Je suis Julián

(Yo soy Julián) In memoria

Por José Antonio Pereira Ortega
Coronel ® [email protected]

Con el permiso de la jefatura editorial de este prestigiado diario y de los amables y respetados lectores, quiero tomarme este espacio para hacer este artículo dedicado a la memoria del honorable general de las Fuerzas Armadas don Julián Arístides González Irías (Q.D.D.G.), ascendido por sus propios méritos militares, porque conozco que no tenía capital político ni económico que lo apuntalara en su ascenso, como suele acontecer con el generalato, aquí despuntan los intereses políticos y se sustraen de la concepción del mérito militar, mancillando los requisitos de ley de nuestra exigente profesión militar.

Mi general González, fue abatido de la manera más cobarde y alevosa por criminales que nunca tuvieron el valor de dar la cara y apelaron a la traición y aprovechando la desidia institucional de una Fiscalía que nunca supo ni quiso proteger y apoyar sus proyectos en contra de los señores de la droga, incrustados en todas las esferas de la vida nacional, arropados con la cómoda y displicente disposición de las autoridades responsables de la seguridad y el bienestar de un pueblo que se merece un mejor destino y al cual estaba dedicado con ahínco el general González Irías.

Quiero iniciar reconociendo que al igual que las autoridades (en especial de la Fiscalía), escribo estas líneas “In memoria” con descomunal retraso, lamentando que tampoco pude estar en sus funerales por estar hospitalizado víctima de dengue hemorrágico.

Conocí a Julián el 30 de enero de 1969, cuando en compañía de un centenar de aspirantes a caballeros cadetes ingresamos a la entonces Escuela Militar General Francisco Morazán, iniciando juntos la honrosa profesión militar que culminamos con éxito después de cuatro años de formación civil-militar y convertirnos en oficiales de las Fuerzas Armadas de Honduras, al graduarnos el 21 de diciembre de 1972 como Bachilleres en Ciencias y Letras y obteniendo el grado de Sub-Teniente de Infantería el primer grado de la carrera militar, la cual culminamos con honores y con nuestra frente en alto, 30 años después en diciembre del 2002, tres oficiales generales y el resto de la promoción como coroneles y tenientes coroneles, mayores y capitanes.

Por su talento, dedicación al estudio y su recio carácter, Julián al tercer mes de nuestro inicial año y con el primer lugar en el orden de mérito de nuestra XII Promoción, fue nombrado jefe de curso, cargo que no cedió hasta el día de nuestra graduación porque en los cuatros años mantuvo el primer lugar tanto en las materias civiles como las militares, honor que prolongó como oficial en los diferentes grados y en los diferentes cursos de la capacitación institucional requerida.

No obstante su brillante carrera, su férreo proceder no producía simpatías ante el mando y los tomadores de decisiones del país, al grado que lo asociaban al igual que a la mayoría de su promoción como alvaristas (adeptos al también difunto general Gustavo Álvarez Martínez) retratando esta imagen ante la clase política de ese entonces, haciéndoles creer que de convertirse en el máximo jerarca militar, no toleraría sus desaciertos y peligraría la estabilidad democrática y así fue relegado el general González, que teniendo los méritos para ser Jefe de Estado Mayor Conjunto no fue nombrado.

Hago mención de esta reseña histórica para resaltar desde cuándo se marginó a Julián Arístides González Irías, convirtiéndolo incluso en víctima de una trama administrativa cuestionando su honorabilidad, hecho que cuestioné y sigo refutando porque como cercano amigo fui testigo de su correcto desempeño y proceder, guardando y celando por el buen uso de los recursos asignados a su administración y custodia, y por ello fue constantemente criticado porque devolvía viáticos y presupuesto no ejecutado y en vez de recibir créditos lo tildaron de baboso por “no entenderle al trámite”.

Debo resaltar entre sus incontables virtudes, su eterna preocupación por el bienestar de sus subalternos y el cumplimiento eficiente de las misiones asignadas, su preocupación por las mejoras en las condiciones de vida del soldado le generaban la animadversión y lo calificaban de murmurador, él comía después que sus soldados lo hacían para asegurarse que a nadie le faltara su “rancho” así forjaba su liderazgo.

Obviamente no puedo dejar de mencionar que era un oficial estricto y exigía que sus subalternos cumplieran al pie de la letra, hecho que le valió ser apodado como “El Tieso”, fuimos sus compañeros los primeros en experimentar su don de mando efectivo, por cuatro años nos lideró con sapiencia y mano de hierro, no necesitaba la presencia de oficiales para ejercer el mando y control sobre nosotros, repito era líder por ejemplo y por convicción, aunque con algunos debió resolverse en el gimnasio.

Finalizo censurando que sea después de casi siete años de su asesinato, se traiga con fanfarrias y sirenas el reclamo por el hecho cobarde, si antes nunca hicieron nada y peor aún. Yo rechazo que su memoria sea utilizada con fines políticos diferentes al reclamo por la debida justicia, en particular no apruebo esta conducta, porque justicia tardía no es justicia, hecho contrario no sería más que deshonrar la memoria del general González y por ello insto a gritar al viento TODOS SOMOS JULIÁN. Descanse en paz nuestro querido apache.