pues en los dos últimos meses lo hemos visto recorriendo el país de punta a punta, arengando a la gente como lo hizo durante la campaña y explicándoles personal y apasionadamente a la ciudadanía lo que está tratando de lograr, principalmente en cuanto a reformar el sistema de salud que no ha visto mayores cambios desde 1965, cuando el entonces presidente Lyndon Baines Johnson logró que el Congreso le aprobara “Medicare” y “Medicaid”, los programas de cuidados de salud que hemos tenido de entonces a la fecha, pero que ahora todos sabemos que a gritos y a la brevedad posible necesitan reformas sustanciales.