Desenredando la madeja

Por Carlos A. Medina R.

En una reciente encuesta televisiva se le preguntó a un segmento de la población que cuáles serían para comenzar, las dos tareas principales de la Misión de Apoyo contra la Corrupción e Impunidad en Honduras (MACCIH), y las respuestas en primer lugar apuntaban al horroroso desfalco del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), y en segundo plano la terrible situación de la Policía Nacional como institución preventiva y de seguridad pública. Aunque hay otros problemas nacionales que necesitan investigación inmediata, el público enfocó esos dos temas como torales.

En muchas ocasiones en el gobierno anterior y en este, el Congreso Nacional y el Ejecutivo han tratado de hacer una limpieza en la Policía, con resultados que no han sido muy alentadores. Sin embargo, parece ser que el gobierno de Juan Orlando Hernández ya tomó la decisión política de limpiar de una vez por todas la podredumbre que ha sido característica en la institución policial, y hay que aclarar, que como en todo gremio hay buenos elementos, pero también existe un gran porcentaje de miembros de la Policía que por sus actuaciones ilícitas, deberían estar tras las rejas.
Hace un par de semanas en la inauguración de un edificio para la Policía Nacional, el Presidente manifestó que ya no podían haber quejas en esa institución, por cuanto el Ejecutivo los ha dotado de todos los implementos necesarios para llevar a cabo sus tareas, desde nuevos uniformes hasta una cantidad de carros patrulleros que jamás se habían tenido en el inventario de la Policía. Y terminó el Presidente diciéndoles que solo faltaba que ellos cumplieran con su deber. Así como el Presidente lo desea, los hondureños todos queremos verle otra cara al cuerpo policial.

Cuando el Congreso pase la Ley Orgánica de la Policía Nacional y la Ley de la Carrera Policial que son instrumentos legales urgentes, esperamos que los policías que son dados de baja por conducta anormal y por haber incurrido en actos reñidos con la ley, no solo se les envíe a sus casas para descansar, sino que sean debidamente juzgados y sentenciados si el caso lo amerita. En estos momentos, los policías dados de baja acuden al Tribunal de lo Contencioso y Administrativo y allí, por decisión del mismo, son reintegrados a sus trabajos, pagándoseles los salarios caídos y gozando de las prerrogativas que siempre han tenido. Esto no debe suceder jamás.

La decisión política del Presidente para que el país tenga una institución de seguridad preventiva debe considerarse como una decisión correcta, pues se necesita barrer con todos los elementos que han ensuciado esa institución, y darle cabida a los hombres y mujeres que están siendo preparados, y que ahora necesita. Para ser policías, los postulantes deben ser graduados de secundaria y haber tomado un curso de 11 meses de entrenamiento policial. Esto sin lugar a dudas, le dará un nuevo impulso a la Policía Nacional, y creemos la enrumbará por caminos más rectos y más limpios.

Los golpes que las fuerzas del orden público le han dado al crimen organizado, como es el caso de la “Operación Avalancha”, demuestran dos cosas: una, que con suficientes elementos de inteligencia policial se puede ir desenredando la madeja de los actos ilícitos que nos tienen atrapados y que son causa de una alta tasa de homicidios y de operaciones fraudulentas; y dos, la Policía está descubriendo que las redes de las maras no solo están formadas por jóvenes sin rumbo, sino que también, por capos metidos en los gremios profesionales y en la gama de empresarios que se han vuelto ricos de la noche a la mañana, haciendo de las maras no solo elementos cobradores del “impuesto de guerra”, sino que también coadyuvantes en la distribución de los productos del narcotráfico.

Si la Policía Nacional en su nueva etapa es capaz, con la ayuda de la MACCIH, de capturar a los grandes zares, cerebros, organizadores y ejecutores de las maras, se habrá avanzado en la esterilización de esa grave patología que nos afecta. En esa lista, seguramente, habrán políticos de alcurnia, empresarios famosos, miembros importantes de gremios, profesionales “distinguidos”, que deben pagar por los grandes males que le han hecho a nuestra nación. Y esperamos que no quede piedra sin voltear para que todos, absolutamente todos, reciban el castigo que se merecen.

Un presidente necesita mucha testosterona (hormona masculina), para tomar este tipo de decisiones, y si el Presidente Hernández continúa por el camino que se ha trazado, seguramente ganará muchos enemigos, pero la mayoría del pueblo hondureño estará muy satisfecho que los hilos de esa enredada madeja sean atados correctamente en un ovillo de orden y dentro de la ley. Esperamos que el puño sea cerrado y fuerte para que los infractores de la ley, cuando reciban el golpe, se derrumben y se extingan para siempre.