Reservorios de agua y otros asuntos

Por Segisfredo Infante

Frente al fenómeno innegable del cambio climático nacional y mundial, y frente a la problemática recurrente de las sequías que se observan en algunos puntos claves de nuestro territorio, sobre todo en la zona centro-sur-oriental de Honduras (sin olvidar el occidente), es indispensable que insistamos en las posibles soluciones graduales y sistémicas que podemos aportar. Cada quien con su granito de arena positivo. En mi caso personal vengo insistiendo sobre el asunto desde el quince de marzo de 1995, cuando publiqué el artículo “Caravanas del desierto”, en el periódico “El Nuevo Día”, ya desaparecido.

En aquel ya lejano momento, bajo la influencia del libro “La fuerza de lo viviente” del escritor francés Jean Dorst, sugeríamos, desde la humildad de nuestro nicho ecológico, la necesidad de reconvertir algunas prácticas cotidianas para evitar la desertización del mundo, y muy particularmente de nuestro país. En algunas sociedades cuyos suelos son realmente estériles y áridos, se ha logrado cultivar y cosechar flores y frutos en los mismos desiertos, con semillas mejoradas; resistentes a las adversidades. En otras partes la presión demográfica, los intereses industriales excluyentes y las costumbres depredadoras de la población, han conducido hacia la desertización rápida o gradual de las tierras fértiles. En todo caso lo que se encuentra en juego es la alimentación básica de la gente más humilde y, al final de la tarde, de toda la humanidad. Yo he insinuado en algún artículo de LA TRIBUNA que ningún ente biológico, ni mucho menos un ser humano, se alimenta con un plato de microchips, al margen que algunos futurólogos semi-enajenados ansíen que en el futuro predominen los robots o sus “inteligencias artificiales”, sin pensar en ningún momento que con ello estaríamos perdiendo nuestra genuina condición humana, y por consiguiente ya no estaríamos hablando, de ninguna manera, del futuro de la humanidad, sino que del futuro de máquinas automáticas, sin sentimientos y sin reflexiones sobre “el sí mismo” y el entorno universal. Porque sólo el sujeto fotopensante es capaza de reconocer la existencia de otros sujetos autoconscientes y las cosas inertes del Universo entero. (Ver mi libro “Fotoevidencia del Sujeto Pensante”, de septiembre del 2014).

Sea como fuere me ha venido a contentar un poco la saludable noticia reciente que el labrador Roger Yovani Andino, del municipio de Texíguat, ha puesto en práctica la vieja idea de recolectar agua lluvia para los tiempos de “las vacas flacas”, con la posibilidad de regar sus cultivos básicos, con el fin ulterior de sostener a su familia, y poner el ejemplo a los demás campesinos pobres de su misma zona y del resto del país. Este problema del riego por goteo en la agricultura pareciera un tema anodino, intrascendente, ya que nuestra agenda nacional (incluyendo la parte de los derechos humanos) es impuesta casi siempre desde afuera, es decir, desde los países desarrollados. Otros, con intereses foráneos (lo he subrayado varias veces), son los que fabrican verdaderamente nuestra “Historia”, con “H” mayúscula. Aquí, para exhibir un solo ejemplo, es harto difícil combatir o neutralizar la alta criminalidad juvenil, cuasi-terrorista, porque los dirigentes de los organismos de derechos humanos internacionales, manejan un “doble estándar” respecto de los mismos, y presionan a los países vulnerables como Honduras hasta asfixiarlos en diversos terrenos de la vida básica, sin fijarse en la urgencia de lo cotidiano, como el derecho a un empleo digno, el derecho a la vida y la seguridad alimentaria misma. Para los teóricos fuereños, oriundos de sociedades altamente industrializadas, es más importante una ideología de cualquier signo, que la sobrevivencia de países como Honduras, Guatemala y El Salvador. Pero esos fuereños, con sendos doctorados, han demostrado equivocarse en varias oportunidades históricas, como cuando se entusiasmaron, en forma por demás excesiva, con la famosa “primavera árabe”, en cuyo río revuelto habían asaltado la dirección muchos fanáticos y terroristas, que han dejado que las circunstancias se empeoren respecto de como estaban antes. Tal actitud deriva de desconocer profundamente la Historia y las peculiaridades idiosincráticas de los países tercer y cuartomundistas. Por otro lado se han olvidado que a finales del siglo diecinueve y comienzos del veinte, una tercera parte de sus poblaciones “desarrolladas” murieron de hambre, como en el caso de Suecia. Otros segmentos poblacionales emigraron hacia Estados Unidos y hacia América del Sur. También Honduras recibió una cantidad nada despreciable de inmigrantes de diversas nacionalidades. Ahora Honduras es como el “Cisne Negro”, o el patito feo, en casi todos los escenarios.

Volviendo al tema de los reservorios de agua conviene recordar que la civilización clásica de los mayas colapsó, de repente, por la erosión de los suelos y la escasez de agua dulce. Sin embargo, los maya-toltecas del periodo post-clásico utilizaron en Yucatán los “cenotes” naturales, o construidos, para recolectar agua dulce y salvar a todos los habitantes de una época histórica crucial de Mesoamérica. Así que éxitos en Texíguat, y ánimos para todos los “yovanis andinos” de nuestro marginado y difamado país.