¿POR QUÉ AQUÍ CUESTA MÁS?

EL desplome de los precios del crudo es para nuestro país bendición caída del cielo. Pese a que durante el año pasado “el país consumió 700 mil barriles más de gasolinas, lo que pagó por importación de combustibles, lubricantes y bunker para la generación de energía fue 37.2% menos que lo desembolsado el año anterior. Los hondureños pagaron 433.9 millones de dólares por la importación de diésel, un 34.5% menos que en los primeros once meses de 2014, cuando fue de 662.2 millones”. “La compra de bunker, principal materia prima para la generación de energía térmica, disminuyó en 48.7%. El costo de la importación de gasolina fue un 26.5% menor”. Sin embargo, aún cuando la debacle del crudo representa millonarias economías para el país, los consumidores no reciben en su totalidad ese beneficio. Las tarifas de la energía eléctrica no han disminuido –el sector comercial e industrial paga las tarifas más caras de la región– ya que la estatal absorbe todo el ahorro.
En las bombas de gasolina, exceptuando a Costa Rica, Honduras tiene los precios más altos del combustible. Una tabla publicada por este rotativo en la sección del Monitor Económico muestra que los consumidores salvadoreños pagan $2.43 por el galón de gasolina superior, los guatemaltecos $2.45 el galón, los nicaragüenses $3.10 el galón, los panameños $2.30 el galón, mientras que los hondureños pagan $3.21 el galón. Solo los ticos superan con $3.89 el galón. Parecida relación se observa, al comparar los precios de la región, en la gasolina regular y el diésel. ¿A qué se debe esa diferencia, cuando el consumidor no recibe el beneficio en forma proporcional a la caída que el crudo experimenta en los mercados internacionales? Que en la línea de comercialización, es mayor la tajada que se lleva cada sector involucrado, aquí en el país, contrastado con los demás países centroamericanos, con excepción de los ticos que tienen el precio de las gasolinas más alto. Habría que consignar que también el gobierno se lleva parte de esa tajada con el cobro de los impuestos. La gasolina también aquí cuesta más por los efectos de la devaluación. Otra consideración es que los usuarios del transporte tampoco se benefician proporcionalmente, con menores tarifas de los pasajes, de los ahorros de las gasolinas por parte de los propietarios de las unidades. Aunque ellos alegan que como el gobierno no les pasa los subsidios y los bonos adeudados, no pueden rebajar más los pasajes, más bien, hace unos días hubo presión para subirlos.
Ahora bien, si el precio del bunker se ha desplomado en el mercado internacional, ¿cuál es la justificación para subir el costo de la bolsa de cemento afectando seriamente la industria de la construcción? Entre 4 y 6 lempiras denuncian los constructores que le han subido a la bolsa de cemento. Otro mamellazo para el pobre pueblo pobre y la imposibilidad para cientos de miles de compatriotas de adquirir su vivienda. Lo que alegan es que esto es consecuencia de la devaluación. Ya ven, esos empellones que la autoridad monetaria le ha pegado al indito desplumado para arrojarlo del peñasco. Ya ven, está en la economía de abajo –no la macro– la que no ven las aves agoreras y que mantiene en zozobra a las familias hondureñas. Lo que cuesta la comida importada, las medicinas, lo básico que se encarece más con la devaluación. Esa desplumada del indito, centavo a centavo, como la incesante gota fría que le echaban a los presos para que no pudieran dormir, en el Castillo de Omoa.