La funesta vida del campesino

Por Jorge Erasmo Bustillo

Se ha repetido tantas veces que es función del Estado, vigilar el bienestar y proporcionar los medios al pueblo que le permitan tener un nivel de vida adecuado, que le asegure proveerse de las sustancias alimenticias que necesita para el desarrollo normal, vivienda decorosa, vestido, protección de su salud, educación y seguridad. Pero aunque han mantenido una esperanza las mayorías marginadas cada vez que se realiza un proceso electoral, la realidad es dura. Quienes contribuyen con su esfuerzo de trabajo en el campo con su eficaz cooperación para el desarrollo de la nación, no han tenido una respuesta, aunque han pasado muchos gobiernos que les han ofrecido promesas en sus campañas proselitistas, ya hechos gobiernos los líderes a quienes les han favorecido con su voto, se olvidan del reconocimiento y mucho menos que participen de algún beneficio directo de la economía que ellos mismos producen.

Desde que nace el campesino, lo rodean enormes deficiencias que lo acompañan toda su vida. Viene al mundo con la herencia de las dolencias que en su organismo tienen sus padres, debido a una alimentación sumamente defectuosa y escasa, carece de las proteínas, vitaminas y minerales que el cuerpo necesita. La deficiente nutrición, la falta de cuidado en su salud, el desgaste que sufre el organismo cada minuto desequilibran las funciones del ser humano, y lo limitan en su capacidad de producción. El campesino desarrolla una gran actividad en la hacienda del patrón, sin pensar por qué lo hace. No se da cuenta que es ya una tradición deprimente que viene como una sucesión desde los tiempos de la colonia y los que mantienen las mejores tierras de manera abusiva, porque debiera ser de quien la trabaja, pretenden seguir sosteniendo el sistema, porque ellos pertenecen a las clases que manejan el poder político y el poder económico, por eso no se ha impulsado una verdadera Reforma Agraria, que les permita a los grupos marginados, por lo menos tener un nivel de vida digno de un ser humano, porque son la mayoría en quienes recae la mayor responsabilidad del desarrollo económico.

Si quienes manejan la política y el poder económico pudieran desarrollar un sentimiento humano y un pensamiento de responsabilidad hacia la patria y una visión de lo que les heredarán a sus propias generaciones, posiblemente comprenderían que el factor humano que produce los bienes que genera la tierra y los productos de las fábricas, es más importante en cualquier actividad para el desarrollo económico y social, y que sin el hombre y la mujer del campo y la clase obrera, carecen de importancia todas las máquinas, todos los procedimientos, toda las tentativas de superación, y si, meditaran en ello habría una esperanza para que nuestro país salga del subdesarrollo. Hasta ahora, el político y el empresario están únicamente interesados en mantener el sistema actual que les beneficia en sus intereses personales, porque siempre se mantienen infiltrados en los partidos políticos que les permiten optar a los cargos de elección popular, para desde allí manipular las leyes que los protejan de sus actos de injusticia y corrupción, y que la clase campesina y la clase obrera sigan siendo marginadas y explotadas. La actitud egoísta y el pensamiento confuso del político tradicional mantienen paralizado el desarrollo del país.

Comentarios al teléfono 2230-3099