Las mujeres de El Chapo Guzmán

Cuando no consigue conquistarlas por las buenas, el capo de Sinaloa lo hace por las malas.
A Joaquín El Chapo Guzmán sólo se le conocen cuatro esposas, pero su vida está llena de aventuras con muchas mujeres a quienes ha querido con la misma intensidad con que las olvida.
Quienes conocen este aspecto de su personalidad coinciden en que no puede vivir sin ellas.
“Tiene esta necesidad de estar enamorando a las mujeres”, sostiene Alejandro Almazán, un premiado periodista mexicano que investigó la vida del narcotraficante para el personaje central de su novela “El más buscado”.
Su manera de conquistarlas es casi siempre turbulenta, según otras fuentes que lo describen como el tipo de hombre que disfruta de ser rechazado por una mujer para sumergirse voluntariamente en un estado melodramático de despecho. En el caso de Guzmán, este trance lo suele soportar con grandes cantidades de licor y de rancheras antes de lanzarse a un nuevo intento en el que siempre sale ganando, porque se queda con ella a las buenas o a las malas.
“Para mí, que he estudiado su biografía, El Chapo Guzmán como hombre es un infame y es un cobarde”, le dijo a Univisión Anabel Hernández, autora de la biografía más leída de Guzmán, Los Señores del Narco.
Hernández recuerda que cuando Guzmán estaba preso en el Penal de Puente Grande, trató de conquistar a una prisionera de una agrupación guerrillera, pero ella se negó.
“Primero llegó por la buena, que a conquistarla, a cortejarla. La chava ésta dijo no, no quiero nada, y es violada tumultuariamente de una manera terrible por el Chapo Guzmán y sus compañeros de celda”, relata Hernández.

Flores desde el cielo

Una persona que fue testigo de su relación con Estela Peña,  empleada de un banco en Tepic, estado de Nayarit, ofrece detalles de uno de los romances obsesivos de Guzmán.
Cuando tenía unos 30 años, El Chapo se enamoró de un mujer en un baile de pueblo. Ella no le prestó atención. Guzmán se presentaba en el banco a invitarla a salir y ella se negaba.
Esto se repitió varias veces hasta que contrató una avioneta que lanzó cientos de flores sobre la casa de su amada.
Pese al bombardeo romántico, Estela no cedió. Desesperado, Guzmán la raptó en el restaurante Roberto’s Internacional al que la había citado a una cena romántica con la complicidad de unos amigos. En un automóvil recién comprado se la llevó a la fuerza a un hotel de lujo de Puerto Vallarta “donde la hizo suya”, según la fuente. La hizo suya a las malas, reconoce.
A los tres meses se casaron.
Guzmán responde económicamente por las familias que formó con Peña, así como con su primera esposa, Alejandrina María; su tercera, Griselda Guadalupe López y la última, Ema Coronel Aispuro, con quien tuvo las gemelas María Joaquina y Emaly Guadalupe.
Las mujeres son tan importantes que por ellas Guzmán puede poner en riesgo su seguridad. “Ese es el punto flaco, el Talón de Aquiles de él son las mujeres. Es muy enamorado, fuera de eso esa vanagloria de ser un toro”, explicó un ex narcotraficante colombiano que pasó largas temporadas con él.

Los gustos del capo

Guzmán, hoy de 56 años, estuvo a punto de ser atrapado por autoridades mexicanas que lo esperaban cuando iba a cumplir una cita con una prostituta en la Casa de los Cabos, Baja California, en marzo de 2012. La versión de las autoridades es que el narcotraficante canceló el encuentro porque la mujer estaba menstruando.
Cuando se le antoja envía sus pilotos a recoger prostitutas a las ciudades cercanas. Las atiende con fiestas, con bandas en sus ranchos o campamentos de la Sierra Occidental. En sus arranques de generosidad con la mujer a quien persigue puede regalar diamantes, automóviles o dinero en efectivo.
En la cárcel de Puente Grande, Guzmán conquistó a Zulema Hernández, una prisionera del anexo femenino. Ella quedó embarazada de él, según le comentó la madre de la joven a Univisión. Luego tuvo un  aborto involuntario.
Zulema fue asesinada supuestamente por enemigos de Guzmán.
Su madre, Salomé, describió la relación con El Chapo: “Mi hija decía que El Chapo Guzmán era muy lindo, que estaba enamorada de él. Yo le decía, ¿cómo crees que te vas a enamorar tan pronto  pos si apenas lo conoces? ‘No, es que mira,’ y ahí entonces era cuando me enseñaba sus cartas ¿no? Y me decía, ‘mira como me escribe, yo también le escribí y le dije que estaba enamorada de él y eso’. Pues era su ilusión, mi hija estaba jovencita ¿no? Estaba jovencita mi hija y… no había tenido novios, no había tenido amor. No realmente. A lo mejor habrá tenido el amor de su hermano, mío, pero nunca nos demostrábamos amor ¿no? Así crecimos, así nos educaron. Y así educamos”.
La periodista Anabel Hernández tiene otra perspectiva cuando se le pregunta por el Guzmán que sufre por amores imposibles. “Yo no le concedería ese rasgo de humanidad, no lo es. Cuando uno ve el método de seducción, perdón, con $1 millón de dólares y una metralleta, pues es muy difícil decir, como mujer, supongo, no acceder a la petición o a la exigencia de un favor sexual”.