Están de moda los desnudos de las hondureñas…

Están de moda los desnudos de las hondureñas por internet, ahora cualquiera se pela el rabo para llamar la atención de los hombres, el pudor se asustó y se fue a la chingada grande, la inmoralidad está en boga. Muchos de mis amigos me muestran en sus celulares a las cipotas que les mandan por watsap sus cuerpos totalmente desnudos. Chigüinas que no se saben limpiar el cerequeque, aparecen en pantalla, no tienen más que las ganas de excitar a los hombres que las miran, tiene más canutos un pollo que ellas.
Muchos de mis amigos me han mostrado ofrecimientos de niñas, jovencitas y mujeres hechas y derechas enseñando la mala palabra como si fuera un trofeo que hay que ganarse haciendo una cita por las redes sociales. Las he visto de varias edades, unas peludas, otras sin pelos, unas tetonas, otras que parecen tablas de orilla, algunas no dan el rostro al principio, luego pierden el pudor y salen con una sonrisa de oreja a oreja: “Venite papayito, todo lo que ves es tuyo”.
Más detrás de muchas jovencitas encueradas existe una mafia que las controla para que se acuesten con los viejos o jóvenes libidinosos apantallados por los cuerpos de las ofrecidas. El costo de “la montada” oscila entre mil y dos mil lempiras, algunas que son prepago cobran de cinco a diez mil lempiras sirviéndole al cliente todos los platos habidos y por haber, o sea las perversiones sexuales. Las puchachas de Belén cuando ahí existían burdeles, le decían al cliente en un susurro mientras la rocola dejaba escuchar solo rancheras: “Mirá papacito te hago los tres platos si me pagas diez lempiras”. Las prepago que me lean se van a reír del precio de los servicios sexuales, y que se queden mudas cuando les digo en este momento que a los jóvenes les cobraban un lempira por parpadear los ojos.
Las pu… chachas de casas de cita cobraban 25 o cincuenta lempiras por el pandeo de ojos. Ganarse cincuenta lempiras en aquellos tiempos era macaneado, los cipotes nos alzábamos de hombros y decíamos: “papo qué mujeres más caras”. En un lugar de Comayagüela conocido como “Los Tres Siete”, o sea en esa calle donde está la Casa Jaar y otros negocios, estaba plagado de prostíbulos. En la misma calle había casas de citas y cantinas. A media cuadra de Los Tres Siete había unos burdeles de madera, los hombres hacían cola para acostarse con las mujeres que cobraban un lempira, aquello era una verdadera maquila del sexo, una sola mujer era capaz de despachar hasta cincuenta hombres en una noche.
En la cola había padres de familia acompañando a sus hijos para que probaran mujer y se hicieran hombres. En ese tiempo la enfermedad venérea más común era la blenorragia o purgación, el cliente afectado se ponía dos inyecciones de penicilina o bencetacil y adiós a la enfermedad del goteo. Hoy en día esa misma enfermedad ha mutado de manera increíble, los antibióticos no le hacen nada, y actualmente existe una inyección moderna que está siendo poco efectiva, o sea que la purgación se está convirtiendo en incurable. Cuando los adolescentes llegaban a cierta edad, era tiempo de ir a Los Tres Siete, los padres, primos o parientes se encargaban de llevar al cipote donde las mujeres de la vida alegre.
Hoy las cosas han cambiado, se aconseja a los muchachos no acostarse con prepagos o con putillas de burdel debido a la proliferación de las enfermedades venéreas, el papiloma, sida, purgación, caballitos, chancro, etc., están minando la salud de miles de hondureños hombres y mujeres, entre las que el cáncer cérvico uterino está afectando a muchas jóvenes, y no hablemos del papiloma que es lo más común entre personas de ambos sexos.
Coconí el caso de una señora que para que su hijo se hiciera macho lo llevó a una casa de citas, con tal mala suerte para la madre y el hijo, que el muchacho fue contagiado con el VIH. Los médicos no lo dicen por prudencia, pero hoy solo en la capital y especialmente en dos colegios donde han llegado a filmar escenas pornográficas entre los mismos alumnos, hay una incidencia de enfermedades venéreas sin control. Hay hombres que han levantado de la calle a jovencitas estudiantes que se ofrecen dos por una, y esos viejos pervertidos aparecen con un premio más grande que la Loto, sida, papiloma o purgación incurable.
Ahora que está de moda el que se acuesten hombre con hombre y mujer con mujer, entregados por Dios a la concupiscencia de sus corazones, el riesgo de muerte es mayor. Por tres o cinco segundos de placer, que es lo que dura la satisfacción sexual, se está entregando la vida entera o largos años de sufrimiento con un largo tratamiento médico. Vale la pandeada de ojos tanto? Ahora a las cipotas a temprana edad les pica la rana y a los muchachos el leño de ocote fino, eso los hace más vulnerables a una enfermedad o a un embarazo no deseado. Es eso lo que los muchachos desean? Quizás no, pero la caída de los valores espirituales está haciendo mella no solo en Honduras sino que a nivel mundial. Cuándo había visto usted a una niña de ocho años convertida en madre? Busquen de Dios para que esa maldición no siga su curso.