Los reprobados y descalificados

Por Boris Zelaya Rubí

“Especial énfasis se puso en la importancia de la rectitud e imparcialidad de los jueces. Así por ejemplo, en la Grecia clásica se hizo hincapié en que no aceptaran regalos, lo cual incluso se plasmó de forma gráfica al representar a la justicia manca. Platón, en su célebre diálogo “Las Leyes”, exige que los jueces que acepten regalos, tanto para hacer como para corromper la justicia, reciban pena de muerte”.
Si ya se cumplió con el deber patriótico y constitucional de nombrar a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, de la lista final de los 45 abogados que fueron sometidos al escrutinio de los diputados para seleccionar los quince togados, que regirán los destinos de la justicia de Honduras durante los próximos seis años, los dimes y diretes y las zancadillas, así como los buscadores de influencia en sus respectivos partidos políticos habrán terminado. Ha sido la entretención de los ciudadanos a través de los medios. Quienes creen que fueron víctimas del torbellino de intereses o simplemente fallaron en algunas de las pruebas efectuadas, se quedaron a medio camino, además de aquellos señalados como dudosos en su accionar profesional por la cooperación de la embajada de los Estados Unidos.
Tendrán que usar todos los medios para aclarar públicamente cuáles fueron las causas para excluirlos, de lo contrario su capacidad se verá muy cuestionada por el resto de sus vidas y les afectará en el campo laboral. Nadie querrá poner en mano de ellos cualquier asunto legal, pensarán que son incapaces o peligrosos, pudiendo hacer perder cualquier asunto jurídico por incompetencia o amoralidad.
Es casi imposible encontrar abogados que no pertenezcan o tengan simpatía por alguno de los partidos políticos, el asunto es la rectitud con que van a impartir justicia sin obediencia más que a la ley. La lección que se desprende desde el inicio de la escogencia, al publicar los nombres de los competidores, es que antes de participar, tienen que hacerse un verdadero examen de conciencia, y analizar su actuación profesional durante el tiempo que llevan ejerciendo, pues los reprobados serán juzgados como mediocres por escasa preparación o por haber efectuado actos que no son aceptados por nuestra sociedad.
Los escogidos tendrán que hacer el supremo esfuerzo para que los jueces aún con su independencia, resuelvan tantos casos, que por estar durmiendo el sueño eterno, por salvar sus vidas y las de sus familiares, cuando se trata de amenazas por juzgar a algún personaje del crimen organizado.
La mora judicial como se le dice al atraso en la resolución de sentencias, se puede prestar a varios juegos jurídicos, como el dejar que se venzan los términos y repartir sobreseimientos como cartas de naipe. Los indiciados pueden, por medio de togados inescrupulosos, pagar “honorarios” para que sus casos queden en el fondo de las gavetas o al final del bulto, para no ser condenados inmediatamente, con la esperanza de ganar tiempo, mientras llegan algunos amigos que tengan poder político e influencias para desvanecer sus delitos, así los que tienen medidas sustitutivas y se han librado de “vacacionar” en las ergástulas penitenciarías, lo único que gastarán es gasolina y tinta, por los viajes que hacen cada semana o cada quince días a firmar el libro de control a los juzgados, para evitar que “tomen las de Villadiego”.
El pueblo quiere que con la nueva Corte Suprema de Justicia, la Diosa Themis vuelva a usar la venda sobre los ojos para impartir justicia sin preferencia alguna, y que la balanza no sea igual a la que usan algunos mercaderes: ¡alterada! Es la gran responsabilidad de los diputados que integran el Poder Legislativo, seleccionar a los mejores, pensando en los sagrados intereses de la patria, solo deben tener presente que esos togados serán la columna vertebral de la democracia.
De rodillas solo para orar a Dios.