Algo de razón para Trump

Por: Héctor A. Martínez
(Sociólogo)
Donald Trump en un fenómeno de la política. Para bien o para mal, es un fenómeno; de lo contrario, no estaría ganando los “caucases” y, muy probablemente, se alzará con la victoria en las primarias del Partido Republicano. Aunque Marco Rubio le pisa los talones a un kilómetro de distancia, lo más probable es que Trump se convierta en el contendiente de los demócratas, donde, al parecer, Hillary Clinton será la preferida de los electores. Bernie Sanders es la representación de la decadencia norteamericana. El lenguaje socialista no funciona en esa sociedad, ejemplo de lo más cercano a los conceptos de libertad y democracia.
¿Qué fenómeno social hace que este famoso hombre de negocios, típico “gringo” soberbio y, para más señas, feo, se convierta en el preferido del electorado no solo del Partido Republicano, sino de buena parte de los ciudadanos norteamericanos, entre los que se cuentan hispanos y afroamericanos? La respuesta es sencilla, tan sencilla, que pocos pueden apreciarla: es decir, por estar viendo el bosque muy por “encimita” como dicen los hondureños, no ven el árbol donde se llevan a cabo los acontecimientos. Y he ahí la respuesta: equilibrio y sentimiento nacionalista. Y quizás, la que más pesa sea la segunda. El “clima moral” como le llama Ricardo Homs, asesor político de imagen, a ese espíritu de seguridad nacional, es poseedora de una potencia fundamental en el sentimiento de los votantes.
En política -lo sabemos pocos-, la gente se deja arrastrar por las modas y las tendencias. Pero también el miedo y la incertidumbre entran en la tómbola electorera, de la que nadie sabe, qué puré resultará al fin y al cabo. Y para los norteamericanos, seguir siendo los número uno en el mundo es un “must” inapelable y sin discusiones de ninguna especie.
Desde que Trump se desbocó con lo de los mexicanos y la valla migratoria, el mundo se le echó encima. Porque vivimos en la época en la que debemos tener cuidado al hablar ya que, de lo contrario, nos persiguen todas esas fiscalías inventadas para dar empleo a los ociosos que egresan de la universidad y que no están hechos para dar la batalla en la empresa privada. Y las ONG no se quedan atrás. Ya todos sabemos que nos harán pasar un mal rato cuando tocamos en negativo el tema de las minorías, tema que se ha vuelto modus vivendi de un montón de oportunistas. No en el caso de Trump. Para atacar a Trump hay que conocer la mentalidad de los empresarios. La empresa privada funciona sobre la base de la eficiencia de los recursos y la eficacia de los resultados. Al empresario nadie le regala nada, salvo que se vea influenciado por las prerrogativas del Estado.
Los empresarios deciden y giran instrucciones; y sus decisiones deben acatarse al pie de la letra; son como dioses en sus organizaciones, y por qué no hacerlo, si a ellos les cuesta su plata.
A Trump le molesta sobremanera la degeneración de la sociedad norteamericana, misma que ha sido incitada en gran medida por los gobiernos demócratas: la legalización de la marihuana y las bodas entre personas del mismo sexo, sin contar las desventuras en la política exterior en la que Obama por ejemplo, salía malparado frente a pequeños napoleones como el mismísimo Hugo Chávez y la retahíla de presidentes del Cono Sur, se cuentan entre las causas del encono del líder republicano.
Al colocar los prismáticos empresariales sobre la política norteamericana, Trump ve la ineficiencia institucional por doquier, critica las malas prácticas políticas y, desde luego, pondera algo que se aborrece mucho en los círculos empresariales: la demagogia y el parasitismo estatal. “La política está llena de fisuras” ha dicho sin ambages.
Y el otro tema es el nacionalismo. Alguien debía decir que la migración descontrolada acaba con la tradición y la cultura de una sociedad. Pero nadie se ha atrevido. Trump lo ha hecho y apela a la reservación del derecho de permitir cuotas de migrantes, principalmente de latinos hacia los EE UU, sobre todo si entran de manera ilegal… pero ¿qué gobierno no lo haría? Entonces, todos los medios latinos se solidarizaron en un solo haz de críticas hacia el empresario convertido en político inusual, y hasta me sorprende que organizaciones de tendencia derechista como el Instituto Cato la hayan emprendido contra Trump. Porque nadie se quiere quedar atrás en la oleada contra el precandidato republicano, so pena de recibir duras críticas y porque estar a la moda vende y resulta lo más cómodo para vivir sin ser molestado, aunque en el fondo perciban cierto dejo de razón en el empresario de bienes y raíces.
Lincoln dijo una vez: “Si puedo salvar la Unión sin dar la libertad a un solo esclavo, lo haré así”…entonces ¿cuál es el escándalo?