¡Me equivoqué!

Por: Juan Ramón Martínez
Creyendo segura la información con que contaba y que no habría variación, escribí mi artículo del martes pasado, dando por supuesto que en la noche del 25, el Congreso elegiría la Corte Suprema de Justicia. Y me equivoqué. A las 11 y media de la noche, cuando supe que había problemas y desacuerdos de última hora, era demasiado tarde. El error que cometí es haber confiado demasiado en mis fuentes, creer en la consistencia cívica de los diputados y en la habilidad de los líderes y propietarios de los partidos representados en el Congreso, para tomar una decisión en obediencia a los mandatos constitucionales y al interés de proyectar una mejor imagen de la institucionalidad hondureña. Y es que de los diputados que están en el Congreso Nacional, muy pocos representan a sus electores. Se sienten más comprometidos con quienes les han escogido para participar en las listas electorales, que con sus votantes. Por ello, mostraron los involucrados en los acuerdos, una conducta que me engañó en lo personal  -provocándome un sentimiento de incomodidad- y que hizo añicos la moralidad de los que estaban comprometidos a votar a favor de la planilla, cuya lista manuscrita en la que aparecen los nombres de los 15 abogados escogidos, me había sido proporcionada con enorme generosidad.
Las cosas ocurridas tienen racionales explicaciones. Nada ocurre porque sí. Aparentemente el acuerdo originalmente pactado entre el Partido Liberal y el Partido Nacional, contaba con el respaldo de dos diputados de PAC y dos de Libre. Los nombres no me fueron proporcionados. Por una parte PAC pretendió introducir, como es natural, algunos cambios a la lista pactada entre nacionalistas y liberales y estos no quisieron modificarla en lo más mínimo. Los dos diputados de Libre que estaban comprometidos fueron convencidos con argumentos y amenazas, para que no se atrevieran a votar a favor del acuerdo entre liberales y nacionalistas. Adicionalmente, un amigo me informó, alrededor de las 9 de la noche que, aunque la lista estaba pactada, el Presidente JOH no estaba de acuerdo con la misma porque no iban personas de su mayor confianza. Es decir que algunos escogidos eran demasiado independientes. Lo que echó el trasto,  los acuerdos establecidos. De esto último no tuve prueba alguna, en razón de lo cual me resistí a modificar mi artículo. Haberlo hecho me habría evitado esta disculpa a mis lectores; pero por el contrario, confirmado que la independencia de los poderes del Estado es una fantasía universitaria y que JOH es quien, con su habilidad hace y deshace en este país. Lo que duele más, aceptar.
Además ocurrió una contingencia más. La intervención tardía de Mauricio Villeda Bermúdez, solicitando 8 magistrados y la presidencia de la Corte puso en evidencia la naturaleza volátil de las negociaciones. Y confirmó lo que todos sabíamos: que los partidos estaban negociando, cosa por lo demás natural y consustancial a su naturaleza específica. En un toma y daca que han practicado en los últimos 32 años, como lo sabemos todos, pero lo que Villeda Bermúdez pasó por alto es que su petición pública puso en evidencia al Partido Nacional y comprometió la última decisión de la Corte, al sobreseer a los exdirectivos del Seguro Social. La reposición de Lozano Urbina, fue un intento de salvar el honor y la oportunidad de las negociaciones.
Al final quedó demostrado que  los políticos no han mejorado desde la crisis del 2009, no respetan a sus electores, obedecen más a los caudillos, propietarios o no de los partidos en que militan. Que los intereses hondureños, respaldados en el cumplimiento de la ley no son algo importante en sus vidas. Incluso, algunos pretendían -como lo intentaron en el 2009 en que, incluso quisieron involucrar a los militares- imponer sus caprichos, por encima de lo que ordena la ley y exige el interés de la colectividad. En su elevada inconciencia -en la que no incluyo a muchos diputados que no encuadran en las definiciones anteriores- no entienden que las cosas están cambiando. La agredida clase media, está creciendo. El desempleo es más calificado. La pobreza sigue aumentando. El resentimiento que se alberga en el corazón de muchos puede comprometer la existencia de los partidos representados en el Congreso, y la estabilidad nacional.