Berta Cáceres

Por: Benjamín Santos.
Escribo un 4 de marzo, fecha en que cumplía años Berta Isabel Cáceres Flores, nacida en 1972 y asesinada el miércoles pasado en su natal departamento de Intibucá. Su muerte ha producido un gran impacto en círculos concéntricos: primero en su familia y amigos, segundo en el movimiento social del cual fue lideresa por varios años y tercero a nivel nacional e internacional. Es posible que la investigación ordenada por el gobierno dé con los autores materiales e intelectuales, pero el daño está hecho, porque como dijo el Presidente es un crimen contra Honduras.
Nuestro pésame para su madre, exalcaldesa, y sus parientes cercanos. Pero también al movimiento social al cual perteneció que incluía la lucha por la defensa de las comunidades indígenas, del medio ambiente y los derechos humanos en general. La muerte trágica de Berta se  suma a la cantidad de dirigentes sociales ocurrida desde la década del 60. Conozco bastante bien su historia y en buena parte de mi vida fui parte del mismo. Al movimiento social han pertenecido  personas con verdadera vocación de sacrificio por el bien general de un sector o de todo el país, pero también se han infiltrado aprovechados, oportunistas y traidores que se han dedicado a acaparar bienes e instituciones para luego venderlas como propias al tiempo que rinden culto a los mártires y denigran a quienes se mantuvieron firmes en sus convicciones.
Los mártires han caído por negarse a transigir con los grupos de intereses contra los cuales chocan sus ideales, porque lo más fácil es negociar para recibir algo a cambio. En la primera línea de fuego han caído los que no claudican, los intransigentes, lo que no cambian sus ideales por prebendas o por un cargo público. Berta era de esta clase de líderes y a sus enemigos les queda nada más la eliminación física como ha ocurrido una vez más. Por ese camino el movimiento social ha perdido a sus mejores dirigentes y han sobrevivido los mediocres, los dispuestos a todo con tal de flotar en el mundo de los liderazgos inauténticos.
La imagen de Berta había trascendido el territorio nacional y por eso los periódicos de los países que conocieron sus luchas han lamentado su muerte a grandes titulares. Algunos miembros radiofónicos y televisivos destacaron su discurso sobrio, breve, profundo que pronunció cuando recibió un reconocimiento en San Francisco, California. No hay duda que el vacío que deja será difícil de llenar. La formación de un dirigente limpio y auténtico como Berta lleva años en una combinación sistemática de teoría y práctica. Participé en el proceso de formación de dirigentes y puedo dar fe de lo difícil que resulta desde seleccionar a quienes tienen cualidades naturales de liderazgo hasta su total desarrollo en la teoría y en la práctica.
A Berta la conocí de lejos. Supe de sus luchas por evitar que se instalara una empresa hidroeléctrica aprovechando la corriente de un río de su zona de influencia. Pero sus luchas vinculaban el interés local con el interés nacional y su presencia comprendió todo el territorio nacional apoyando y alentando la lucha por la tierra, por la conservación del medio ambiente y los derechos humanos. Una actividad tan intensa tenía que tocar intereses a los cuales terminó estorbando y se produjo el hecho que hoy lamentamos.
Por la muerte de sus líderes auténticos o por su retiro por razones de edad, el movimiento social ya no tiene la fuerza de otros tiempos. Hay líderes, cada vez más opacos y más acomodaticios,  que tienen ya 40 y hasta 50 años al frente de las organizaciones gremiales. No han promovido una nueva generación de dirigentes ni han permitido el ascenso de los que surgen espontáneamente.  La consecuencia es que el movimiento social ha perdido presencia. Sumado este hecho a la falta de una oposición política seria, papel que no le corresponde a las organizaciones sociales,  permanece y se acentúa la ausencia de un debate de los problemas nacionales así como la elaboración de propuestas que refuercen las iniciativas del gobierno o que se ofrezcan como alternativa a las mismas.Enviamos nuestro más sentido pésame a los parientes, amigos y compañeros de Berta, especialmente a su madre y a sus cuatro hijos. Valoramos su muerte como un acontecimiento que afecta la vida interna de Honduras y su imagen internacional.
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