¡Todo está aquí… en los contrastes de mi nación!

Nuevamente estoy agradecido con la vida por darme una nueva oportunidad de transitar mi tierra, mi patria, mi nación, recorro distraído… dejando atrás las aldeas, caseríos, ciudades, valles, montañas, cordilleras, cada cual con su singularidad; también, quebradas, ríos y los dos océanos ¡más de 1,300 Km!, suficientes para tener un concepto, sentirme maravillado y reconfortado por el bello país que tenemos, con sus contrastes, los cuales evidencio y los disfruto en forma natural.

En La Joya del Sur, floreados están los macuelizos, con sus intensos colores púrpuras armónicos con la Semana Mayor; también, a lo largo y en medio de la montaña devastada, maltratada, identifico un cortés, con sus flores de amarillo intenso, ¡lo felicito en mi silencio!, ¡alegre lo veo! con su colorido atrae mi pensamiento y mi vista, sin saberlo, es vestigio viviente ¡se capeó de los “marcadores” para la cosecha del bosque, su madera no se asierra ni es buena leña, por eso sobrevive! Más adelante se asoman las áreas agónicas de pinares; el gorgojo ataca libremente, come, come, hace lo que quiere, tiene la mesa servida a sus anchas y antojo; pues los técnicos de instituciones no lo ponen a dieta, ni en cintura.

Llegamos al Altiplano, bajando El Liquidámbar, pasamos Las Caleras a orillas de La Misión; se siente el olor a cal y su daño pulmonar, el aire fresco de Meambar diluye su efecto. Llegamos al Lago: kilómetros de árboles de pito floreados, me distrae su color, pero no lo suficiente para observar sorprendido que en lo empinado de la montaña se siembra palma aceitera ¡qué bárbaros! ¡huele a aceite, a pescado y tajaditas!, cocos de agua por favor, tenemos sed…

Terminan los 4 carriles, se inicia camino a El Progreso. Hicieron la brecha, el daño, imitando el desarrollo de los cuatro carriles ¡ya tienen las casetas de peaje aún sin construir la carretera! Mico Quemado agoniza por los leñateros, aceiteros… ¡nadie hace nada, solo ellos cosechan y destruyen!, se ven las heridas en la cordillera, las carreteras para transportar la cosecha, el dolor, la miseria, el agua escasea, también la vida natural.

El Guaymón y las quebradas todavía no aclaran: la tormenta revolvió sus aguas, cambió su color, arena, grava, piedras, árboles muertos… los daños naturales nos hablan, están con revancha y buscan su libertad en los cauces, en las orillas, en el mar. Pasamos por Toyós, Pajuiles, San Alejo, La Mulera, San Juan, La Másica, Satuyé… todos a orillas de la asombrosa, majestuosa y rica cordillera Nombre de Dios; frutas variadas y frondosos árboles a lo largo de la vía, el color verde intenso prevalece, lo fresco, aire puro, ¡qué riqueza tan maravillosa! Alimento, fuerza, vida, pintoresco… las quebradas y ríos fluyen por doquiera ¡qué abundancia y riqueza sin igual!, ¡quiero recorrer sin fin tanta belleza!

Transitamos La Piñera, Río Perla, llegamos a La Novia de Honduras ¡Todo está aquí! ¡Todo está aquí! Guillermo se recupera de salud, es lo que deseamos y esperamos ¡El Encarguito!, ¡Es mi Honduras! En nuestra estadía en La Ceiba asistimos con la doña a las 6.00 a.m. al Vía Crucis, sin pena me comí en la romería dos baleadas en La Línea… ¡pero no la de Guatemala! En esas horas del día se puede ver y observar “más claramente” la ciudad. Estudié, me casé y visito esta linda ciudad, pero con mucha sorpresa y desilusión veo que La Novia de Honduras por todo rumbo esta “sucia” ¡basura por doquiera y el malecón ni digamos! ¿Cómo que no hay autoridad responsable de la limpieza de una de las principales ciudades turísticas de Honduras y orgullo nacional?

De regreso a la capital y en el trayecto de La Barca hasta El Durazno encontramos más de 25 vehículos varados con problemas, ninguno, pero ninguno recibía asistencia de la Central de Emergencia de COVI, los POSTES 3333 no respondían; incumplidos, estafadores, pues cobran por un servicio que no lo brindan a los que pagamos la multa y robo del peaje. Continúo confirmando que ¡todo está aquí… en los contrastes de mi nación!

Óscar R. Matute Betancourt
Comalí, San Marcos de Colón