Abandonados a su triste destino

Así se encuentran infinidad de ancianos y otras personas de menor edad, las que trabajaron arduamente,  logrando pensionarse por incapacidad o jubilarse por Ley.
Lamentablemente observamos que algunos de estos ciudadanos (as) transitan en sus barrios o colonias de esta augusta Tegucigalpa y posiblemente en otras regiones donde existe este beneficio o funciona este sistema de retiro, pidiendo alimentos de casa en casa para poder subsistir;  algunas con discapacidades físicas o mentales, quienes por recomendaciones médicas se vieron obligados a solicitar al ente encargado, que su pensión  la recibiera un familiar cercano, sin imaginarse que la voracidad, codicia o irresponsabilidad de éste, los llevaría a la indigencia.
En todas estas instituciones existe una oficina que se encarga de supervisar el estado de salud, mental y físico de esta gente que recibe un estipendio para vivir decorosamente el resto de sus días, supuestamente, pero desgraciadamente no es así, porque han sido abandonados a su triste destino, ya que como lo decimos líneas arriba, el estado en que se encuentran es deplorable, están solos en sus hogares, sin recibir atención médica, alimentos, aseo personal, vestuario y otros ingredientes necesarios para la sobre vivencia humana, y a veces hasta cautivos.
Aquí es oportuno hacer un llamado al señor Comisionado de los Derechos Humanos, o al tribunal competente del Ministerio Público, para que procedan con una exhaustiva investigación sobre este doloroso relato, que da grima, vergüenza, dolor y hasta cólera, porque se trata de gente que en realidad pide a gritos la solidaridad, no sólo de su vecinos, de la comunidad religiosa  a la que pertenecen, sino del Estado mismo, que es el encargado de velar por el bienestar de toda la población perteneciente a su jurisdicción.
La situación en que viven es de características infrahumanas, si el familiar o persona a cargo, no puede sobrellevar esta situación, para eso existen los hogares de ancianos, públicos y privados, y más de algún asilo para indigentes, lugares donde reciben todo tipo de atención, o por lo menos finalizar sus días con dignidad.
Podría decirse que este fenómeno es natural en las grandes metrópolis del mundo, pero el asunto que nos ocupa tiene sus bemoles, porque el infortunio en el que se desenvuelven estos hijos de Dios, puede remediarse, por cuanto los organismos a los cuales están afiliados son instituciones con personaría jurídica y dentro de los mismos funciona la oficina de servicios sociales, encargada de recibir denuncias y el departamento legal con capacidad para solicitar al tribunal respectivo un allanamiento de morada y verificar in situ la real situación calamitosa al cien por ciento de esta pobre gente digna de mejor suerte.
Reiteramos, en el Inpupemp, Inprema, IPP, IPM, Ajpeunah, en sus oficinas de servicio social existen estas denuncias, las cuales deben ser investigadas a la brevedad del caso porque para eso han sido creadas.
Hoy por ti, mañana por mí… reza por allí un popular refrán.
Elsa de Ramírez
Tegucigalpa, M.D.C.